Nueva York, Estados Unidos. AFP

La leyenda del basquet­bol Kobe Bryant, falle­cido el domingo en un accidente de helicóptero, acumuló una fortuna gra­cias a su talento y a algu­nas buenas decisiones eco­nómicas, pero un escándalo en el 2003 y una personali­dad compleja le impidieron llegar tan alto en los nego­cios como su ídolo, Michael Jordan.

Durante toda su vida depor­tiva, Kobe Bryant tenía siem­pre el mismo objetivo. “La gente no entiende lo obsesio­nado que estoy por ganar”, dijo en una entrevista en el 2013.

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“La Mamba Negra”, uno de sus muchos apodos, hablaba del campo de juego, pero su espíritu competitivo no se detuvo en los trofeos.

En cuanto al salario, después de compartir el cartel en los Lakers durante ocho tempo­radas con Shaquille O’Neal y haber aceptado ganar menos que en otros lugares, luego reclamó su deuda.

En total, recaudó 323 millo­nes de dólares en 20 tem­poradas, el segundo mayor promedio de ingresos en la historia de la NBA, por detrás de Kevin Garnett (334).

Fuera de la cancha, el ano­tador insaciable lo hizo aún mejor, con cerca de 356 millones de dólares en con­tratos publicitarios y asocia­ciones durante su carrera como jugador (hasta 2016), según la revista Forbes.

En el centro de esta plata­forma idealmente ubicada en Los Ángeles, la capi­tal mundial del entreteni­miento, estuvo el proveedor de indumentaria y artícu­los deportivos Nike, con el que se comprometió en el 2003 después de una aven­tura abortada con Adidas. La marca estadounidense le pagó 16 millones de dóla­res el año pasado, según For­bes, más que cualquier juga­dor activo, excepto LeBron James y Kevin Durant.

LA TARJETA CHINA

Bryant firmó otras alian­zas comerciales más ade­lante, como con la compa­ñía aérea Turkish Airlines o el fabricante de ordena­dores Lenovo, pero su ima­gen no logró recuperarse completamente después de la acusación de violación. Nike, conocido por su leal­tad hacia sus atletas, man­tuvo su confianza en Kobe y, a partir de la temporada 2005-06, lanzó cada año un nuevo par de zapatillas con su nombre.

Pero en Estados Unidos y Occidente, el jugador, aun­que ampliamente consi­derado como uno de los mejores en la historia de la NBA, nunca pudo suceder a Michael Jordan, el referente absoluto en materia de nego­cios deportivos.

La culpa se le adjudica a su personalidad individualista y a veces distante, menos atractiva que las de un LeBron James o incluso de un Michael Jordan, pero con cierta envoltura de encan­tador.

Interesado en los nego­cios, más abierto al mundo que muchos otros depor­tistas estadounidenses, ya que vivió en Francia e Ita­lia, Kobe Bryant no esperó al final de su carrera depor­tiva para ampliar sus hori­zontes. Fue uno de los pri­meros en captar el potencial del mercado chino a princi­pios del 2000.

Gracias a numerosas visi­tas, a anuncios dirigidos específicamente a este mer­cado y a varias iniciativas, en particular humanita­rias, el nacido en Filadelfia se convirtió en una leyenda en China.

Sus camisetas, zapatos y los productos que promovió allí se agotaban en días, lo que le aseguró ingresos signi­ficativos. Más allá de ello, el quíntuple campeón de la NBA fue uno de los pione­ros de una nueva generación de deportistas que se posi­cionó como inversionista y no solo como un vehículo publicitario.

En el 2014, compró el 10% de las acciones del grupo de bebidas energéticas Bod­yArmor por 6 millones de dólares. Cuatro años des­pués, estas mismas accio­nes se valoraron en 200 millones de dólares después de la entrada en el capital de Coca-Cola. A través de su empresa de inversión, Bryant Stibel, Kobe Bryant también adquirió partici­paciones en la plataforma deportiva The Players Tri­bune y en el editor de juegos de video Epic Games.

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