• Por Carolina Vanni
  • Enviada especial
  • Buenos Aires. Argentina.

Paraguay es uno de los mayores productores de soja en la región, y según las estadísticas, a nivel mundial está como 6.º pro­ductor de esta oleaginosa. Las estadísticas de la Cámara Paraguaya de Procesadores de Oleaginosas y Cereales (Cappro) refieren que el cul­tivo de soja entre el 2008 y 2021 aumentó en un 62 %, lo que pudo lograrse gracias a la aplicación de buenas prácticas y tecnología. La industrializa­ción de la materia prima toda­vía no está muy consolidada en el país debido a la falta de polí­ticas públicas que la incenti­ven, lo que ubica al Paraguay, junto a Irán, en el 9.º lugar a nivel mundial en lo que res­pecta al procesamiento de la soja, por debajo de Rusia, que industrializa 5,4 toneladas de soja por año y por encima de Tailandia, cuya capacidad de procesamiento es de 2,38 millones de toneladas por año.

“Nuestro país debería apun­tar a mejorar su ranking mun­dial como procesador de soja y otras oleaginosas y ceder posiciones en el ranking como exportador de estos produc­tos en estado natural”, apuntó Sandra Noguera, gerente general de la Cappro,

Las importantes inversiones realizadas por el sector en el año 2013 para ampliar la capa­cidad de molienda y la cons­trucción de nuevas fábricas dieron un salto en la capaci­dad instalada de 1,5 millo­nes de toneladas a 4,5 millo­nes de toneladas por año. En promedio, los últimos años se procesa el 33 % de la produc­ción, un poco más de 3 millo­nes de toneladas, operando las agroindustrias por debajo a su capacidad en torno al millón de toneladas por año. Esta situación empeoró incluso con las condiciones climáticas adversas que redujo la cose­cha, impidiendo que las fábri­cas puedan trabajar con toda su capacidad instalada.

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Paraguay es uno de los mayores productores de soja de la región.FOTO:ARCHIVO

En el 2019 con la reforma tri­butaria se suprimieron las devoluciones del IVA a las industrias que procesan la materia prima en el país y le dan un valor agregado para comercializar los derivados de la soja en países extranje­ros, convirtiéndose de esta manera en las únicas indus­trias que no tienen ese dere­cho a la devolución y perdiendo competitividad.

Esta situación deja en una posi­ción de desventaja a las indus­trias nacionales, con relación a las de otros países que cuentan con medidas favorables para adquirir materias primas y para fomentar la industriali­zación dentro de sus fronteras. A eso se suma que las indus­trias aceiteras nacionales deben lidiar con el creciente contrabando como el del aceite argentino, que tiene un precio mucho más bajo que los pro­ductos nacionales.

Los beneficiosos precios de los aceites argentinos que entran de contrabando se deben no solo a las ventajas que tie­nen las industrias del vecino país para procesar la materia prima, sino, además, por el subsidio que se otorga a este producto en la Argentina para su venta en el mercado interno.

Esta situación fue expuesta por Sandra Noguera, gerente general de la Cappro, en una reciente visita a la Argentina junto a un grupo de perio­distas que visitaron las más importantes bolsas de cerea­les y comercio de Buenos Aires, Rosario y también algunas industrias dedicadas al rubro. De esta forma, la comitiva se interiorizó de cómo trabajan en el vecino país a la hora de comerciar los granos, cereales y oleaginosas, así como tam­bién visitó una de las proce­sadoras más importantes en la provincia de Santa Fe.

Noguera aseguró, además, que una mayor industrializa­ción de las oleaginosas debe­ría ser uno de los principa­les objetivos para el próximo gobierno, para generar más y mejores empleos en el país durante los próximos años, tanto de las materias primas agrícolas paraguayas como de las que se puedan impor­tar bajo un régimen de admi­sión temporal flexible y adap­tado a las particularidades del sector para que sea competi­tivo. “Uno de los beneficios de contar con agroindustrias en Paraguay es la demanda de servicios y granos durante todo el año. Una de las olea­ginosas más importantes del país es la soja, y a partir de su industrialización, se pueden obtener harina, aceite, casca­rilla de soja, aceite crudo y refi­nado; además de grasa vegetal, margarina, balanceados, bio­combustibles, entre otros, y se puede convertir la proteína vegetal en animal”, explicó Noguera en Buenos Aires.

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