(Por Nathalie Iriarte, periodista y voluntaria)

Fotos: Junior Wazileswski

Gentileza para La Nación

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Seis de la mañana. Es el día dieciocho de combate contra el fuego para Álvaro Castillo y su equipo de bomberos voluntarios que han viajado sofocando incendios desde la punta del Pantanal hasta Concepción, pasando por la Chiquitania, territorio correspondientes al gran Chaco Americano, en el Departamento de Santa Cruz. Álvaro comienza el día diciendo: "El fuego que estamos combatiendo se reactiva y sigue creciendo. Estamos recolectando indicios en el terreno para que sean analizados por las autoridades competentes para demostrar que en muchos casos los incendios parecen ser provocados. Las pruebas de video y fotográficas son de vital importancia.

Aproximadamente 50 voluntarios escuchan sus palabras. Todos montan a sus camionetas equipados con mochilas de agua, palas, machetes y una voluntad insofocable. Las columnas de fuego y humo se ven por todas partes. Álvaro indica a cada miembro del equipo su posición y el plan de ataque hablando a través de un radio handy recientemente donado. Su grito de guerra motiva al cuerpo de bomberos voluntarios: "¡Vamos a darle con hierro! ¡A apagar esas llamas!

Esto sucede a 40 kilómetros de Concepción, en el camino a La Morita, dónde los bomberos luchan contra uno de más de 50 focos de calor registrados. Aquí, en el hogar del Festival de la Orquídea, se teme que el evento más importante del año para el municipio chiquitano sea cancelado debido a los incendios forestales al igual que se suspendió el Festival de Temporada de Música Misional y Teatro de Chiquitos que estaba programado para fines de agosto.

Los bomberos realizan una titánica tarea para combatir el fuego.

Desde que se iniciaron los incendios en esta zona de Bolivia, el reporte oficial que maneja el gobierno es que un millón de hectáreas ya fueron consumidas por el fuego. Organizaciones civiles y de defensa del ambiente hablan de una cantidad mayor. De cualquier forma, el daño ambiental es incalculable hasta ahora.

El festival de la orquídea debería realizarse en octubre pero el fuego ya está avanzando en áreas protegidas afectando bosques que son el santuario de la mayor variedad de Orquídeas del país. Solo el martes en Concepción se registraron cinco nuevos puntos de fuego y para los bomberos la expansión del fuego no tiene sentido ni razones naturales sino que “son misteriosos y parecen provocados intencionalmente”.

Mientras el subgobernador de la provincia se pregunta sobre el impacto económico que tendrá en Concepción la ausencia del festival, Álvaro Castillo juntos a 10 bomberos voluntarios tratan de apagar las llamas en el camino pasando La Morita.

Brisa fresa, pero alerta roja

Fueron seis horas intensas de cargar y descargar mochilas con agua, abrir senda a machetazos para controlar el fuego, entrar a los romper troncos ardientes con hachas y echar tierra con palas para extinguir totalmente la opción de una reactivación. Cuando se tuvo cierto control todos se dieron un descanso siguiendo la voz de mando de Castillo. El equipo se sentó en el camino de tierra, se quitó los pañuelos y lentes ennegrecidos por las cenizas y se dispuso a comer latas de sardinas donadas. Pronto se sintió una brisa fresca, que en vez de ser un aire para los pulmones de los bomberos fue una alerta roja. “Está cambiando el viento, esto no es nada bueno”, dijo Castillo.

La brisa se volvió un fuerte viento y pronto el camino se nubló de humo negro. Los pocos puntos de fuego que quedaban más adelante se juntaron en uno solo y tomaron fuerza. Pronto se comenzó a escuchar cómo los árboles crujían y se caían enormes y con estruendo. Entonces Álvaro dijo: “Hoy perdimos, nos pateó el fuego ¡Retirada! Esto nos va cerrar el camino y ya no podemos hacer nada sin maquinaria pesada”.

Todos subimos a las camionetas rápido y en silencio. La frustración dolía tanto como el humo en los ojos. El fuego creció y consumió más de 7 kilómetros horas después de que nos fuimos.

Pero las horas de trabajo intenso y el humo en los pulmones no fueron en vano para estos voluntarios que a pesar de que hoy perdieron una batalla mañana se alistarán nuevamente para seguir el combate. Estos héroes silenciosos llevan más 20 días apagando incendios desde Puerto Suárez hasta aquí. Nosotros, un grupo de 4 voluntarios que vinimos a documentar y a entregar donaciones pero no pudimos dejarlos solos. Agarramos las herramientas que tuvimos a mano y tratamos de ayudar. Y con solo el primer día pudimos sentir el peso que llevan en los hombros los bomberos.

El saldo de jornada fue un bombero que sufrió intoxicación por aspiración de humo, algunos con quemaduras, muchas ampollas en los pies y varias botas derretidas por las brasas calientes sobre las que caminamos. Mis botas de cuero no soportaron ni un día de trabajo. Para los bomberos voluntarios esto no es una sorpresa, les pasa a diario ya que no cuentan con los calzados adecuados para entrar a las zonas donde arriesgan sus vidas. Entre esos 10 voluntarios ni uno tenía un traje especial anti flamas ni botas especiales. Todos usaban jeans y camisas donadas, botas de cuero tipo militares y overoles amarillos sobre la ropa.

Así y todo ¿por qué ingresaron al cuerpo de bomberos voluntarios?

“Para salvar el aire y los bosques de todos”, nos dijo uno. “Porque todos debiéramos ser más responsables con la naturaleza”, dijo otro. “Porque vi el desastre y decidí capacitarme para ayudar” dijeron a coro dos muchachas de ojos rojos y llorosos por tanto machetear ramas ardientes y apagar brasas en medio de la humareda.

Aún sin los equipos adecuados, los socorristas no dejan de trabajar.


Burla

Aquí las palabras de la ministra de cultura, Wilma Alanoca, son consideradas como una burla a los bomberos. Mientras ella declara a los medios que el patrimonio cultural del país y los atractivos turísticos no se han visto afectados por los incendios, estos hombres y mujeres ven cómo kilómetros de Pantanal, bosque chiquitano y amazónico quedan reducidos a cenizas.

Al volver a Concepción solo queda humo. Un avestruz nos aparece por el camino huyendo del desastre. El panorama es desolador, un cementerio de arbóles consumidos por el fuego. En el medio un enorme Toborochi resiste. Es el único. El Toborochi tiene cicatrices negras del incendio pero se mantiene en pie majestuoso entre las cenizas. Entre sus heridas de fuego hay graffiti de aerosol blanco que aún se logra leer. Las camionetas de bomberos cansados lo contemplan al pasar. El grafiti dice EVO.

40 Mil hectáreas arrasadas en Paraguay

El último reporte que tienen las instituciones del Estado paraguayo hablan de que unas 40.000 hectáreas de bosques del pantanal fueron consumidas por las llamas. El fuego, que se inició en la zona del parque nacional Río Negro, se extendió rápidamente hasta el territorio que corresponde a la reserva privada “Tres Gigantes, de la organización Guyra Paraguay. Además, en la zona de Chovoreca, Alto Chaco, los incendios también arrasaron con cientos de hectáreas.


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