Tras liderar y ser miembro de varias organizaciones civiles locales, como Techo en Paraguay 2009-2013, desde el 2014 al 2018 Soledad Núñez fue ministra de la Secretaría Nacional de Vivienda y Hábitat (Senavitat), luego dirigió la creación e implementación del Comité Nacional del Hábitat con participación de 60 instituciones públicas y privadas, e impulsó y concretó la redacción de la primera Política Nacional de Vivienda y Hábitat del Paraguay.

Así logró destacarse no solo en el ámbito local, ya que en el 2015 fue electa Presidenta de la Asamblea de Ministros de Vivienda y Desarrollo Urbano para América Latina y El Caribe y en el 2017 fue reconocida por el Foro Económico Mundial, como Joven Líder Global e incluida en la lista de la Nueva Generación de Intelectuales Públicos de Latinoamérica, por la revista Global Americans.

Actualmente se desempeña en emprendimientos personales desde el sector privado, brindando consultorías a organismos internacionales en materia de vivienda y desarrollo urbano, a más de participar activamente en varios espacios de la sociedad civil como la reciente iniciativa “Paraguay Ahora”, la Red de Apoyo a Asentamientos Vulnerables ante el COVID-19 y la ONG “Enseña por Paraguay” entre otros.

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Crecimiento personal y profesional

Soledad Núñez logró un destacado protagonismo al haber sido una de las pocas mujeres jóvenes en liderar una secretaría de Estado, orientada a generar soluciones sociales. Para lograr ese crecimiento tanto profesional como personal, reveló que tiene tres pilares; primero que solo las acciones terminan transformando la realidad, lo que la mantiene siempre dispuesta a “hacer cosas” y a generar “impacto”. “Uno tiene que perder el miedo a equivocarse, estar dispuesto a tomar riesgos y consecuentemente modificar la realidad”, dijo.

Como segundo pilar, nuestra entrevistada menciona que si uno decide actuar tiene que saber por qué lo hace, ya que tener en claro el propósito del accionar es muy importante. “Eso impide que nos desviemos, que tomemos atajos o que nos desorientemos. Actuar en una dirección determinada es lo que le da sentido a la acción”. Y el tercer aspecto que destaca es que si uno decide actuar con propósito, con dirección, tiene que asumir un compromiso real de vida.

“Compromiso significa no renunciar cuando las cosas se ponen difíciles o no son como a uno le gustaría. Significa adoptar una actitud resiliente para levantarse mil veces si es necesario y seguir adelante. No rendirse nunca. Finalmente mi secreto es ese: acción + propósito + compromiso”, acentuó.

Soledad Núñez, exministra de la Senavitat. Foto: Nésor Soto.

Oportunidad para las mujeres

Adentrándonos a su rol protagónico y cómo lo logró, manifestó que sin duda hoy hay muchas más oportunidades que hace 50 años, lo cual no se puede ignorar. Pero aún existe un camino por transitar para asegurar que las oportunidades para hombres y mujeres sean las mismas en todos los aspectos de la vida. La participación política femenina sigue siendo marginal, al igual que el porcentaje de posiciones ocupadas por mujeres en directorios empresariales.

“El problema en estos tiempos, es que las barreras son más sutiles y tienden a ser invisibles, por ende cuesta encontrar un camino para derribarlas. Mi consejo para todas las mujeres es seguir luchando siempre y que nunca dejen que nadie les diga que por su “condición de mujer” están incapacitadas para hacer algo”, precisó Núñez.

Conociendo sus proyectos

Soledad se abrió con La Nación y comentó que su meta a corto plazo es volver a la docencia, ya que para ella es un acto de amor. “Mi meta en la vida es siempre poder ser útil a los demás, poder agregar valor a la realidad que nos toca administrar. Un desafío personal, es mantener siempre viva la llama de la esperanza para que sea el motor que me mantenga andando”, mencionó.

Soledad como persona

Ante la consulta si se define como una persona exitosa, señaló que “el éxito se construye todos los días, es un camino y no un destino”. Ella se define como emprendedora social y cívica, ya que le apasionan los desafíos que puedan generar un impacto positivo a su alrededor, por ende, es optimista, hiperactiva y determinada y se esfuerza todos los días por cultivar la empatía, la paciencia y la alegría, nos cuenta.

“Me gusta conectar con las personas, soy sensible pero no débil, tengo mucha fortaleza mental y de espíritu que trato de mantener firme en todo lo que emprendo. Idealista empedernida pero con capacidad de interpretar la realidad”, expresó.

Le encanta el deporte en general, juega al fútbol, tenis y anda en bicicleta y durante la cuarentena aprovechando el tiempo, revivió otra de sus pasiones, ya que volvió a pintar después de mucho tiempo.

Necesidad país

Para la joven emprendedora y exministra, su principal deseo para el país es acabar con la corrupción, construir una sociedad íntegra y aumentar la capacidad de diálogo que permita identificar horizontes comunes. Todo el resto vendría por añadidura.

“Sin diálogo, la polarización nos vuelve ciegos y se anula la empatía, lo cual resta capital social. Sin capital social no hay ánimo de colaboración, no hay tejido social, ni ejercicio constante de búsqueda de la verdad”, acotó, al tiempo de agregar que la corrupción corroe la capacidad, apoderándose la intolerancia de la vida social y de esa forma, será muy difícil lograr cualquier objetivo propuesto como sociedad, puntualizó.

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