La Federación de la Producción, la Industria y el Comercio (Feprinco) resaltó el empeño y compromiso de todos los sectores que pudieron sobrellevar desde los efectos residuales de la pandemia hasta un conflicto bélico exógeno que provocó una inflación de escala mundial y que, por ende, afectó también a Paraguay. Fue ayer durante un encuentro de cierre del 2022.
El presidente de turno de la Feprinco, el Ing. Enrique Duarte, acentuó que quedó claro que Paraguay ya no está exonerado de los vaivenes del mundo global y que necesita diseñar políticas y crear instituciones que permitan amortiguar los movimientos de la globalización y reduzcan la vulnerabilidad externa.
Enfatizó especialmente sobre mecanismos que mitiguen las crisis de los precios de los combustibles, pero más allá de esto y de las distintas coyunturas externas o climatológicas, lamentó que el país siga adoleciendo, por décadas, de los mismos problemas políticos, económicos, financieros, sociales y de impunidad ante el contrabando y hechos de corrupción.
“Los vicios están arraigados y aún hasta la fecha no hemos percibido la voluntad política que, con empuje y determinación, se decida a combatir los males endémicos que postergan la posibilidad de diseñar y ejecutar políticas de crecimiento sostenido. Más que nunca el Paraguay del presente, en ojos de grandes inversionistas, necesita de previsibilidad, seguridad jurídica, gobernanza y transparencia”, expresó Duarte.
Criticó igualmente que las deudas del sector público se abultan, mientras las autoridades no tienen la respuesta ni la sensibilidad para ofrecer una solución, más allá de algunos que argumentan la necesidad de aumentar los impuestos o contraer más deudas, a lo que responden que esto solo sería ideal si es para servir al país y no para lubricar a los privilegios burocráticos.
Mirando el 2023, si la propuesta es ejecutar una reforma tributaria, esta debe ser la de garantizar que los que no tributen empiecen a hacerlo, pues los objetivos no pueden contradecir los fines de las políticas económicas, y se debe desalojar la lógica fiscalista y reemplazarla por la desarrollista. Los políticos y gobernantes deben entender que son costosas para los pueblos las malas decisiones de sus gobernantes.