Agentes de la Policía Nacional encontraron dos cuerpos enterrados en un zona boscosa ubicada a la altura del kilómetro 8 Acaray, en la fracción Núñez, de Ciudad del Este, Alto Paraná, alrededor de las 16:30.
Según el informe de Aníbal Lima, jefe de Relaciones Públicas de la Policía Nacional en Alto Paraná, los desaparecidos son Javier Santacruz Caballero y Anderson Alfredo Morel Denis.
Ambos se encontraban con paradero desconocido desde el 26 de agosto, cuando fueron vistos por última vez al retirarse de una vivienda, en un vehículo Toyota, que dos días después fue encontrado totalmente calcinado, en una zona rural de Foz de Iguazú, Brasil.
Ambos cuerpos se encontraban envueltos en bolsas de polietileno enterrados uno encima del otro. La hermana de Santacruz realizó la denuncia en la comisaría 6ta de Presidente Franco.
Dejanos tu comentario
Es preciso detener la marcha del Reloj del Apocalipsis
- Ricardo Rivas
- Periodista
- X: @RtrivasRivas
- Fotos: Gentileza
Las guerras –tantas veces repudiadas en el devenir de la historia universal– una vez más parece estar a la vuelta de la esquina. No es una sorpresa ni mucho menos algo inesperado.
La aldea global cambia. La tertulia invernal en esta tan fría noche en Mar del Plata –unos 1.450 kilómetros al sur de mi querida Asunción– posibilita que emerjan dudas, interrogantes, convicciones y, por qué no decirlo, preocupaciones. Amigos, amigas y debates cruzados. Mi vieja mecedora junto a los leños crepitantes y los copones cargados con un Gran Enemigo, cabernet franc de 2020, añaden calidez a ese “cónclave para pocos… y pocas”, como propuso alguien en tono de broma en “la previa”.
Las guerras ganan preponderancia en el espacio dialógico. El destrato violatorio de los derechos humanos de más de 125 millones de personas desplazadas, según los reportes del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para Refugiados (ACNUR), agrega angustia.
“El propósito globalizador amplio que algunos estadistas a izquierda, derecha y centro impulsaron en décadas recientes parece decaer o, por lo menos, perder impulso”, lanza JJT, académico y catedrático. Lector con voluntad inquebrantable de conocimiento, agrega a ello su sorprendente memoria. Alguien coincide y asegura tener la misma percepción.
“Es así a partir del acceso al poder de nuevos líderes y lideresas que en algunos casos –por sus decires, sentires y acciones concretas– parecen dar señales de tener bajos coeficientes intelectuales para lo que se supone y demanda –justamente– a líderes y lideresas”, sentencia DEG, con años de formación en universidades asiáticas, europeas y en Oriente cercano.
Aquí, allá y acullá, conflictos en desarrollo. Terrorismos amenazantes y novedosas prácticas horrorosas. Armados con letales armas de diseño –incluso on demand– algunos gobiernos y corporaciones por debajo de la mesa privatizan las guerras e intervienen en ellas con mercenarios que asesinan a pedido del mejor postor.
SICARIATO A GRAN ESCALA
“¡El estadio superior del sicariato a gran escala!”, enfatiza AS, analista transnacional amateur. Con el pensamiento puesto en todos aquellos fuegos y nuestro propio fuego, entrecierro los ojos. Percibo que nuestros teléfonos inteligentes vibran.
“A los refugios. Suenan las alarmas”, reporta @bettapique –colega periodista galardonada y con larga trayectoria profesional en conflictos y guerras– desde su cuenta en X. “Israel e Irán intercambiaron disparos nuevamente (…) en su enfrentamiento más intenso de la historia, alimentando los temores de un conflicto prolongado que podría abarcar a Medio Oriente”, agrega la agencia francesa de noticias AFP.
Enmudecimos. Las y los integrantes de este grupo tenemos afectos y recuerdos valiosos en ese lugar del planeta. Tal vez, en silencio, propusimos un brindis por la paz que, también sin expresarlo en alta voz, lo aceptamos. Alguien levantó su copón. “¡Por la paz!”.
El ruego colectivo, sin embargo, no alcanza para dejar atrás los pensamientos. “El mejor camino para olvidar es no pensar”, le hizo decir alguna vez el viejo Ray Collins (92)
–tal vez el más grande escritor de historietas vivo en nuestra región después de la partida del admirado Robin Wood el 17 de octubre de 2021, en Encarnación– al teniente Zero Galván, del imaginario precinto 56 en NYC. “Pero, también, es el más largo”, remató aquel duro héroe latino (migrante) de ficción, aunque no tanto.
Ucrania arde. Gaza agoniza. Israel, aterrorizada. Irán, atormentada. República Democrática del Congo, ensangrentada. Sudán, Yemen, Nigeria, Afganistán, Siria, horrorizadas. Profesionalmente trashumé esos paisajes que millones –a través de milenios– llamamos Tierra Santa y algunos creemos que lo es.
Los grupos de poder que con el correr de los tiempos y la emergencia de conflictos múltiples se crearon para que líderes y lideresas resuelvan entre ellos y ellas los conflictos que se desploman sobre millones de inocentes devienen en púlpitos inadecuados, inútiles, para que los unos y las otras –tal vez– se escuchen entre ellos y ellas.
ALARIDOS
¿Quieren oírse? Los tremendos alaridos desgarradores de las y los desesperanzados no parecen conmoverlos. Millones huyen. Atrás quedan niñas y niños arrancados de sus familias para convertirlos en soldados. Los preparan para que sepan cómo ser eficientes para asesinar en masa.
Las y los adultos despojados de esos afectos entrañables, amenazados por lo que creen peor, se lanzan en busca de refugios incansablemente hasta que intuyen, perciben, sienten que –en verdad– van hacia lo peor. Miles sucumben cuando lo intentan.
Ningún lugar queda lejos para las y los desplazados forzados que, en cientos de casos, comprenden que escapar no siempre es llegar al lugar deseado. Al que creen más adecuado o al que, después de la huida, podría ser el nuevo y fértil campo de arraigo para sembrarlo de sueños. ¡Corramos, las balas pican cerca!
Sin embargo, algunas veces es tan aciago llegar que hasta aquel atrás peligroso que indujo la fuga parece perder sentido cuando –en cada playa a la que se arriba, luego de cada frontera que se cruza o muro que se sortea– se hace el recuento de quienes lo consiguieron entre las y los que partieron unidos en la desesperanzada esperanza.
Nunca fueron pocos ni pocas. Ni cuando las llamadas “invasiones bárbaras”, desde el siglo III de nuestra era, ni cuando finalizaba el siglo XIX y comenzaba el XX, en el “período de migraciones”. Sin embargo, por estos tiempos, los desplazados son muchos más. Quienes mueren en los intentos, también.
DESAPARECIDOS
En 2023, la Organización Internacional de las Migraciones (OIM) reportó que, desde 2014, “más de 28 mil personas han desparecido” cuando intentaban llegar desde África a Europa. Lampedusa, esa muy pequeña isla italiana, es uno de los tantos puntos de llegada. Se multiplican allí los campamentos solo asistidos por voluntarios de múltiples organizaciones no gubernamentales (ONG) y programas de organismos multilaterales cada día menos dotados de fondos asistenciales.
El Mediterráneo es la ruta inevitable y, a la vez, un riesgoso desafío. A tal punto que a ese bellísimo mar al que los mapas del Imperio romano señalaban y mencionaban como Mare Nostrum, el papa Francisco unos pocos meses atrás lo describió como “un enorme cementerio”. El simbólico averno también pueden ser las olas gigantescas.
¿Y cuando llegan? “Solo la idea, la sensación y la convicción de ser sobrevivientes nos hace sentir bien, afortunados… pero dura poco.
El recuerdo de las y los ausentes pesa, lastima, hiere. Nos persiguen sin descanso”, me dijo mientras miraba fijamente aquel piso arenoso un desplazado con el que pude conversar periodísticamente.
Por breves momentos, sus ojos se perdían en el estrecho de Gibraltar. Miedos. Fantasmas, pensé y la certeza de estar siempre bajo sospecha. Muy cerca está la tan lujosa como deslumbrante Tanger tachonada de residencias ostentosas de ricos y famosos. El jet set no se fija en gastos.
“Solo, voy con mi pena / Sola va mi condena / Correr es mi destino / Para burlar la ley…”. Manu Chao (francés, español, vasco y gallego), como en aquel tiempo, vuelve a sonar en mis oídos. Ayer, hoy y mañana. Espero que no. “Perdido en el corazón / De la grande Babylon / Me dicen El Clandestino / Por no llevar papel (…) Mi vida va prohibida / Dice la autoridad”.
ARRAIGO Y DESARRAIGO
Algunas y algunos lo consiguen. Pero… arraigo y desarraigo suelen ser asignaturas pendientes, para siempre. “No soy de aquí, ni soy de allá, / no tengo edad, ni porvenir / y ser feliz, es mi color de identidad…”, canta desde 1970 el querido Facundo Cabral (1937-2011), siempre en mi corazón, que un frío sábado 9 de julio se fue desde Guatemala luego de cantar junto con miles en, de, desde, por y para la paz.
Una tormenta de violencia se abatió sobre él a las 5:20 de aquel día. El 8 de abril de 2016 la Justicia condenó a medio siglo de cárcel a quienes lo asesinaron. El narco Alejandro Jiménez, el Palidejo, y sus cómplices lo hicieron. Nunca nadie explicó, sin embargo, qué pasó. Mucho menos… por qué sucedió. ¿Por qué a él?, pregunté alguna vez en Guatemala a un magistrado. “¿Por qué no a él?”, fue su respuesta.
Ucrania arde. Gaza agoniza. Israel, aterrorizada. Irán, atormentada. República Democrática del Congo, ensangrentada. Sudán, Yemen, Nigeria, Afganistán, Siria, horrorizadas. La construcción de muros supera ampliamente al tendido de puentes. Asilamientos. Nacionalismos. Terrorismos. Crimen organizado transnacional de alta complejidad.
Algunas expresiones se repiten una y otra vez. Datos, hechos y supuestos se cruzan y entrecruzan. Incertidumbre y dolor. Las guerras –tantas veces repudiadas en el devenir de la historia universal– una vez más parece estar a la vuelta de la esquina. No es una sorpresa ni mucho menos algo inesperado.
EL RELOJ DEL APOCALIPSIS
Cuando finalizaba enero, el Reloj del Apocalipsis –así llamada esa herramienta científica creada por los más relevantes expertos nucleares en 1947– marcó que, en el año que recién se iniciaba, este 2025, faltan 89 segundos para la medianoche nuclear. Horroriza –más que nunca por estos días– ingresar en https://thebulletin.org/ doomsday-clock/. JJT lo hizo desde su celu. “Adelantamos el Reloj del Juicio Final (así también llamado) de 90 (en el inicio de 2024) a 89 segundos para la medianoche”.
¿Es posible? Los sucesores de Albert Einstein y Roberto Oppenheimer nucleados dos años después de finalizada la Segunda Guerra Mundial –cuando Hiroshima y Nagasaki ya estaban incineradas– en el ámbito de la Universidad de Chicago son claros en el uso de la palabra. Son concientes de la gravedad del anuncio que realizan. Eligen puntillosamente cada vocablo para consignar que las agujas del Reloj del Apocalipsis precisan que – este 2025– es “lo más cerca que jamás hemos estado de la catástrofe” nuclear.
“El mundo ya está peligrosamente cerca del precipicio, un movimiento de incluso un solo segundo debe tomarse como una indicación de peligro extremo y una advertencia inequívoca de que cada segundo de retraso en revertir el curso aumenta la probabilidad de un desastre global”, puntualizan después.
Como una suerte de crónica del futuro que –como toda proyección histórica hacia atrás o hacia adelante se formula desde el presente, con lo que se sabe y se tiene hoy para medir y analizar– los analistas sostienen que “en cuanto al riesgo nuclear, la guerra en Ucrania, que ya lleva tres años, se cierne sobre el mundo”.
Agrega el breve texto que “el conflicto podría descontrolarse en cualquier momento debido a una decisión precipitada, un accidente o un error de cálculo”. Pero no se queda allí. “El conflicto en Oriente Medio amenaza con descontrolarse y convertirse en una guerra más amplia sin previo aviso”.
ARSENALES
Escalofriante. Revela luego que “los países poseedores de armas nucleares están aumentando el tamaño y la importancia de sus arsenales, invirtiendo cientos de miles de millones de dólares en armas que pueden destruir la civilización”.
Lamentan y hacen público aquel día que “el proceso de control de armas nucleares se está desmoronando, y los contactos de alto nivel entre las potencias nucleares son totalmente insuficientes dado el peligro inminente”.
Con amargo asombro – tal vez tentados por la desazón– aseguran que “resulta alarmante que ya no sea inusual que países sin armas nucleares consideren desarrollar sus propios arsenales” y, aunque no señalan a país alguno en esa condición, aseguran que esos desarrollos “socavarían los esfuerzos de no proliferación (de armas de destrucción masiva) de larga data y aumentarían las posibilidades de que estalle una guerra nuclear”.
EL FIN DE LA CIVILIZACIÓN
El párrafo final –que JJT lee en alta voz– suena (y resuena) aún en mis oídos. “Continuar ciegamente por el camino actual es una forma de locura. Estados Unidos, China y Rusia tienen el poder colectivo de destruir la civilización. Estos tres países tienen la responsabilidad primordial de salvar al mundo del abismo, y pueden hacerlo si sus líderes inician conversaciones serias y de buena fe sobre las amenazas globales aquí descritas. A pesar de sus profundos desacuerdos, deberían dar ese primer paso sin demora. El mundo depende de una acción inmediata”.
Siento que las agujas de ese Reloj del Juicio Final no se aceleran ni acelerarán por quienes ejercen el derecho humano “a circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de un Estado”; o “a buscar asilo, y a disfrutar de él, en cualquier país”, como lo consignan los artículos 13 y 14 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos del 10 de diciembre de 1945.
No y solo no. El abismo está delante de un puñado de poderosas y poderosos. Solo ellas y ellos tienen la potestad de dar o no dar ese último paso al frente para detener el reloj o acelerarlo para siempre. ¿Qué es lo que no se entiende?
Dejanos tu comentario
Proyecto Mafe: “Necesitamos este instrumento, no se puede esperar un día más”
El ministro del Interior, Enrique Riera, indicó que el Poder Ejecutivo acompaña el proyecto impulsado desde el Legislativo, que propone la creación del Registro Nacional de Personas Desaparecidas y el Sistema de Alerta Mafe. Esta propuesta surgió en homenaje a la joven asesinada en Coronel Oviedo, María Fernanda Benítez.
“Nosotros apoyaremos el proyecto de ley, acá no importa quien sea el promotor, necesitamos ese instrumento y no podemos esperar un día más”, sostuvo el secretario de Estado, este martes, en una entrevista con el programa “Arriba hoy” del canal GEN y Universo 970 AM/Nación Media.
Riera mencionó que a la espera del tratamiento del proyecto y su posterior sanción y promulgación, el Poder Ejecutivo mediante el decreto 1011, dispuso la entrada en vigencia inmediata de un mecanismo nacional de búsqueda y localización de personas desaparecidas.
“Este es un sistema a nivel internacional que rompe algunos paradigmas, por ejemplo, anteriormente, cuando se denunciaba la desaparición de una persona, particularmente de gente joven, las autoridades argumentaban a los denunciantes que retornen dentro de 24 a 48 horas”, indicó.
Leé también: Paraguay pide voluntad conjunta en la región para proteger el espacio aéreo
La resolución presidencial constituye un paso provisorio, operativo y necesario, cuya vigencia se ajustará oportunamente al marco legal que se apruebe. “Este decreto que será publicado en la fecha fija un sistema de búsqueda y alerta de detección temprana, donde se activan todos los mecanismos de la Fiscalía y del Poder Judicial que por el momento se da por convenio, pero cuando salga la ley será obligatorio. Se establece una unidad especial de búsqueda, un registro donde se sabrá quienes siguen desaparecidos”, sostuvo.
El decreto también establece que el Ministerio del Interior, la Policía Nacional, el Ministerio de la Mujer, la Dirección de Migraciones y el Ministerio de la Niñez y la Adolescencia acompañarán decididamente el proceso legislativo, proponiendo los ajustes que permitan dotar a la futura ley de la mayor precisión y eficacia posibles.
“Esto empezará a funcionar a partir de hoy. Una vez que salga la ley, este decreto será derogado o enriquecido y la ley sancionada en el Congreso y promulgada será reglamentada. Esto es una causa nacional”, puntualizó Riera.
Te puede interesar: Protección de datos: por qué Paraguay necesita una ley hecha a medida
Dejanos tu comentario
María no volvió
- Carlos Mariano Nin
- Columnista
- marianonin@gmail.com
María tenía 12 años.
Salió a las 4 de la tarde de su casa, en Luque, para ir al almacén. Cinco cuadras.
Pan, fideos, azúcar.
Era jueves. Era diciembre. Hacía calor. No volvió.
Su madre esperó. Primero inquieta. Luego desesperada. Hasta que comenzó la búsqueda.
Uno cree que esas cosas pasan lejos. En otros países, en películas. Pero en Paraguay, solo la Policía Nacional reveló que se reportaron más de 900 denuncias por desaparición de personas en lo que va del año y el grupo más afectado corresponde a adolescentes.
De estas cifras globales, 420 personas fueron localizadas con vida, aunque quedan cientos de casos pendientes de resolución. Nunca se encontraron. No hay rastros.
Hay números que duelen. Y hay silencios que matan.
Las desapariciones no tienen un solo rostro. A veces se las lleva la trata de blancas, otras la violencia familiar, otras la pobreza que obliga a huir. Pero siempre hay una María.
Y siempre hay una madre con una silla vacía esperando en la mesa.
Las autoridades dicen que hacen lo posible. Las fiscalías hablan de recursos limitados, de cooperación internacional, de procedimientos. Pero los procedimientos no abrazan. Los recursos no caminan de madrugada con una linterna buscando zapatillas pequeñas en un baldío.
Hace poco, en San Pedro, otra niña desapareció. Tenía 9 años. Su hermano dijo que un hombre la llamó desde una camioneta. Nadie anotó la chapa. Nadie la volvió a ver. La noticia fue tapa un día. Luego vino otra. Y luego otra más.
Nos estamos acostumbrando. Ese es el peligro más grande. Que el horror se vuelva paisaje.
Hay campañas. Algunas madres se agrupan. Pegan carteles, marchan, organizan redes. Buscan a todas, no solo a las suyas. Porque entendieron que esto no es una excepción. Es una herida que crece.
María tenía un cuaderno con dibujos de pájaros. Decía que quería ser veterinaria. Su padre, que trabaja en una carpintería, todavía no se anima a entrar a su pieza. Dice que todo está igual. Como si al no mover nada, algo pudiera volver.
Escribo esto para ella. Para todas. Porque cada vez que una niña desaparece, algo se rompe en todos nosotros. Y si no lo sentimos, es porque ya estamos rotos hace rato.
Pero claro, esa es otra historia.
Dejanos tu comentario
Maya: la perra que ayudó a localizar en 15 minutos a las víctimas de la tragedia en Encarnación
Este viernes, luego del terrible accidente que se reportó en el departamento de Itapúa, tras el derrumbe de un edificio, el Cuerpo de Bomberos Voluntarios de Encarnación destacó el trabajo realizado por Maya, la perra que ayudó con la localización de los cuerpos de la abuela y su nieta, víctimas fatales del siniestro. Maya fue adiestrada por su dueño, que se dedica a entrenar a los canes para prestar servicio como defensa y ataque en situación de riesgo.
Ella es una perra encarnacena mezcla entre las razas pastor belga y pastor alemán de 2 años y medio, fue adiestrada por Matías Chaparro, su dueño, quien se dedica a entrenar perros exclusivamente para la obediencia y para que puedan defender y atacar cuando sus propietarios están en riesgo. Además, son capaces de prestar servicio como en el caso del derrumbe.
“Pudimos aportar nuestro grano de arena para la búsqueda y lograr rescatar los cuerpos de estas personas. Servimos de ayuda para los bomberos que estaban haciendo un gran trabajo y fueron los protagonistas. Llegamos a las 2:00 y le tomó 10 a 15 minutos para que encuentre el punto donde se debía iniciar la excavación”, detalló Matías, en entrevista con el programa “Dos en la Ciudad” de canal Gen y Universo 970/Nación Media.
Agregó que la perra toma olores de las personas, que pueden ser mediante ropas u objetos muy personales para poder buscarlas. “Para que ella realice su trabajo es necesario contar con una prenda o algún olor que haya quedado de la persona desaparecida. En el momento de buscar recabamos un calzado de la adolescente y una toallita de la mujer que usaban en su puesto”, indicó.
Maya realiza búsquedas, pero es la primera vez que colaboró para encontrar cadáveres. “Ella tiene un entrenamiento diferente de búsqueda en estructuras colapsadas, ella hace búsqueda de personas en campos, bosques o zonas despejadas. En este caso del derrumbe desde arriba ella localizó los olores de las personas que estaban en el edificio”, puntualizó.