El mensaje de fin de año del presidente de la CEP habla acerca de la importancia del diálogo y de seguir siendo solidarios con los más necesitados.

El Mons. Adalberto Martínez Flores, Obispo de Villarrica y Administrador apostólico de las FF.AA. y la PN, Presidente de la Conferencia Episcopal Paraguaya (CEP), expresó que este año ha sido difícil para el país y para amplios sectores de la población, pero también, esto mismo ha dado ocasión a gestos y acciones de solidaridad y de fraternidad entre compatriotas que ponen de manifiesto la bondad del paraguayo.

Señaló que las condiciones climáticas golpearon con fuerza a varias comunidades con sequías, inundaciones e incendios. Miles de familias fueron afectadas. Sin embargo, otras personas e instituciones generosas y solidarias se organizaron para mitigar el dolor y el sufrimiento del prójimo necesitado.

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“Estas y tantas iniciativas de solidaridad y de caridad con el hermano que sufre han nacido y fueron impulsadas por las comunidades eclesiales, desde su fe en Jesucristo, que nos dejó el mandato del amor al prójimo como identidad del cristiano. En este sentido, alentamos a todos los miembros de la Iglesia a seguir siendo signo visible y palpable del amor y de la misericordia de Dios con los más pequeños de la sociedad: los niños, los ancianos, las viudas, los huérfanos, los enfermos, los adictos, los presos, los migrantes, en fin, en todas las situaciones y personas que reflejan el rostro sufriente del Señor y que claman nuestra atención (cfr. Mt 25, 41)” sostuvo.

Mencionó además que las acciones de caridad individual u organizada son importantes, pero insuficientes. “El Señor nos dice: “Dénles ustedes de comer”, como un mandato inmediato y urgente, pero estamos llamados a comprometernos con los cambios estructurales que requiere el Paraguay para que a ninguno de sus hijos les falte lo necesario para una vida digna” enfatizó.

Desencanto con la democracia

Habló además de reducir la inequidad social estructural, así como un combate decidido a la corrupción y a la impunidad, que daña el tejido social y moral de la nación, es una tarea necesaria, imprescindible, y también urgente para propiciar la paz social.

“La inequidad, la corrupción y la impunidad producen desencanto con la democracia; hay una profunda insatisfacción social porque no se atienden adecuadamente las demandas de la población por mejores condiciones de vida: cobertura de salud, educación de calidad, techo, tierra, empleo digno, seguridad y un ambiente saludable, entre otros derechos básicos del ciudadano. En una palabra, se trata del anhelo y el derecho de ser felices porque se tiene acceso a servicios básicos de calidad como corresponde a cada ciudadano que habita el suelo patrio” refirió.

Recordó también que los acontecimientos sociales y políticos que afectaron a varios países de la región, con estallidos sociales que costaron vidas humanas y nos han causado luto y sufrimiento, deben invitarnos a la reflexión serena sobre las causas que los motivaron, analizar nuestra propia realidad y recapacitar con el objetivo de establecer consensos que permitan corregir rumbos.

Diálogo social

“Es por ello que los Obispos hemos hablado de la necesidad de un diálogo social. Se trata de identificar los principales temas que impiden el desarrollo del país, mantienen la inequidad que excluye de los beneficios de la economía a amplios sectores de la población y debilitan las instituciones de la República. Es un imperativo moral dialogar sobre los grandes temas que son fuente de un malestar social y podrían ser causa de un estallido social en el Paraguay. Exhortamos, pues, a los líderes políticos, económicos y sociales que, con espíritu abierto y con gran sentido de responsabilidad, propicien espacios de diálogo serio que permitan identificar y priorizar los temas sobre los que es necesario establecer consensos para el logro del bien común de la sociedad” aseguró.

Por último recordó el mensaje del Papa. “El papa Francisco nos alienta: “Debemos buscar una verdadera fraternidad, que esté basada sobre nuestro origen común en Dios y ejercida en el diálogo y la confianza recíproca. El deseo de paz está profundamente inscrito en el corazón del hombre y no debemos resignarnos a nada menos que esto.” (Mensaje Jornada Mundial de la Paz 2020)” expuso.

Manifestó además que un nuevo año que se inicia es siempre un tiempo de gracia y esperanza, es una ocasión oportuna para fijarse propósitos de construir una agenda país, que apunte al desarrollo integral de sus habitantes, y otros propósitos, por el bien de la República, por la paz social y por la vida digna de nuestro pueblo. “¡Feliz año nuevo 2020 y que Dios bendiga al Paraguay!” puntualizó.

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