El próximo abril, Luis Carranza Ugarte, presidente ejecutivo de CAF, Banco de Desarro­llo de América Latina, finali­zará su mandato. Será casi un año antes de lo previsto, pero dejando una institución for­talecida gracias a una estruc­tura que corresponde a la rea­lidad del tamaño, objetivos y responsabilidades de CAF. Estos 4 años de gestión cie­rran un ciclo que representa un punto de inflexión en sí mismo, dado que Carranza tuvo como objetivo preservar la institucionalidad de CAF, aumentar su eficiencia y res­ponder a los retos que enfren­tan nuestros países.

El cambio, que debía darse a inicios del 2022, se adelantó por cuestiones de coyuntura política e internas de la pro­pia organización. La incor­poración de México y Costa Rica como miembros plenos de CAF, el programa de capa­citación virtual, iniciado en el 2017 y hoy fortalecido, o un crecimiento del 28% en la cartera consolidada, son algunos de los hitos logrados por la administración actual, con el apoyo del directorio y de todos sus colaboradores. Pero cuando se habla de desa­rrollo, se habla de personas. Ahí es donde CAF pone su foco, es donde se encuentra el ADN de la institución.

“Se llevó a cabo una reestruc­turación de la organización que nos ha permitido alcan­zar estos logros y objetivos. Desde la creación de nuevas áreas, como la Vicepresidencia de Riesgos, a la implementa­ción de un plan de austeridad, que permitió reducir los gastos de viajes en un 40%. Se apostó por la transformación digital de la organización y una ges­tión operativa más eficiente, estableciendo metas estratégi­cas con indicadores medibles”, afirma Carranza Ugarte.

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