La batería de subsidios e impuestos cruza­dos que distorsionan la asignación de recursos, introduce señales inco­rrectas hacia los mercados, aumentando así la ineficien­cia y disminuyendo la tasa de crecimiento de largo plazo, condenando a las perma­nentes crisis económicas, manifestó el economista y ex canciller nacional Rubén Ramírez Lezcano sobre las implicancias y el impacto que generan los subsidios a las economías, a raíz de cómo pareciera querer direccio­narse el país tras la serie de situaciones recientemente experimentadas. Antes de avanzar, quiso sacar a con­texto el significado de la pala­bra “subsidio”, que, según la Real Academia Española (RAE), es “una prestación pública asistencial de carác­ter económico y de duración determinada”.

Respetando la definición, para el especialista también es qui­zás “una de las herramientas gubernamentales más fre­cuentemente utilizadas por los estados, que generan dis­torsiones complejas en la eco­nomía en materia de com­petitividad, productividad, competencia y desestímulo a las inversiones, una vez que los subsidios se tornan de carác­ter permanente”, expreso.

Y en este punto, Ramírez compara la política econó­mica de alto nivel de subsi­dios de la Argentina, donde 6 millones de contribuyen­tes financian 29 millones de subsidios salariales, con una elevadísima inflación que se podría disminuir con un plan antiinflacionario, o solucio­nar transitoriamente el pro­blema de la competitividad mediante una devaluación de la moneda, explicó.

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Sin embargo, esto no solu­cionaría los problemas rea­les de una economía alta­mente endeudada, porque el déficit fiscal que generan los subsidios no son sostenibles, remarcó. Es decir que para ese país, desarticular los subsidios a la energía, al transporte, a la educación privada, a la salud, al trabajo, a la compra de autos, a la construcción de casas, es el principal desafío, no solo eco­nómico sino principalmente político, fundamentó.

PRIVILEGIOS

“Desarmar estos subsidios significa cambiar los precios relativos de la economía, terminar con situaciones de privilegio de las que hoy gozan no solo las personas de bajos recursos sino, prin­cipalmente, los de ingresos medios y altos que consumen más energía, más combusti­bles, más agua potable, y que ya no podrán comprar autos a precios acordados o cons­truir, entre otras cosas, con el dinero de los pocos argenti­nos que pagan sus impuestos y no pueden acceder a estos beneficios”, indicó.

Ramírez cotejó un informe del Fondo Monetario Inter­nacional, que estableció que los efectos adversos de los subsidios pueden traer grandes consecuencias para la inversión privada y para­dójicamente afectar tam­bién al consumidor final. Es que, además de consumir los ingresos recaudados por el Gobierno, para desviarlos a sectores que no son pro­ductivos, pueden llevar a un aumento excedido del con­sumo, y también “deprimen la inversión privada” ya que en el largo plazo los produc­tores no ven la necesidad de invertir en mejorar su línea de producción por estar ata­dos a una ayuda sustancial.

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