Desde la Cámara de Comercio de Encar­nación explicaron que la devaluación del peso argentino ocasionó una merma en las ventas durante esta Semana Santa, teniendo en cuenta que se esperaba un mayor flujo. Pese a que los comercios abrieron hasta el jueves al mediodía y retorna­ron a trabajar el sábado, se dio una pequeña concurrencia de posadeños que llegaron hasta el eje comercial del sur para­guayo, limitados por la coyun­tura cambiaria.

“El peso está muy devaluado. Los cambis­tas estaban cotizando ya el peso a 18, lo que hace que esté muy bajo y no les conviene tanto venir a comprar”, refi­rió Mirta Montiel, vicepresi­denta del gremio. Mencionó que la afluencia de compra­dores connacionales no se dio acorde a las expectativas, pues fueron más bien enfocados en el turismo de campo o playa, en lugar de hacer compras.

Según indicó, si la moneda argentina tuviera mayor valor se hubiese dado un mejor panorama. “Lastimosamente el peso es lo que está trabando todo y ellos comparan”, sos­tuvo, enfatizando que, en Argentina se tienen mejores formas de pago como el uso de tarjetas de crédito inter­nacionales que ofrecen cuotas incluso sin intereses y a largos plazos facilitando las transac­ciones. Montiel subrayó que los gobernantes deberían ver la forma de optimizar el tipo de herramientas financieras para que pueda repuntar el movimiento porque mayo­ritariamente los visitantes utilizan las tarjetas de Mer­cado Pago, más que el dinero en físico.

“Podríamos insta­lar ese sistema aquí en Para­guay entonces vamos a tener muchas ventas porque prácti­camente yo puedo usar una de un pariente que está en Bue­nos Aires y estoy vendiendo acá en el negocio”, comentó. Tras la pandemia, el comer­cio en Encarnación repuntó en un 50%, por lo cual se aguarda que esto mejore por­que los habitantes de la ciu­dad se dedican en un 70% a la actividad comercial y el 20% tiene fábricas. “Si hay dos o tres industrias acá cambiaría la historia, maquila por ejem­plo. Lastimosamente no reci­bimos ese apoyo del Gobierno para traer a Itapúa unas fábri­cas porque todo está centrali­zado”, lamentó.