• Por Melissa Palacios

El sector agrícola en Paraguay exige voca­ción, conocimiento y perseverancia para quie­nes buscan emprender en el segmento. Actualmente en el país, entre los rubros agrí­colas con mayor potencial de crecimiento se encuentran la soja, maíz, trigo y el arroz, este último con posibilidades de expansión significativa.

En esta edición de Ellos Saben, Héctor Cristaldo, presidente de la Unión de Gremios de la Produc­ción (UGP), habló con La Nación/Nación Media sobre las principales reco­mendaciones para empren­der en el rubro, el interés de los productores por seguir cultivando, así como las necesidades que enfren­tan los agricultores en estos años.

1- MANEJO DE INFORMACIÓN

“Para ser agricultor se necesita vocación, conocimiento y perseverancia. Trabajar en el sector agrícola requiere de buena planificación complementada con un manejo correcto de las variables que hacen a la productividad”, empezó diciendo. Resaltó además que se debe manejar información de clima y mercado, que afectan los resultados y el agricultor no controla, requiere de permanente análisis y manejo de riesgos. La producción agrícola tiene un com­portamiento cíclico de años muy buenos, años regulares y años malos por lo que, para evaluar una rentabilidad se debería analizar por períodos de cinco años y no medir solo el resultado de un año. “Somos eficientes y eso consti­tuye la base de los resultados y de la rentabilidad”, mencionó.

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2- RUBROS DE MAYOR POTENCIAL

En el país existen rubros ya consolidados como soja, maíz, trigo con la rotación de cultivos en la misma par­cela que constituyen un combo junto con los abonos verdes y que ocupan en mayor proporción la super­ficie sembrada; estos rubros aún tienen un potencial de crecimiento importante. “El arroz tiene un poten­cial enorme, se siembran unas doscientas mil hectá­reas, pero se puede llegar a un millón de hectáreas”, aseguró. Otros rubros en proceso de consolidación y expansión son el sorgo (biocombustible), maní, chía, sésamo y algodón que está en expansión en el Chaco especialmente. Cristaldo vaticinó que en la medida que no se vea el trabajo del campo como generador de ingresos para llevar una vida digna habrá desestimulo sobre todo entre los jóvenes pequeños producto­res. No obstante, entre los jóvenes que trabajan en fincas más tecnificadas hay más estímulos para dedicarse al campo, ya sea en forma directa o a través de tareas relacionadas a la prestación de servicio a la producción agropecuaria.

3- SOSTENIBILIDAD EN LAS PRÁCTICAS

Entre las prácticas agrícolas que se están pro­moviendo para mantener la competitividad sin comprometer el medioambiente apuntan al sis­tema de siembra directa con la rotación de cul­tivos como práctica de manejo de suelos que se aplica en más del 95 % del área agrícola tecni­ficada, y constituye el motor del uso y manejo sostenible de los recursos naturales. “El productor cuida los recursos naturales en su propiedad porque de ellos depende para vivir y produ­cir alimentos para el mundo colaborando con la seguridad alimenta­ria”, resaltó el presidente de la UGP. Poniendo en contexto el proceso de 50 años que vivió el desarrollo de la agricultura paraguaya existen tres momentos en su evolución que llevaron al aumento de la eficien­cia de la productividad y la producción. En los años 80 la mecanización y tecnificación en la agricultura, los años 90 con la siembra directa y en la década de los 2000 con la introducción y la utilización de varie­dades mejoradas genéticamente. En ese lapso pasamos de producir en 1991 unas 2.000.000 de toneladas de granos en cinco rubros a producir 17.000.000 de toneladas en los mismos cinco rubros a partir del 2017.

4- RECURSOS PARA INICIAR EN EL RUBRO

Los principales son: tener profesionales com­prometidos con el emprendimiento, recur­sos humanos capacitados en los roles a des­empeñar y un manejo administrativo sólido basado en buena planificación, manejo de riesgos y manejo de información de clima y mercado. Existen diversos programas, cursos de formación, jornadas de intercambio de experiencia que sirven para man­tenerse al día. La sumatoria del conocimiento y de la experiencia es la que permite ir mejorando el manejo y la administración del emprendimiento.

5- PRINCIPALES DESAFÍOS

Existen desafíos internos y externos. Inter­namente el prejuicio de ciertos sectores en relación con la actividad agropecuaria, las regulaciones y normas que frenan el desarrollo, según Cristaldo, la burocracia y la consolidación del proceso de incorpo­ración de los pequeños productores a las cadenas de valor. Externamente, la tenden­cia a imponer unilateralmente normas y exigencias no basadas en ciencia que distorsionan el comercio creando barreras no arancelarias y dejando de lado las normas y acuerdos logrados en la Organización Mundial del Comercio o el Código Alimentario. “Quienes trabajan en la economía familiar campesina necesitan oportunidades y no regalos ni ayudas que lo vuelvan cliente del Estado”, dijo, asegurando que necesitan ser acto­res y sujetos del proceso y no objetos del desarrollo y la política.

6- INCORPORAR MÁS POLÍTICAS PÚBLICAS

Las políticas públicas deberían enfocarse en incorporar a la economía real gene­rando ingresos genuinos al productor para poder salir de la pobreza. “No se puede seguir teniendo como paradigma el mboriahu ryvatã (pobre, pero sin hambre)”, puntualizó. Infraes­tructura rural: con fuerte inversión en caminos rurales, electrificación, riego y acceso al agua potable (necesidad impostergable) y conectividad digital para mejorar la competitividad del sector. Acceso al crédito y financiamiento diferenciado: creando líneas específicas para pequeños produc­tores y nuevos emprendedores rurales, con tasas bajas y plazos adecuados a los emprendimientos definidos, inversiones, capital operativo con los periodos de espera correspondientes. Educación, capacitación y asistencia técnica en el seg­mento de productores de menos de 50 hectáreas, ya que según el último censo agropecuario, el 84 % no recibe asistencia técnica y el 62 % no terminó la edu­cación escolar básica. Acceso a tierras y formalización con fuerte apuesta por la titulación de las tierras destinadas a la reforma agraria, donde cerca de dos millo­nes de hectáreas entregadas hace décadas siguen sin ser regularizadas. Organi­zación y capital social: el proceso de formalización sectorial debe extenderse a las organizaciones y asociaciones de productores que hoy se unen “oca­sionalmente” para demandar algún bien o servicio al Estado.

7- REGLAS CLARAS

“En un escenario tan dinámico y cambiante a nivel global, con epi­sodios externos de alto impacto en econo­mías pequeñas como la nuestra, tan depen­diente de los ingre­sos generados por la actividad agropecuaria, la economía y la polí­tica deben ir de la mano, con reglas claras y un mínimo de previsibilidad”, alegó. Por último, sería indispensable contar en el mercado con ferias y cadenas de valor, pues si todo lo ante­rior estuviese en marcha, se requerirán pro­gramas claros de acceso a mercados locales, participación en ferias agropecuarias y vínculos progresivos con cadenas de valor nacionales con alto potencial de desarrollo.

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