La ciudadanía no solo reaccionó en las redes sociales contra el vandalismo al que un grupo de manifestantes sometió al Panteón de los Héroes, sino que de manera espontánea algunos, organizados otros, acudieron al lugar a colaborar con el personal municipal y del Ministerio de Cultura, quienes realizaban tareas de limpieza y remoción de la pintura dejada por parte del grupo de manifestantes por la pared del histórico edificio y en la acera de la calle Palma.
Uno de los grupos que se organizó desde tempranas horas fue el de los exalumnos del Colegio San José, en su mayoría de la promoción 1983, quienes lanzaron la idea en un grupo de whatsapp. La idea rápidamente tuvo eco favorable y llegaron hasta el Panteón integrantes de varias promociones así como alumnos, quienes actualmente cursan sus estudios en el colegio.
Luego de esto, también llegaron las ofrendas florales de diversas promociones, no solo del Colegio San José, también se colocaron coronas de exalumnos del Colegio Nacional de la Capital, de exegresados del Cimefor, además de coronas de flores de la Unión Industrial Paraguaya (UIP).
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En el lugar se encontraban otros grupos de ciudadanos autoconvocados y entre todos realizaron diversas tareas, a fin de ayudar con el trabajo de restauración tras los hechos vandálicos y que le valió la imputación a tres personas, una de ellas la autora material del hecho. Por lo comentado entre los asistentes, una de las situaciones que más molestó a quienes llegaron esta mañana a colaborar fue la nula reacción de los agentes de policía que solo atinaron a mirar y algunos otros a filmar lo que sucedía, sin intervenir hasta el momento en que la bandera comenzó a arder.
También desde la ANR
También se hizo presente un grupo de jóvenes de la ANR, quienes desde tempranas horas iniciaron la tarea de remover los restos de pinturas y colocaron ramos florales por la cerca de seguridad que rodea al simbólico edificio público nacional. Los que colaboraron con esta limpieza se enfocaron en dejar la acera sin pintura porque las paredes dañadas quedaron a cargo de los técnicos del Ministerio de Cultura, quienes se encontraban en el lugar evaluando los daños y analizando la manera de restaurarlas.
Los hechos
El grupo de manifestantes se encontraba frente al Panteón de los Héroes en el microcentro de Asunción, exigiendo el esclarecimiento de los hechos en el caso de las menores abatidas días atrás durante el enfrentamiento entre militares de la Fuerza de Tarea Conjunta (FTC) y el grupo criminal Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP).
En un momento dado, algunas personas traspasaron la valla perimetral del edificio y empezaron a escribir con aerosol por las paredes de la fachada del patrimonio histórico y símbolo nacional. En otro momento, comenzaron a prender fuego a la bandera paraguaya que adorna la entrada del Panteón.
Por este hecho delictivo considerado como daño al patrimonio público fueron imputadas Mariangela Guiditta Abdala Carísimo, Giselle Noemí Ferrer Pasotti y Paloma Chaparro Panimboza, la autora material de la quema de la bandera y de lo escrito con aerosol por la pared frontal del Panteón Nacional de los Héroes.
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Emoción y color en la atmósfera onírica de la pintora Carla Ascarza
- Jorge Zárate
- jorge.zarate@nacionmedia.com
- Fotos: Gentileza
La artista llama realismo lírico a su búsqueda, la transmisión con imágenes de sentimientos profundos e incluso valores. “Quiero transmitir la esperanza, la vitalidad, el misterio, la gratitud”, cuenta de sus bellas artes.
“Defino muchas de mis obras dentro del realismo lírico porque habitan una frontera entre lo real y lo simbólico”, cuenta Carla Ascarza. “Me interesa representar escenas, personas y objetos que existen, pero llevarlos a otro plano a través de la atmósfera, la paleta y la composición”, define.
Plástica de importante trayectoria, sus cuadros de la serie “Mensajeros” abordan lo mítico y lo tangible de los mainumby, colibríes que llevan y traen luces, colores, reflexiones.
“En esa transformación se produce el lirismo: lo que está cargado de emoción, de memoria, de misterio. La pintura me permite decir lo que no cabe en la literalidad. Puedo usar una figura humana o un objeto cotidiano, pero los rodeo de elementos poéticos para que emerjan como visión, como huella sensorial”, apunta.
Entiende al color como un comunicador eficaz. “Es una herramienta de intuición y también de resistencia: en un contexto como el nuestro, donde tantas veces se impone la opacidad, defender el color es también defender la vida”.
–¿Cuál fue el disparador de la colección “Mensajeros”?
–El disparador fue una vivencia íntima y una necesidad interior de nombrar lo intangible. Los colibríes llegaron a mí como metáfora de aquello que no permanece, pero deja huellas. En “Mensajeros” no los represento solo como aves, sino como símbolos de lo etéreo, de lo que se posa apenas en la conciencia. Ellos son portadores de mensajes del alma: la fugacidad del instante, la ligereza de lo esencial, la belleza que no se impone, pero transforma. La serie nace del deseo de capturar esa sutileza y convertirla en color, en forma, en presencia.
NARRANDO LO INVISIBLE
–En tus series anteriores se ve una búsqueda por retratar la escena cotidiana, los rostros cercanos. ¿Cómo vas volcando a los lienzos tus inquietudes? ¿Seguís un plan?, ¿pintás lo que te es urgente?
–Trabajo a partir de una urgencia interior. Hay veces en que una imagen se instala en mi cabeza y no me suelta hasta que le doy cuerpo en el lienzo. A veces es un rostro anónimo que encuentro en una fotografía o una escena callejera que me golpea. No siempre tengo un plan estructurado, pero sí una búsqueda constante: la de narrar aquello que suele pasar desapercibido. Lo invisible, lo que no está en los titulares. Pinto para dar visibilidad a lo común, pero con una carga simbólica profunda. En ese sentido, la serie “Contramundos” fue muy significativa: cada obra fue una pequeña crónica visual del Paraguay contemporáneo.
–Contanos un poco más de tu relación con el color. ¿Cómo decidís ese universo personal?
–El color para mí es emoción. Es lenguaje puro. Muchas veces dibujo con el color. Nunca lo uso de manera literal. Mi paleta se construye a partir de lo que siento, de lo que quiero provocar. La realidad ya tiene sus propios tonos, pero el arte me permite alterarlos, amplificarlos, volverlos signos. A veces un verde ácido, un fucsia estridente o un naranja encendido no tienen lógica si uno los mira desde lo mimético, pero sí si los entiende como pulsaciones anímicas. Pinto desde el color porque él habla más rápido que las palabras.
–También abordaste lo abstracto. ¿Cómo fue ese recorrido?
–Lo abstracto fue, en mi caso, un espacio de liberación. Al principio, mi obra estaba más centrada en el retrato y la escena figurativa, pero la abstracción me permitió explorar otros caminos: el gesto, la mancha, el ritmo. Fue como quitarme las palabras de encima y quedarme solo con la voz. Me interesa lo abstracto cuando nace de una pulsión verdadera, cuando no es solo una estética, sino una necesidad de expansión. Algunas obras de transición en mis series combinan ambos lenguajes: hay figura, pero también hay fuga hacia lo simbólico, hacia lo que no puede decirse con formas reconocibles.
CREAR CON HONESTIDAD
–Fuiste premiada y tu obra se exhibió en el exterior. ¿Cómo sigue ese camino?
–El reconocimiento que recibí en Moscú con “La dulcera”, obra de la serie “Contramundos”, fue muy importante para mí. No solo por el premio en sí, sino porque visibilizó una escena local que muchas veces queda relegada. Esa obra nació de una historia real, de una mujer que vendía dulces de mamón en Garibaldi. Yo la fotografié, hablé con ella, le comenté sobre mi trabajo, compré sus dulces, le solicité permiso para fotografiarla y luego la convertí en símbolo. Fue mi forma de hablar sobre la desigualdad, sobre la cultura del consumo, sobre lo invisible. A partir de esa experiencia se abrieron otras puertas, pero más allá de lo institucional, lo que me mueve es seguir creando con honestidad. Hoy me interesa explorar más a fondo las narrativas indígenas, la memoria colectiva, los ritos del presente. El camino sigue desde ahí.
–¿Cómo ves la plástica nacional?, ¿qué cosas destacás de este presente?
–La plástica nacional es profundamente valiente. Está llena de artistas que, a pesar de contextos hostiles, producen con una potencia conmovedora. Pero no puedo dejar de señalar la precariedad estructural en la que trabajamos muchos de nosotros. Los materiales son carísimos: un solo tubo de óleo, un pincel profesional, un lienzo, representan una inversión enorme. Muchos colegas pintan en condiciones mínimas, con recursos limitados y aun así construyen discursos estéticos de gran profundidad. Falta apoyo sostenido, políticas públicas reales, espacios de visibilidad. Aun así, el arte persiste. Se renueva, se reinventa. Destaco sobre todo el trabajo de mujeres artistas, de jóvenes que se animan a experimentar, de quienes cruzan el arte con la militancia, con lo social, con lo comunitario. Es un momento duro, pero fértil. Y estoy convencida de que el arte seguirá abriendo caminos, aunque tenga que hacerlo con las uñas. La plástica paraguaya está viva. Y lo está no por el mercado, sino por la urgencia expresiva de sus creadores.
–¿Cuál es tu materia pendiente en la plástica?
Siento que una de las búsquedas más importantes que tengo como artista –y también como ser humano– es profundizar en el compromiso del arte con las causas humanitarias. Vivimos en un mundo profundamente desigual, herido, con pueblos que luchan por su derecho a existir, a hablar, a vivir. Mi materia pendiente no es una técnica, ni siquiera una exposición; es usar cada vez con más claridad mi voz visual a favor de la vida. Me interesa cada vez más vincular mi obra a causas sociales, a los pueblos indígenas, a la defensa del planeta, a la memoria colectiva. Para mí, el arte no debe ser indiferente. Tiene que incomodar, abrazar, iluminar, conmover. Y ahí está mi tarea pendiente: seguir encontrando lenguajes que acompañen y denuncien. Que no se queden en lo estético, sino que toquen lo ético.
NARRAR DESDE OTRO LUGAR
Carla Ascarza estará exponiendo en la muestra colectiva “Sinergia, arte femenino en diálogo con la memoria urbana”, que abre el próximo 15 de agosto a las 19:00 en el Espacio Cultural Staudt, sito en Iturbe 333 casi Mariscal Estigarribia. Expondrá allí en conjunto con Norma Annicchiarico; Gloria Valle y Osvaldina Servián.
Vale recordar que Carla, además de artista plástica, es también comunicadora.
–¿Qué facetas de la expresión potencia la pintura?, ¿qué cosas permite expresar más allá de las palabras?
–La pintura es, para mí, el lenguaje donde lo no dicho se vuelve posible. Como comunicadora, valoro el poder de la palabra, pero sé que tiene límites. Hay experiencias que no se traducen fácilmente: el dolor ancestral, la belleza inexplicable, la rabia callada. La pintura me permite explorar dimensiones expresivas que la palabra, por momentos, no alcanza. Pero, como comunicadora, siempre he sentido un fuerte compromiso con la narrativa: contar historias, dar sentido, transmitir lo profundo de lo humano. En mi obra, esa narrativa se vuelve visual, simbólica, sensorial.
–Se sigue contando, descubriendo…
–Pinto no solo para emocionar, sino también para contar. Cada personaje, cada escena, cada fragmento de color tiene una historia detrás. La pintura potencia esa posibilidad de narrar desde otro lugar, de dar cuerpo a relatos que a veces no encuentran espacio en los medios tradicionales. Y me permite también generar otra temporalidad: la del silencio, la contemplación, el tiempo detenido que exige una imagen. La narrativa visual que construyo desde el arte es una extensión de mi voz como comunicadora, pero una voz que a veces se vuelve más poderosa, más ambigua, lo que es fundamental para interpelar al otro. La pintur a abre un campo de significación que no pretende cerrarse . Y en eso me siento profundamente libre.
BREVE BIO
Carla Ascarza es licenciada en Artes Visuales por el Instituto Superior de Artes Verónica Koop con la puntuación summa cum laude. Cuenta con un masterado en Antropología Social por la Universidad Católica de Asunción y especializaciones en antropología de la salud y derechos humanos. Dentro de su formación artística estudió en programas y talleres en la Escuela de Bellas Artes, talleres libres de Olga Blínder, Edith Jiménez, Lisandro Cardozo, Vicente Duré, Luis A. Boh y Jo Oliveira. Fue becada por el maestro Livio Abramo como asistente en sus talleres de línea y color.
Cuenta con numerosas exposiciones colectivas nacionales e internacionales. Entre las más recientes se mencionan Muestra Kuña Mbarete Rembiapo, Sala Jacinto Rivero, Centro Paraguayo Japonés (2025); Muestra Ñepyrumby, Apart Hotel Maison Suisse (2024); Muestra Apertura de ciclo. Casa Hassler, San Bernardino (2024); Muestra Incondición Interior, Centro Cultural Manzana de la Rivera (2023).
Obtuvo el Primer Premio de Pintura en el XII Festival Mundial de Bellas Artes VERA, Moscú, Rusia. Año 2017. Representó a Paraguay en la muestra internacional Passion Art Barcelona. Sus cuadros también representaron al país en muestras en Nueva York (EE. UU.), Canberra (Australia) y Seúl (Corea).
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Remangate por la Vida: exalumnos del Colegio San José promueven la donación voluntaria de sangre
Con la campaña “Remangate por la Vida”, organizada por exalumnos del Colegio San José de Asunción, buscan crear conciencia y promover la donación voluntaria de sangre. La iniciativa cuenta con el apoyo del Ministerio de Salud Pública y se desarrollará este fin de semana.
Los sitios establecidos para las donaciones son la Casa del Exalumno del Colegio San José, la sede de la Unión Industrial Paraguaya (UIP) y los shoppings: Mariscal López, del Sol y Mariano.
“Nosotros venimos desde el 2018 organizando una campaña de donación de sangre con un grupo de exalumnos del Colegio San José, de diferentes promociones. Decidimos unirnos en busca de un bien común y encontrar algo que sirva a la sociedad”, explicó Walter Biedermann a La Nación/Nación Media.
El vocero de la organización manifestó que la idea surgió tras observar que significaba “una tragedia” conseguir sangre para salvar vidas.
“Se necesitaba 60.000 litros de sangre y se recolectaban 45.000 litros. Había un déficit de 15.000 que no son litros, sino son vidas humanas que se pierden”, reflexionó.
Fue ahí que el grupo de exalumnos del Colegio San José se planteó realizar las jornadas de donaciones de sangre para cambiar el paradigma de que en Paraguay la gente donaba sangre solamente cuando se trataba de un familiar o un amigo. Además, se donaba solamente para casos puntuales solicitados por ciertos centros médicos.
“Nos pusimos a trabajar y ahora ya acortamos esa brecha. Ya se necesitan 8.000 litros de sangre, se recolecta al año 52.000 litros, significa que hay unas 15.000 personas más que ya están donando permanentemente”, destacó.
Bierdermann consideró importante aclarar a la ciudadanía que un donante salva tres a cuatro vidas, de ahí la relevancia de ser dador permanente.
“Es absolutamente seguro, no hay ningún peligro de donar sangre. Al contrario, hace bien donar sangre y no dura más de 15 minutos. Y este fin de semana (sábado 5 y domingo 6) tenemos en el Shopping del Sol, Shopping Mariscal, Shopping Mariano, en la UIP y la Asociación de Exalumnos del San José”, significó.
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En siete años de vigencia, la campaña tuvo una pausa durante la pandemia del COVID-19 y tras superarse la crisis sanitaria global, nuevamente fue reactivada.
“En los años de pandemia, del 2020 al 2022 no hicimos. Y tenemos 2.600 héroes donantes, son aproximadamente 1.300 litros de sangre que le benefician a 10.400 personas. Y eso es lo más importante”, resaltó.
Afirmó que la gente ya está perdiendo el miedo a donar sangre y a donar a personas que no conocen. “Entonces hay muchas empresas, cooperativas, industrias que al año citan al Programa Nacional de Sangre y se van a las empresas a hacer donaciones. Ya tienen eso marcado y eso es lo bueno, porque la sangre se necesita durante todo el año, no en un momento dado nomás”, manifestó.
Las personas aptas para donar corresponden al grupo etario de 18 a 65 años, aunque una persona de 70 años que se encuentre en buenas condiciones de salud también puede ser donante.
“Puede donar la gente que tuvo hepatitis antes de los 12 años, puede donar la gente con diabetes, pero que no recibe insulina, 99, 9 %. Solamente el 1 % de la población no puede donar por algún motivo”, mencionó.
Los interesados en sumarse a la campaña pueden obtener mayor información en este link: https://drive.google.com/drive/folders/1t_oaEvFoUvvgHoPH1SYW4aCtTAh2uTJF?usp=sharing
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Exponen arte hecho en casa, en El Cabildo
Una exposición colectiva sin precedentes reúne obras de once artistas del Taller “Fábrica de Ideas”, en su primera muestra oficial. La cita es este lunes 16 de junio a las 18:00 en el Centro Cultural de la República El Cabildo, con acceso libre y gratuito. La muestra permanecerá abierta hasta el miércoles 18.
La exposición ofrece una diversidad de técnicas y expresiones, fruto de más de dos años de trabajo. Incluye desde pinturas sobre lienzo, repujado en aluminio, pinturas sobre loza, murales de azulejos pintados, hasta tallados en madera intervenidos con color. Todo bajo la coordinación de la artista y tallerista Alicia Pérez Pane.
“Queremos mostrar el arte que también hay en las casas y en las personas que no se dedican exclusivamente al rubro”, expresó Pérez Pane. Con este espíritu nace esta muestra, que da visibilidad a creadores que desarrollan su arte en paralelo a sus otras actividades cotidianas.
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La coordinadora remarcó el valor único de cada obra: “El arte es todo lo que conmueve. Es aquello que no se puede repetir dos veces. Por eso, lo que crean mis alumnas es arte, porque nadie lo podrá hacer igual”.
Entre los expositores se encuentran Milena Molas, Mercedes Clari, Gladys López, Helen Ismachowiez, Carlos Frutos, Patricia Rosales, Lorena Cuquejo, Lisette Mery, José María Ruiz, María Raquel Correa y la propia Alicia Pérez Pane.
Además de su carácter artístico, la exposición también es una celebración de la creatividad que florece en espacios no tradicionales. “Estoy muy agradecida con El Cabildo por apoyar a las amas de casa y personas que encontraron en el arte una forma de reencontrarse consigo mismas”, concluyó Pérez Pane.
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Ña Priscila: pintar para celebrar la vida
- Jorge Zárate
- jorge.zarate@nacionmedia.com
- Fotos: Mariana Díaz
Su colorida casa llama la atención de los vecinos en Villa Elisa, allí cerquita de Cuatro Mojones, por lo original, por la alegría que transmiten sus frescos. Para ella todo espacio es digno de ser coloreado. Las paredes, los pisos, los muebles la invitan, le sugieren formas que apura con sus pinceles.
Priscila Basualdo viuda de Morel se inició en la pintura por esas urgencias de ocasión. “Comencé con la plástica cuando me fui a una escuela a la que me llevaron los padres de familia porque confiaban mucho en mí, decían que enseñaba muy bien. Entonces, me buscaron y me llevaron en la escuela Bernardo Ocampos de Lambaré. Ahí yo comencé a pintar”, cuenta esta mujer de 90 años.
Cuenta que tenía 60 alumnos en un grado y había que conseguir su atención. Una de las formas fue el relato de cuentos: “La directora nos regaló una tela de tres metros para nuestro uniforme y yo tenía la idea de llevarles el cuento de la Caperucita Roja a mis alumnos, así que usé la tela para hacer allí los personajes del cuento para que los vean los chicos… No hice mi guardapolvo (risas). Igual, eran chicos muy obedientes”, recuerda.
PAREDES QUE BRILLAN
Lo de su vivienda vino con el tiempo, ya después de jubilarse como maestra. Primero fue la pared de una habitación: “Comencé haciendo las pinturas en el dormitorio de mi hija, dibujé lo que se me venía en mente. Cultivo en mi mente todo esto (dice señalando sus creaciones). No busqué de otro lado, solamente fue idea mía hacer estos dibujos que ustedes ven por aquí”, comenta explicando que después se fue expandiendo hacia la sala de estar, la cocina y así hasta llegar al patio.
Ña Priscila no pinta cuadros ni lienzos; solo las paredes, muebles y algunos objetos de su casa con pinturas que en general le proporcionan sus hijos. “O la compro yo o viene mi hijo. Tengo un hijo médico que viene con la pintura porque él sabe que esa es mi debilidad. Desde el piso de mi casa, el portón hasta el último rincón de mi casa está pintado y solamente puedo decir que la pintura es un momento de relax para mí”, cuenta.
Esta enérgica mujer encara su tarea a pesar del mal de Parkinson que la afecta, dando prioridad a sus colores favoritos: rojo, verde, azul y amarillo: “Me da alegría y satisfacción, pintar es maravilloso, relajante, te da vida, el valor que te da es la salud”, resume esta señora madre de cinco hijos.
“En este junio cumplo 91 y si Dios no me lleva todavía consigo voy a seguir pintando a pesar de las manos temblorosas porque tengo el mal de Parkinson. Eso es lo que tengo, pero no es grave. Es un poco, por eso es que un brazo no uso y con el otro nomás pinto. Porque yo sé que el otro a veces tiembla de repente y me mancha la pintura, entonces yo con el lado derecho pinto. Y si alguien viene que me vea pintar, así va a saber lo que yo hice y que no es mentira”, pide.
Su expresión artística es terapéutica, asegura: “Me ayuda muchísimo en todo porque mientras lo hago, no pienso en otras cosas, estoy pensando en cómo hacer, cómo trazar. Así hago, de mi mente nomás saco, de ahí nomás yo miro por cualquier cosa… Por ejemplo, se me presenta una botella y me digo ‘¿podés hacer algo de esta botella?’. Entonces, inmediatamente le voy a hacer un motivo”, apunta.
ENSEÑAR SIEMPRE
“Mi sueño es que mis hijos también puedan seguir mis pasos porque esto te ayuda muchísimo, en todo sentido te ayuda la pintura”, cuenta de sus expectativas. “Hay que pintar para saber lo que se siente dentro de sí mismo, una alegría inmensa. Y cada vez que vos ves que estás echando el pincel en la tierra o en la pared, te llena de satisfacción. Al menos a mí es así, no sé yo a otra persona”.
Mujer de mucha fe, quiere que se le salude a su patrona: “Quiero contar que he trazado una imagen de la Virgen de Caacupé. Al entrar en el portón lado izquierdo, pinté una virgen, yo tracé y pinté. Hace 6 a 7 años que está esa imagen ahí pintada, ese no se despinta, no le pasa nada, pero a veces yo me voy con mi pincel y le retoco para que no se destruya”.
Dice que se siente muy bien cuando pinta cerca del portón del terreno de su casa, un lote de 12 x 40 del que se alegra haber pintado casi en su totalidad. “‘¡Qué linda tu casa!’, me dice la gente. A veces vienen a visitarme con su criatura y entra la nena y dice a su mamá que quiere pintar así como yo hago.
También ella quiere hacer, pero nadie le trae a su hija para aprender a pintar conmigo. Vaya uno a saber por qué no puede traerle. Pero sí le voy a decir que su padre le eduque en su casa y le enseñe cómo pintar porque todos sabemos pintar. Uno se dedica nomás a eso y ya sale el trabajo”, recomienda.
UNA BURRERITA ESPECIAL
Para ña Priscila, el recuerdo de su madre es permanente. Por eso, para darle ese carácter, la reflejó en un dibujo en una de las paredes de su casa. “Sí, el dibujo de mi mamá es un homenaje. Yo entraba en un colegio de monjas, somos dos hermanas y las dos somos profesoras. Mamá nos llevó a inscribir en ese colegio y era carísimo para mi familia. ¿Sabe cómo pagó mi mamá por nosotros? Con leña que le llevaba a la monja, porque cuando eso se usaba la cocina de leña nomás, no había nada, ni gas, ni eléctrico”, cuenta.
Su mamá era burrerita y llevaba siempre sus mercaderías a los mercados de Asunción. “Por eso yo le hice a ella, recordándole porque era una madre muy sacrificada que hizo mucho por educarnos. Por eso se merece tenerle así, por lo menos en un rincón para que nos acompañe siempre”, expresa ña Priscila en esta entrañable nota para La Nación del Finde.