Muchas madres aún con niños en brazos, preparan el pesebre para dar un toque más cálido al albergue del Hospital Pediátrico “Niños de Acosta Ñu”. Ellas no saben si compartirán la cena navideña o recibirán el nuevo año en compañía de sus familias o con el equipo médico. Sí están seguras es que harán lo posible para que sus hijos sean felices durante estos días.
Margarita Girett extraña despertar en su casa, amamantar a su bebé, a quien tuvo que dejar al cuidado de su hija de 19 años. Ella salió de Caaguazú, hace más de cuatro meses, angustiada por los dolores de hueso y la fiebre que sufría otra de sus hijas más pequeñas. Llegaron al Acosta Ñu, en donde le dieron el diagnóstico y tratamiento que debían seguir.
A Margarita no le gusta hablar de la enfermedad de su niña, pero sí de lo largo que será su andar por el hospital, consciente de ello hace un análisis de lo que le toca vivir. Dice que desde llegó fue tratada muy bien, pero que extraña mucho a su familias, especialmente a su beba, que ahora tiene seis meses.
"Pero estoy feliz de ver los resultados en mi hija, que hace seis meses no podía dormir de los dolores insoportables que tenía y ahora veo mejorías, cada vez está mejor. Gracias a Dios y al hospital que nos da todo, desde medicamentos y albergue para poder vivir el día a día”, dice Margarita.
Ante el relato de Margarita, Bernardita -otra de las madres que se encuentra compartiendo la preparación del pesebre- comenta también que utiliza el albergue dos o tres días al mes, cada vez que a su niño le solicitan los controles de rigor como análisis, estudios y charlas con sus médicos.
El tiempo pasa entre los recorridos por el hospital y el albergue, “la cocina es el lugar donde más nos gusta compartir, heta javy´a upepe. Cocinamos y nos sentamos todos juntos a comer”, dice mientras mira de forma tierna a su hijo de 10 años.
Las conversaciones que se dan en el patio del albergue, entre risas, corridas tras los niños y la colocación de los animalitos en el pesebre, expresan gratitud a los responsables de salud por brindar atención a sus hijos y hacer posible que las familias cuenten con un sitio acogedor donde puedan vivir, mientras se encuentran lejos de sus hogares.