A 435 kilómetros de Asunción se encuen­tra Itakyry, un muni­cipio del departamento de Alto Paraná. Es una de las cinco ciu­dades más pobladas que integra el conurbano del Gran Ciudad del Este. Fue fundada en julio de 1946 y la superficie total es de 1.964 kilómetros cuadrados. Lleva el nombre de Itakyry por­que por muchos años fue habi­tada por comunidades aborí­genes de la etnia ava guaraní y mbya, que se asentaron a lo largo del arroyo Itakyry. Fue­ron ellos mismos quienes le die­ron este nombre por su carac­terística pedregosa.

En contacto con La Nación/Nación Media, el intendente de la ciudad, Miguel Ángel Soria, contó que el distrito está cre­ciendo bastante y se posiciona como un lugar ideal para rea­lizar turismo interno. Señaló que los habitantes de Itakyry se dedican mayormente al comercio, la agricultura, la ganadería y últimamente muchos están incursionando en el emprendedurismo. Ante­riormente, era conocida como una de las principales produc­toras de yerba mate de manera artesanal. Allí existían espe­cies de yerba nativa.

Entre los atractivos turísticos más importantes de la ciudad, mencionó al Festival Interna­cional del Tereré que se desa­rrolla en febrero y ya lleva 27 años de celebración. Tam­bién cuenta con espacios para conectarse con la naturaleza y para recreaciones que serían los arroyos, la plaza central Francisco Pagen, la plazoleta del Tereré y la doble avenida el Mensú que en todo su tra­yecto es alegórico a la explota­ción de la yerba mate. Acerca de los lugares ideales para hospe­darse en Itakyry, Soria indicó que la ciudad cuenta con 15 hos­pedajes entre posadas, hoteles y hostales. Hay un promedio de 10 habitaciones en cada una. Es decir, más de 100 camas dis­ponibles en la localidad. Pre­cisó a LN que Itakyry cuenta con 45.000 habitantes, de los cuales el 60 % corresponde a la población adulta y el 40 % res­tante a jóvenes, según el último censo realizado por el Instituto Nacional de Estadística (INE). “Itakyry se encuentra en pro­ceso de crecimiento, gracias a las gestiones de las máxi­mas autoridades municipales. Hoy se está construyendo una pujante ciudad, a pesar de su corto presupuesto”, manifestó a LN el intendente Soria.

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Resaltó que se logró, gracias a varias gestiones, que Itakyry fuera uno de los distritos prio­rizados por el gobierno para seguir trabajando en benefi­cio de las comunidades, apos­tando por mejoras y oportu­nidades de crecimiento. Su posición geográfica destaca a esta comunidad del Alto Paraná y se convirtió en un destino importante para la explotación forestal. Su prin­cipal vía de comunicación terrestre es un ramal que parte de la supercarretera, que es la que la conecta con las ciudades de Hernandarias y Ciudad del Este por las rutas PY02 y PY07.

ORIGEN DEL NOMBRE

El nombre Itakyry está for­mado por la unión de dos voca­blos: itaky, que quiere decir pie­dra no saturada, en proceso de formación, y ry, que quiere decir corriente de agua. Combi­nando ambos vocablos se con­cluye con: Itakyry, es igual agua que corre sobre piedra en pro­ceso de formación. Gran parte del territorio de Itakyry está irrigado por una importante red hídrica, conformada por el río Acaray, el Ytambey y sus afluentes. Esta abundancia de cursos de agua convierte a la zona en una región fértil y rica en biodiversidad. Entre los arroyos más destacados se encuentran el Piraity, Ytú, Itakyry, Santo Tomás, Capii­bary y Paso Itá. Todos ellos fun­damentales para el ecosistema local y el desarrollo de activi­dades agrícolas y ganaderas. El río Acaray, que bordea gran parte del distrito, se encuentra rodeado de extensos humeda­les y pantanos, lo que contri­buye a la singular belleza pai­sajística de la región y potencia su atractivo para el ecoturismo.

La historia de los yerbales en Alto Paraná está marcada por relatos de explotación y sufri­miento, especialmente en torno a la figura del mensú, el trabajador de los obrajes yerba­teros. Esta realidad fue denun­ciada por escritores como Rafael Barrett en su ensayo “Lo que son los yerbales”, donde describe las condiciones inhu­manas en las que vivían y tra­bajaban los mensúes, someti­dos a un sistema cercano a la esclavitud Augusto Roa Bastos también habló sobre esta temá­tica en su novela “Hijo de hom­bre”, reflejando la dura vida en las plantaciones de yerba mate.

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