Durante la homilía del octavo día del novenario de la Virgen de Caacupé, el monseñor Adalberto Martínez, Presidente de la Conferencia Episcopal Paraguaya (CEP) manifestó que Paraguay produce suficientes alimentos pero que no llega a los sectores más desprotegidos y vulnerables.
A 3 días de la celebración central de Caacupé, la misa de las 07:00 de este miércoles estuvo presidida por el monseñor Adalberto Martínez Flores, Presidente de la CEP, Obispo de la Diócesis de Villarrica y Administrador Apostólico de las FF. AA. y Policía Nacional, con el tema “La amistad con Cristo, condiciones para una vida cristiana auténtica”.
El monseñor Martínez habló del mandamiento ‘amense los unos a los otros como yo los he amado’ y que nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. “Ustedes son mis amigos dice el señor si hacen lo que yo digo. ¿Y quién es mi prójimo? El señor lo responde con la parábola del buen samaritano. Mi prójimo es el que está golpeado, mal herido, a la vera del camino, aunque sea un desconocido, un extranjero. Nuestra misión es levantar a todos los hombres y mujeres caídos en los caminos y cuyas necesidades nos interpelan”, apuntó.
Resaltó que no podemos ser indiferentes ante el dolor y el sufrimiento de tantos hermanos nuestros, en nuestros vecindarios, en nuestras comunidades, en nuestro pueblo, en los lugares más alejados, en todo el país. “Jesús nos enseña en el Evangelio de hoy que debemos sentir compasión por las necesidades del prójimo y compartir los peces y los panes, aquellos recursos que pueden ser de ayuda a los necesitados, a los hambrientos de nuestra patria”, reflexionó el presidente de la CEP.
“No seremos amigos del señor y no estamos cumpliendo sus mandamientos mientras más de 300 mil compatriotas viven en la pobreza extrema, en la indigencia, pasan hambre. No podemos ser indiferentes e indolentes ante este escándalo. El Paraguay produce suficientes alimentos pero que no llega a los sectores más desprotegidos y vulnerables de nuestra sociedad por el egoísmo, la inequidad social, los problemas estructurales, por la promoción de un modelo de vida de producción y consumo que excluye y descarta a los más débiles”, aseguró.
También se refirió que a la falta de alimento material, se debe sumar las graves carencias y debilidades en el ámbito de la salud y educación, ya que así lo ha demostrado recientemente un informe del Banco Mundial con relación al Paraguay, afirmando que “la calidad de la salud y la educación en el Paraguay es mala”.
Lectura del día
Manifestó que la lectura de hoy muestra la misericordia y el gran amor que Dios nos tiene. “Un amor personal por cada uno de nosotros que hemos llegado hasta este monte con la fe y la esperanza de recibir el milagro que nos ofrece el poder de Dios, por intercesión de nuestra queridísima madre Tupasy Caacupé” expresó el monseñor Adalberto.
En otro momento dijo que es bueno recordar en todo momento que el día del juicio final seremos juzgados en el amor. “Esa será la pregunta que el señor nos hará cuando nos presentemos ante él. Cuando hiciste algo por mis hermanos más pequeños, me lo hiciste a mí, tuve hambre me diste de comer, tuve sed me diste de beber...y esto enlaza con el tema que hoy nos propone el novenario 'la amistad con Cristo' y se da cuando cumplimos las condiciones para vivir una vida cristiana auténtica” aseguró y agregó que “una auténtica vida cristiana es cuando se da un encuentro personal en diálogo de amor y confianza con el señor Jesús”.
Paz social
Así también señaló que dada la población mayoritariamente joven del país podemos concluir que si no se adoptan cambios urgentes y profundos en el sistema educativo y sanitario, se condenará el futuro de cientos de miles de niños y jóvenes para acceder a mejores condiciones de vida y se mantendrá al Paraguay en el atraso. “Si el crecimiento económico no se traduce en desarrollo humano con educación y salud de calidad en el mediano plazo no habrá paz social ni en el campo ni en la ciudad” indicó.
Además mencionó que bajo el manto de la impunidad crece la violencia, la inseguridad, los grupos armados, la corrupción como gangrena que enferma gravemente el tejido social de la nación.
“Exhortamos a los poderes públicos sobre quienes recae la responsabilidad principal, a impulsar con decisión y coraje las políticas públicas que reduzcan la inequidad social para asegurar la paz social y el bienestar de nuestro pueblo con oportunidades para todos los habitantes del cielo patrio” subrayó.
Edelio y Félix Urbieta
En otro momento también se dirigió a las fuerzas públicas presentes, a las fuerzas armadas y policía nacional. “Les alentamos que pongan su empeño en salvaguardar la seguridad de las personas, de sus bienes, de sus vidas, este gran servicio que prestan a la patria requiere ante todo mucha honestidad, capacitación, obediencia a la Constitución Nacional, a las leyes orgánicas que rigen a la policía y a los militares y al respeto irrestricto a la dignidad de las personas, rezamos por ustedes, por sus familias, por su misión. También oramos por Edelio Morínigo, por su familia, así como Félix Urbieta y familia, que el Señor les fortalezca en esta larga y dolorosa espera, que puedan reencontrarse en el seno de sus hogares” enfatizó el obispo de la Diócesis de Villarrica.
Examinar las acciones de la Iglesia
Señaló que como pastores de la Iglesia también deben hacer un examen de conciencia y revisar si sus acciones han sido coherentes con el Evangelio. “Ver y evaluar si hemos sido fieles a nuestra misión de pastorear con sencillez y mansedumbre a las ovejas que el Señor nos encarga, o si por el contrario hemos asustado a las ovejas y las hemos dispersado con nuestras actitudes poco amistosas y con nuestras conductas que pudieran ser motivo de escándalos. Debemos estar abiertos a la escucha del clamor de nuestro pueblo y con sencillez saber escuchar los reclamos y ser más fieles a nuestra misión de pastores” expresó.
El monseñor manifestó que como pastores, como Iglesia, no deben tener miedo de revisar si los frutos han sido buenos o no, ya que precisamente estamos empezando el tercer y último trienio de la juventud con el lema 'para dar mucho fruto'.
“Es justo reconocer también algunos frutos de misericordia que realiza la Iglesia al servicio de los sufrientes sociales, a través de sus acciones de caridad organizada. Educación, hospitales, dispensarios médicos, centro de rehabilitación para jóvenes adictos a las drogas, comedores para niños, promoción y acompañamiento a los más pobres y vulnerables, en los bañados. Se trabaja mucho con los indígenas, con los campesinos, entre otras obras de misericordia. Queremos escuchar el clamor de los pobres” sostuvo.
La amistad con Cristo
Remarcó que el Paraguay está llamado a dar buenos frutos, de una mayor fraternidad, solidaridad y equidad social y que para ello es necesaria la conversión del corazón.
“Asumir el compromiso de honrar la amistad con Cristo, llevando una vida digna en justicia que necesariamente nos exige ser ciudadanos de bien comprometidos con el presente y el futuro de la patria” expuso.