Los Angeles, Estados Unidos. AFP

Sus ídolos eran Magic Johnson y Michael Jordan y se unió a ellos como una leyenda. En veinte tempora­das con la camiseta de Los Angeles Lakers en la NBA, Kobe Bryant, fallecido este domingo a los 41 años en un accidente de helicóptero, solo tenía una obsesión: ganar.

Una obsesión que sus com­pañeros de equipo, sus entre­nadores y el público para el que fue, y seguirá siendo, no siempre entendieron.

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Fue una megaestrella del deporte mundial. Sin embargo, de niño se creía “la vergüenza de su familia”.

ADICTO AL TRABAJO

La NBA y el mundo del balon­cesto estaban en medio de la Jordanmanía: la estrella de los Chicago Bulls ha reem­plazado por varios años a Magic Johnson en el panteón personal de Bryant.

Después adoptó sus expresio­nes faciales y se inspira en su juego aéreo y físico. “Su obse­sión con Michael era obvia”, dijo Phil Jackson, el entrena­dor que ganó seis títulos de la NBA con Jordan en Chicago y luego cinco con Bryant a la cabeza de los Lakers.

Bryant era un adicto al tra­bajo inigualable: largas sesiones de tiro hasta altas horas de la noche después del entrenamiento oficial, análisis de los escritos de los entrenadores estadou­nidenses y europeos, y lar­gas sesiones de preparación física.

Convertido en el jugador de baloncesto más conocido y mejor pagado del planeta, Bryant escribió su leyenda con sus 81 puntos anotados en el 2006 contra Toronto, sus cinco títulos de la NBA, sus dos coronas olímpicas, sus 18 participaciones en el Juego de las Estrellas, más de 33.000 puntos anotados y una gran cantidad de récords. Dejó la práctica del basquetbol con los Lakers en noviembre del 2015. Bryant se encontraba entre los cinco fallecidos luego de que el helicóptero en el que viajaban se estrellara contra una colina.

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