Con frecuencia países como Argentina y Brasil caen bajo el rótulo de “graneros del mundo”, y junto con Paraguay y Uruguay, naciones agrícolas con menores volúmenes, pero grandes rendimientos de producción, podrían aparecer como alternativas a la escasez mundial de trigo. Las sanciones a Rusia -4º mayor productor mundial de trigo según el Departamento de Agricultura de Estados Unidos- por la invasión a Ucrania, y la caída de 30% de la producción ucraniana (7º productor), sumadas a la decisión de India de prohibir exportaciones de este cereal esencial para la alimentación humana, hicieron pensar que el trigo del Cono Sur podría contribuir a llenar la brecha entre demanda y oferta mundiales.
Pero clima, costos y necesidades internas de consumo, eliminan esta posibilidad. La situación es dispar entre los cuatro socios del Mercosur, una de las zonas trigueras más prolíficas del planeta. En Brasil, la superficie de trigo sembrada efectivamente aumentará un mínimo de 3% y hasta 11%, señaló a la AFP Embrapa Trigo, división especializada de la Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria. Los precios récord del grano, la demanda creciente y una “expectativa de clima favorable, refuerzan la estimación de aumento del área plantada” que podría pasar de 2,7 millones de hectáreas en 2021 a poco más de 3 millones en 2022, según Embrapa Trigo. El problema es que Brasil no logra autoabastecerse de este cereal del que consume 12,7 millones de toneladas anuales, y en aumento.
Con mucho menor incidencia en la producción global, Paraguay y Uruguay, que registran buenos rendimientos de trigo, tampoco esperan que se mueva la “aguja” productiva. Héctor Cristaldo, presidente de la Unión de Gremios de la Producción de Paraguay, dijo a la AFP que el sector va a tener su “provisión normal”. Los productores paraguayos esperan entre 1 y 1,3 millones de toneladas de cosecha de trigo, mitad para consumo interno, mitad para exportación, en un 95% a Brasil y el resto a Chile.