Durante la Homilía de Nochebuena, pronunciada por Monseñor Edmundo Valenzuela, Arzobispo de la Catedral Metropolitana pidió a las autoridades recuperar la soberanía territorial de franja de tierras del Estado Paraguayo.
“Combatamos valientemente la corrupción que es la destructora de la vida social, con el cumplimiento de la Constitución Nacional a la que gobernantes y gobernados estamos sujetos para el buen funcionamiento del país. Es preciso recuperar la soberanía territorial de los 50 kms de franja de tierras del Estado Paraguayo, actualizando y limpiando el catastro de títulos falsos. Igualmente recuperar los parques nacionales de usurpadores que han talado árboles para sembrar sojas”, expresó.
Señaló que se debe tomar medidas impositivas y de grandes multas contra todo lo que produzca el crimen ambiental y contra todo lo que produzca desplazamiento de la población rural hacia zonas urbanas. Defendamos la soberanía energética de nuestras hidroeléctricas binacionales para beneficio de la población paraguaya. Que cuantos no respetan las normas y leyes del Estado pensando en ser impunes, que sepan la injusticia que realizan y recuerden que cometen delitos sociales graves y están obligados a reparar los daños ocasionados al país”.
Así también buscar prevenir los abusos de menores en todas las instituciones, protejer la dignidad de la mujer en contra de toda violencia, dignificar la vida de los campesinos, indígenas y familias indigentes mediante programas de desarrollo integral, en un proyecto de economía solidaria.
“Nos auguramos que la salud y la educación para todos sea un camino seguro para el combate a la pobreza, favoreciendo el bienestar de las comunidades y de las familias unidas en la solidaridad, protegidas en su seguridad por el Estado Paraguayo y felices por amar a Dios y al prójimo”, sostuvo.
Personas humildes y de pecadoras
“El Evangelio de Lucas nos presenta el gran texto de la noche de Navidad. El conjunto narra e interpreta lo que significa el nacimiento de Jesús, el Salvador, el Mesías y el Señor en la ciudad de David. Cuando María no encuentra acogida para dar a luz, el cielo muestra que nada hay imposible para Dios. El Salvador, el Mesías y el Señor ni siquiera tiene sitio en la ciudad de David, que no era Jerusalén. Desde el cielo se les da un signo: un niño envuelto en pañales y acunado en un pesebre con los títulos de quien ha nacido: Salvador, Mesías y Señor”, puntualizó.
Resaltó que esto es lo extraordinario y la grandeza de la noche de Navidad que se trata de signos muy humanos que hacen posible hablar de una noche divino-humana. “La historia de Dios es de liberación y de amor. Dios, pues, está entre nosotros porque quiere divinizarnos a todos, humanizándonos. El himno de los ángeles lo deja claro: con el don de la paz que Dios entrega a los que ama; los que son objeto de su benevolencia. Efectivamente, navidad se escribe con la mano del Dios vivo y verdadero que sale a nuestro encuentro”.
Pidió que reconocer ante la presencia y mirada de Dios la condición de personas humildes y de pecadoras, pero reconciliados por el sacramento del perdón y por el bautismo fortalecidos en la vida cristiana. “Que a pesar de la vida personal, familiar, social sea por una parte dura, exigente y sacrificada, por vivir la santidad cristiana, sepamos que ese sacrificio nos une al Sacrificio eucarístico y nos habilita a mayor confianza en la gracia de Dios”, puntualizó.
También instó a los cristianos católicos con alguna autoridad civil y social que sean portadores con gallardía y sano orgullo de la fe cristiana, camino de verdad, de justicia y de amor solidario. “Enseñemos y practiquemos como ciudadanos los valores éticos y morales como tesoro para una sociedad más justa y solidaria. Las familias reunidas alrededor del pesebre, contemplen al Niño Dios nacido en medio de la pobreza y el abandono social, sin hospedaje alguno, en medio de la fría naturaleza del lugar”.