Un trabajo realizado por el fotógrafo del diario La Nación, Christian Meza, obtuvo el primer premio en el concurso de fotografía “Libertad de expresión en Paraguay”. El certamen fue organizado por el Sindicato de Periodistas del Paraguay (SPP).
La fotografía ganadora del primer lugar le correspondió por su trabajo “Ni se te ocurra”, la frase que acompañó el “baño” que recibió el senador Juan Carlos Galaverna, por parte de su colega Paraguayo Cubas. Esta imagen se llevó el principal premio esta noche de entrega de galardones, que realizó el SPP en la Universidad Autónoma de Asunción.
La distinción le fue entregada por la secretaria general del Sindicato de Periodistas del Paraguay (SPP), Noelia Díaz Esquivel, así como de expertos en fotografía.
La muestra de las mejores fotografías de este concurso ya pueden observarse en la Manzana de la Rivera, donde son exhibidas.
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“Héroes de la Guerra del Chaco”: un libro de homenaje a todo color
Un álbum de fotografías que ayudan a recrear la contienda se presentará próximamente. Su autor, Hugo Gunsett, las coloreó por computadora en un trabajo de años para honrar la memoria de los caídos y de los que volvieron con vida tras defender la integridad territorial de la patria.
- Por Jorge Zárate
- jorge.zarate@nacionmedia.com
- Fotos Gentileza
Hugo Gunsett es reservista de la Marina nacional y un día advirtió que no había imágenes a color de la Guerra del Chaco (1932-1935). Así fue que decidió poner manos a la obra y munido de un programa de gráfica se dio a la tarea. Fruto de ese trabajo, en estos días pondrá a disposición del público el álbum de fotografías “Héroes de la Guerra del Chaco”.
Estudiante de diseño gráfico y computación, aprendió de manera autodidacta dibujo y pintura. “Un día vi en internet fotografías coloreadas de la Primera Guerra Mundial y me puse a buscar algunas de la guerra del Chaco. Como no había, pensé en hacerlo”, cuenta.
Ya lleva más de 10 años haciendo que las fotos pasen de su blanco y negro original al color. “A través de un proceso por computadora, sin utilizar inteligencia artificial, usando una paleta de colores y el mouse, voy dando color pixel por pixel a la fotografía. Un trabajo arduo que a veces lleva horas y depende del tiempo, la complejidad y los detalles de la foto, puede llevar días”, comentó.
EXPOSICIÓN ITINERANTE
Gunsett se alegra de las devoluciones que le va dando la gente cuando observa su trabajo en una exposición itinerante que ofrece en escuelas, colegios y en el Museo Naval. También llegó a viajar con su exposición a bordo del cañonero Paraguay hasta Pilar, donde expuso por una semana.
“La gente desconoce que no había fotos a color y se sorprende con el resultado, las reproduce con su celular, es lindo ver el cambio en los rostros”, dijo. También “cuando le presento a nuestros combatientes que están en las fotos y por primera vez ven el rostro y los reconocen, esto hace parte de nuestra memoria visual”, expone.
Entiende que es también un homenaje a los excombatientes. “Todavía quedan algunos héroes con vida, cuatro o cinco si no me equivoco. Por eso la primera exposición que hice fue para honrarle a los veteranos que aún quedaban con vida ya por el año 2014. Fue al costado del Panteón, donde recordamos que en el Chaco quedaron 33.000 soldados”.
HOMENAJE
Y agrega: “Este es mi homenaje para todos los caídos y para los que combatieron y volvieron con vida, muchos de ellos lisiados y mutilados. Hay un refrán que dice ‘un soldado no muere en el campo de batalla, muere cuando su pueblo lo olvida’. Y mientras no los olvidemos como pueblo, entonces ellos seguirán vivos en nuestros corazones”.
El autor expone que “la guerra del Chaco es un poquito más cercana a este tiempo que la guerra del 70, pero extrañamente es una guerra bastante ignorada”, reflexiona llamando a recorrerla en un volumen de gran impacto visual, que enseña con el poder de la imagen entretelones de un hito histórico nacional.
“Mi misión es enseñar en la charla a los niños, jóvenes y adultos, porque tengo material audiovisual especialmente diseñado para escuelas y colegios que quieran ver estas fotografías. Les animo a que me envíen la invitación y coordinamos un día para que yo pueda llevar también a nuestros héroes a las escuelas y colegios para que sean testigos del valor y la entrega y el amor a la patria de nuestros héroes”, propone.
EL SUEÑO DE UN MUSEO
“Mi objetivo final sería conseguir un espacio para poder crear un museo con fotos a color de la guerra del Chaco”, dice Gunsett. Allí estarían expuestas fotografías de manera permanente “para que la gente pueda asistir, ver quiénes eran nuestros héroes, los lugares donde se combatieron, los vehículos que teníamos y de esta forma mantener viva la memoria de nuestros héroes”. El autor del libro de fotografías coloreadas entiende que sería bueno tener un lugar “donde niños, jóvenes y adultos puedan ver a nuestros héroes de una forma totalmente distinta a lo que siempre se ha visto en blanco y negro. Sería una forma de honrar de manera permanente a los que dieron la vida, los voluntarios extranjeros y los que sobrevivieron a la guerra”, apunta.
Quien se interese en el trabajo de Gunsett puede contactarlo al (0982) 075-244 o seguirlo en sus redes sociales: “Quiero aclarar que la venta de los cuadros, de los álbumes, me sirve para tener un fondo y de esta forma realizar las exposiciones, mandar hacer los encuadres de las fotografías, para la movilidad y llegar a los puntos a los cuales soy invitado y de esta forma poder dar esta charla y mostrar el trabajo”, concluye.
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Reafirmamos nuestro compromiso con la verdad y por un país mejor
En medio de un complejo paisaje marcado por la desinformación constante, la conveniente reescritura de los hechos y hasta el acomodo de los datos estadísticos evaluados desde la perspectiva de la ciencia, el buen periodismo ha venido naufragando ante los ojos de los lectores, con la consecuente derivación en la pérdida de la credibilidad.
Por fortuna, el público, con las nuevas herramientas que proporciona la tecnología, también aprendió a ejercitarse para interpretar los acontecimientos desde una mirada crítica, más allá de los límites de la prensa tradicional.
Las noticias, por tanto, son reconstruidas desde varias aristas, y no ya desde el ojo exclusivo de los periodistas. Es una manera alternativa –que antes no existía– de intentar una aproximación a la verdad, aquella que nos trasciende en su objetividad y permanencia. Es decir, que está ahí por encima de las pretensiones de domesticarla y presentarla con un ropaje adulterado que la distancia de sus raíces fundamentales.
Estamos en presencia de la no-verdad, de las falsas noticias, que se han vuelto una trágica pandemia que persigue el inmoral objetivo de influenciar en el ánimo y las decisiones de los ciudadanos y ciudadanas para torcer el rumbo de sus voluntades en el momento de asumir posturas. Por eso, el bombardeo incesante con sus armas preferidas: el bulo y las patrañas.
A lo largo de todo el proceso de transición democrática, iniciado el 3 de febrero de 1989, algunos medios de comunicación (que luego se transformaron en verdaderas corporaciones mediáticas), en su afán de creerse propietarios de la verdad absoluta, han ensayado varias fórmulas para poner en práctica su inocultable afán de erigirse en el gran elector. Para dejar esto en términos de mayor claridad o, incluso, en palabras bíblicas: ambicionan poner y quitar reyes. Que, en nuestro caso, serían presidentes de la República.
Para ello se tejieron alianzas con una clase política que tiene sus mismos viciados propósitos, ya que lo único que les importa es la captura del poder, y no precisamente la radical solución a los graves problemas estructurales que desde hace décadas descargan todo su peso sobre las clases más humildes de nuestra sociedad. Esa cosecha, salvo una o dos excepciones puntuales, fue permanentemente hostil y ajena a sus anhelos.
Hoy, en medio del actual contexto de confusiones deliberadas y dispersión de humos distractores para desviar la verdad hacia relatos mendaces y sectarios, el diario La Nación cumple treinta años de la aparición de su primer número, el 25 de mayo de 1995, bajo la entonces dirección de don Osvaldo Domínguez Dibb (+), uno de los dirigentes deportivos más laureados de nuestro país, quien trajo al Paraguay la primera Copa Libertadores de América, en 1979, de la mano de su amado y eterno Club Olimpia.
En los últimos años, bajo la actual gestión, nuestro diario se ha esmerado por ofrecer al público la versión ignorada exprofeso por otros medios de comunicación. Naturalmente, en ocasiones, hemos caído, también, en algunos errores propios de toda actividad que tiene al hombre como el centro de acción.
Sin embargo, nuestra conducta profesional nunca estuvo orientada por la mala fe ni la parcialidad manifiesta para exaltar la mentira, el engaño y el fraude en el manejo de la información.
Hemos sido útiles, consecuentemente, al mostrar las otras aristas de los hechos a fin de que la ciudadanía pueda tener un panorama completo de la realidad. Y, así, hemos obrado conforme a la razón, la irrefutable lógica y la irrebatible contundencia de cómo han ocurrido los sucesos.
Estos son, pues, los datos imprescindibles que el lector puede recoger del entorno para su toma de acción. Nos anima, por ende, impulsar siempre una acción ética, recta, honesta y, además, provechosa para el particular interés del ciudadano y su armoniosa convivencia dentro de una sociedad que se expresa y comunica con relatos cargados de veracidad.
Y no de narrativas tendenciosas que no hacen sino deformar la actualidad, su sustrato histórico y su proyección en el tiempo.
Informar con veracidad no precisa de leyes que nos obliguen a hacerlo, así como consideramos inaceptable cualquier intento de restringir la libertad de expresión, cuya prolongación práctica es el cumplimiento de un mandato que garantiza el pluralismo democrático: el derecho del pueblo a estar informado.
La observancia de estas pautas ineludibles para el buen periodismo constituye, más que nada, un imperativo ético. Y en ese trayecto nos habrán de encontrar, con nuestras luces y nuestras sombras, pero con el irrenunciable compromiso de aportar, con nobleza y sinceridad, para la construcción de un país mejor.
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Fotógrafa mexicana recibe el Princesa de Asturias de las Artes
- Barcelona, España. AFP.
La mirada innovadora y profunda de la fotógrafa Graciela Iturbide fue galardonada este viernes pasado con el Premio Princesa de Asturias de las Artes 2025, para quien las potentes imágenes de la mexicana invitan “a mirar más allá de lo visible”. El jurado ensalzó igualmente en su decisión el “mundo propio” de Iturbide, que abarca “desde lo primitivo a lo contemporáneo; desde la crudeza de la realidad social hasta la magia espontánea del instante”, según el acta que acompañó el fallo del premio convocado por la Fundación Princesa de Asturias, la heredera al trono español.
Nacida el 16 de mayo de 1942 en Ciudad de México, Iturbide comenzó estudios de cine, pero se interesó por la fotografía tras asistir a las clases de Manuel Álvarez Bravo (1902-2002), contemporáneo y amigo de gigantes como el francés Henri Cartier-Bresson.
La joven fotógrafa empezó a acompañarle al inicio de los años 1970 por todo México, pero pronto tomó su propio camino, que le llevó a recorrer a fondo su país, al que miró con profundidad, así como numerosos lugares de Latinoamérica y del mundo, retratados en sus icónicas imágenes en blanco y negro. “Para mí las fotos son la manera (...) de conocer el mundo. Y pasas del ser humano al paisaje. Y ahora el principio del mundo”, indicó en una entrevista con la AFP en 2022.
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“Pasión y disciplina”
Con una premiada producción, Iturbide es autora de obras clásicas de la fotografía contemporánea, como su serie sobre los indios seri, en el desierto de Sonora (noroeste de México, 1978), o su libro “Juchitán de las mujeres”, sobre un pueblo del estado sureño de Oaxaca.
De su objetivo, sin embargo, también salieron otras aplaudidas imágenes captadas por el mundo, como la serie sobre India que realizó junto al brasileño Sebastiao Salgado.
“Para ser buen fotógrafo hay que tener pasión y disciplina, nada más. Y puede ser a la vuelta de tu casa si quieres. Pero claro, si quieres conocer el mundo y tienes una cámara, es maravilloso”, explicó en su encuentro con la AFP.
Su obra fue expuesta en centros de gran relevancia artística mundial, como el Centro Pompidou de París, el San Francisco Museum of Modern Art, además de valerle numerosos reconocimientos.
Oficial de la Orden de las Artes y las Letras de Francia, o doctora honoris causa por el Columbia College de Chicago, Iturbide recibió también el Premio Nacional de Ciencias y Artes de México o el William Klein de la Academia de Bellas Artes francesa.
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Excepcional
El de Artes ha sido el cuarto de los ocho galardones de esta edición de los premios, considerados los más prestigiosos del mundo iberoamericano, que cada año, y normalmente a ritmo de uno por semana, otorga la Fundación Princesa de Asturias.
Este debía haber sido el primero de la serie de 2025, pero el masivo apagón eléctrico que afectó a la península ibérica el 28 de abril obligó a posponer el fallo previsto para esa semana.
El año pasado, en esta categoría, el reconocimiento fue para el cantante y compositor español Joan Manuel Serrat, una voz esencial para varias generaciones de españoles y latinoamericanos, distinguido “por el alcance de una trayectoria artística que trasciende la música”.
En otras ediciones también fueron premiados en este apartado músicos como Ennio Morricone, Paco de Lucía y Bob Dylan, así como figuras del cine como Meryl Streep, Woody Allen o Pedro Almodóvar, o arquitectos como Óscar Niemeyer.
Este año ya se fallaron el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades, que recayó en el filósofo y ensayista alemán de origen surcoreano Byung-Chul Han, y el de las Letras, concedido al español Eduardo Mendoza, por ser un “proveedor de felicidad para los lectores”. El pasado miércoles se desveló también el de Ciencias Sociales, que fue para el sociólogo estadounidense Douglas Massey.
Estos premios, instituidos en 1981, están dotados con 50.000 euros (unos 56.600 dólares) y una escultura creada por el fallecido artista catalán Joan Miró. Los galardones, que toman su nombre del título de la heredera al trono de la Corona española, la princesa Leonor, son entregados por ella y los reyes Felipe VI y Letizia en octubre en una ceremonia en Oviedo, capital de Asturias.
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Falleció el fotógrafo brasileño Sebastiao Salgado a los 81 años
- París, Francia. AFP.
El fotógrafo brasileño Sebastiao Salgado, conocido por sus grandes imágenes en blanco y negro de la Amazonía o de algunos conflictos del mundo, murió este viernes en París a los 81 años, informó su familia y la Academia de Bellas Artes francesa. “Recibimos una noticia muy triste (...) la muerte de nuestro compañero Sebastiao Salgado, si no el más grande, uno de los más grandes y mejores fotógrafos que el mundo ha dado”, reaccionó el presidente brasileño, Luiz Inacio Lula da Silva.
La Academia de Bellas Artes de Francia, de la que Salgado era miembro desde 2016, anunció su deceso en la red social X y lo describió como un “gran testigo de la condición humana y del estado del planeta”. Su familia también confirmó su fallecimiento y detalló a AFP que “contrajo una forma particular de malaria en 2010, en Indonesia, en el marco de su proyecto Génesis”, el libro que publicó en 2013.
“Quince años más tarde, las complicaciones de esta enfermedad derivaron en una leucemia grave que le pasó factura”, añadió en un comunicado.
“A través del objetivo de su cámara, Sebastião luchó incansablemente por un mundo más justo, más humano y más ecológico”, continuaron sus familiares.
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El artista tenía previsto inaugurar el sábado en Reims, en el noreste de Francia, una exposición de dibujos de su hijo Rodrigo, de 45 años y portador del síndrome de Down, informó a AFP la agencia encargada de promover la muestra.
Nacido el 8 de febrero de 1944 en la localidad rural de Aimorés, en el estado de Minas Gerais (sureste), Salgado tenía también la nacionalidad francesa. Se exilió al país europeo en 1969 para huir de la dictadura militar con su futuro esposa, Lelia Wanick, con quien tuvo dos hijos.
“Espejo de la sociedad”
Desde Ruanda a Guatemala, pasando por Indonesia y Bangladés, el brasileño documentó hambrunas, guerras, éxodos y explotación laboral en el tercer mundo. En los últimos años centró su trabajo en la protección de la naturaleza, aunque ya en 1998, había formado junto a su esposa el Instituto Terra.
El objetivo era regenerar los bosques y la biodiversidad desaparecidos debido a la deforestación, un exitoso proyecto al que hasta en 2022 se habían sumado unos 3.000 propietarios de tierras.
Comprometido con la causa climática, fue un crítico feroz del expresidente ultraderechista Jair Bolsonaro (2019-2022) por su política de abrir la Amazonía a actividades como la agricultura y la minería.
Las fotografías de Salgado se publicaron en la prensa internacional y en revistas como Life o Time, y fueron objeto de innumerables libros y exposiciones, sobre todo en París, donde vivió gran parte de su vida.
Fue, de hecho, en la capital francesa donde comenzó su carrera como autodidacta en 1973, trabajando sucesivamente para las agencias Sygma, Gamma y Magnum hasta 1994.
Junto con su esposa, fundó entonces Amazonas Images, una agencia dedicada exclusivamente a su trabajo, que se convirtió en su estudio.
El artista veía en la fotografía “un poderoso lenguaje para intentar establecer una mejor relación entre el hombre y la naturaleza”, recordó la Academia de Bellas Artes francesa en su biografía.
En una entrevista con AFP en Londres en abril de 2024, afirmó que la fotografía era “el espejo de la sociedad”.
El fotógrafo, de formación economista, trabajó casi exclusivamente en blanco y negro. Lo consideraba tanto una interpretación de la realidad como una forma de transmitir la dignidad irreductible de la humanidad.
Salgado recibió prestigiosos galardones, como el Príncipe de Asturias y el Premio Internacional de la Fundación Hasselblad. También fue protagonista del documental nominado al Óscar “La Sal de la Tierra”, de Wim Wenders, en el que se relató sus viajes a lugares tan lejanos como el Círculo Polar Ártico y Papúa Nueva Guinea, que alimentaron su libro “Génesis” (2013).
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El fotoperiodismo elevado al arte
El fotógrafo brasileño Sebastiao Salgado, fallecido este viernes a los 81 años, inmortalizó durante cinco décadas lo mejor y lo peor del planeta: desde los remotos tesoros naturales hasta las calamidades humanas, con un estilo inconfundible que alió belleza con compromiso.
Autodidacta, Salgado, que tenía también la nacionalidad francesa, deja un icónico testimonio de centenares de viajes, publicado tanto en grandes revistas como “Life” y “Time”, como exhibido en museos de capitales como París, donde residió buena parte de su vida.
Desde Ruanda a Guatemala, pasando por Indonesia y Bangladés, el brasileño documentó hambrunas, guerras, éxodos y explotación laboral en el Tercer Mundo con la mirada empática y no condescendiente “de quien viene de la misma parte del mundo”, solía decir.
Su universo en blanco y negro, de estética elegante, también fue una celebración de los paisajes más bellos, como los ‘ríos voladores’ de la Amazonía, y a la vez un aviso de la necesidad de protegerlos ante la emergencia climática.
Salgado recibió prestigiosos galardones, como el Príncipe de Asturias y el Premio Internacional de la Fundación Hasselblad y fue protagonista del documental nominado al Óscar “La Sal de la Tierra”, de Wim Wenders, sobre sus periplos a lugares recónditos como el Círculo Polar Ártico y Papúa Nueva Guinea, que alimentaron su libro “Génesis” (2013).
África, Reagan y minas
Nacido el 8 de febrero de 1944 en la localidad rural de Aimorés, en el estado de Minas Gerais (sureste), Salgado se crió junto a siete hermanas en la finca propiedad de su padre, ganadero. De su infancia en una tierra donde visitar a un allegado requería días de trayecto, decía haber aprendido la paciencia, primordial para un fotógrafo que debe saber esperar “la fracción de segundo” que busca captar.
Empezó Derecho, pero en seguida saltó a Economía, cuyo máster obtuvo en la Universidad de Sao Paulo. Militante de izquierdas, se trasladó en 1969 a Francia huyendo de la dictadura en Brasil, junto a la que sería su compañera de vida, Lelia Wanick.
Empleado en la Organización Internacional del Café, el brasileño viajaba a menudo a África, donde empezó a fotografiar, después de probar por primera vez en 1970 una cámara que Lelia había comprado.
“Me di cuenta de que las instantáneas me producían más placer que los informes económicos”, confesó.
Salgado descartó entonces una suculenta oferta laboral del Banco Mundial en Washington para entregarse a la fotografía. Entre tanto, Lelia criaría prácticamente sola a sus dos hijos, Juliano Ribeiro y Rodrigo, nacido con síndrome de Down.
África, donde se sentía “como en casa” por su peso cultural en Brasil desde los tiempos de la esclavitud, fue objeto de sus primeros reportajes sobre sequías y hambrunas en países como Níger y Etiopía, lo que le abrió la puerta de la legendaria agencia Magnum en 1979.
Con esta, fue por una vez fotógrafo de una ‘breaking news’ mundial: el intento de asesinato de Ronald Reagan en 1981, que presenció cuando cubría un acto del presidente en un hotel: tomó 76 fotos en 60 segundos.
Pero fue su primer libro, “Otras Américas” (1984), retrato de pueblos indígenas, lo que hizo despegar su fama, consagrada dos años después con las fotos de Serra Pelada (Brasil), la mayor mina de oro del mundo a cielo abierto, donde durante 35 días convivió con miles de hombres cubiertos de lodo y en condiciones inhumanas.
Siguió otra obra antológica, “Éxodos” (2000), sobre migraciones forzadas en 40 países. Algunas voces le acusaron de hacer “estética de la miseria”, pero Salgado las ignoró, manteniendo la fe en su trabajo.
Bolsonaro en la mira
Antes de disparar “hay que estar ligado al fenómeno”, explicaba Salgado, justificando el tiempo pasado con sus sujetos, a los que retrataba con las tres cámaras Leica que llevaba colgando alrededor del cuello.
La fotografía es “una forma de vida. Corresponde a mi ideología (...) mi actividad humana y política, va todo junto”, confesó a la AFP en 2022, al presentar en Sao Paulo su exposición “Amazonía”, fruto de un trabajo de siete años en la mayor selva tropical del mundo.
Comprometido con la causa climática, Salgado fue un crítico feroz del presidente ultraderechista Jair Bolsonaro (2019-2022) por su política de abrir la Amazonía a actividades como la agricultura y la minería.
En su estado natal, fundó además el Instituto Terra para regenerar los bosques y la biodiversidad desaparecidos debido a la deforestación, un exitoso proyecto al que hasta en 2022 se habían sumado unos 3.000 propietarios de tierras. Preguntado por lo aprendido a lo largo de su periplo planetario, Salgado resumió en 2016: “Que existe una cosa artificial que se llama fronteras. En todas partes, vi al mismo ser humano. El extranjero no existe”.