La evaluación del cierre del año 2020 es totalmente distinta que años anteriores y en el sector económico los números no acompañan lo que a inicios del año previeron las autoridades y expertos en la materia. El presidente del Banco Central del Paraguay (BCP), José Cantero, realizó un minucioso análisis de lo que fue la economía paraguaya y la previsión optimista de un 4% de crecimiento para el 2021.

-¿Cuáles eran las expectativas para este 2020, teniendo en cuenta que veníamos de un 2019 complicado?

-El 2020 pintaba como un gran año, uno de auge, con una proyección de crecimiento en torno al 4%, dinamismo que prácticamente no experimentaría obstáculos. Esta proyección se basaba en la rápida recuperación de nuestra economía verificada desde julio del 2019, cuando la dinámica se había reestablecido del shock adverso de la sequía. Previo al choque del covid-19, nuestra economía experimentaba un crecimiento sincronizado y continuo de ocho meses.

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-La aparición del coronavirus ocasionó tremendos daños en todos los sentidos al mundo entero, ¿cuáles fueron las primeras reacciones tanto personal como institucional que tuvieron cuando el virus se instaló en el país?

-Nuestro primer entendimiento fue que nos enfrentábamos al virus con un buen sistema inmunológico. Creo que la salud macroeconómica de nuestro país representaba un escudo importante para afrontar un virus que desconocíamos su capacidad paralizante. Otros países de la región ya estaban con una enfermedad terminal cuando el virus llegó al continente. Una de nuestras primeras acciones consistió en abrir una mesa de diálogo permanente con los actores del sistema financiero. Esto nos permitió ampliar nuestra interpretación de la situación y de sus posibles efectos. Nuestro accionar consistió en aplicar medicamentos que estén a la altura de la complejidad y, por sobre todo, que no afectasen la salud macroeconómica de mediano plazo. Creo que la rapidez y magnitud de las medidas monetarias, de provisión liquidez, crediticias, y también fiscales, así como la razonabilidad de las mismas, fueron claves para la eventual recuperación de la economía y el restablecimiento la confianza.

-¿Cuáles fueron los factores más preocupantes en ese entonces y que finalmente tuvieron un resultado positivo?

-La caída repentina desde cielo al infierno, sin haber pasado por el purgatorio, fue algo realmente preocupante. Nuestra economía que venía creciendo en torno al 5,5% en enero y febrero se hundió en un nivel del -13% en abril, siendo la retracción mensual más importante de los últimos 30 años o al menos desde que se tiene registro de este indicador económico. Así, pasamos, sin escala alguna, desde la certeza a un mundo de incertidumbre. Toda la batería de medidas contracíclicas, consistente de un coctel de medicamentos fiscales, monetarios, crediticios, de provisión de liquidez nos permitió salir, en forma gradual y continua, desde ese abismo. También, las medidas sanitarias, que han sido muy inteligentes, posibilitaron que la economía se reabriera, y al hacerlo se activara la dinámica de ciertos sectores de la economía.

-Toda crisis genera a la vez oportunidades, ¿puede identificar cuáles fueron aprovechadas y en las que se debería insistir?

-Este virus vino a cambiar el mundo. Vino a acelerar los procesos de eficiencia y digitalización. Quemó algunos puentes del pasado. Pero, también vino a advertirnos que nuestra especie no es la única que gobierna el mundo y que el futuro hay que tomarlo con cautela, previsión, y sobre todo cuidando la salud de nuestro planeta.

-¿El Fogapy fue la herramienta que esperaban?

-El Fogapy se ha convertido en el instrumento de la competitividad de las mipymes. Al comienzo, nuestra ansiedad como sociedad nos llevó a catalogarlo como un instrumento que no daba respuestas. Ahora, transcurridos unos meses, cuando la cartera del Fogapy está próximo a los US$ 500 millones, ya no dudamos de que es un instrumento que está para catapultar la competitividad de las empresas.

-¿El contexto regional inestable podría ocasionar más daños en el 2021 y qué se debería hacer para protegernos?

-Lo único que está a nuestro control es la gestión interna y es ahí donde debemos centrarnos, independientemente de lo que ocurra en la región y en la economía mundial. Tenemos que reconocer que nuestra macroeconomía, pese al gran golpe que hemos recibido, sigue gozando de buena salud macroeconómica. Este virus no ha dañado nuestros órganos vitales. Un indicador que atestigua esta afirmación es el hecho de que fuimos uno de los pocos países que no sufrió una caída en la calificación de riesgo país. Paraguay sigue a un peldaño del grado de inversión.

Pese a que seguimos gozando de un cuerpo sano, debemos reconocer, también, que carecemos de músculos competitivos. Para ganar una carrera, no sirve de mucho tener órganos sanos si no tenemos un cuerpo atlético. Es por eso que necesitamos avanzar decididamente con las reformas estructurales que están en el Congreso. Esas reformas son solamente el principio de la larga lista de reformas que debemos emprender. También necesitamos atravesar, encarecidamente, por un proceso de diversificación productiva acelerada para volver más resiliente y competitiva a nuestra economía. En definitiva, a la resiliencia macroeconómica la debemos complementar con otras capas de resiliencia.

-¿Cómo analizan la situación que tuvo el dólar y qué nos espera?

-Cuando el mundo se sumió en la incertidumbre, los capitales salieron de los mercados emergentes para resguardarse en los mercados desarrollados. Esta tendencia llevó a una fuerte apreciación del dólar a nivel mundial, y al consecuente debilitamiento de las monedas de los países emergentes y desarrollados. Aquellos países con fundamentos macroeconómicos débiles experimentaron una fuerte, acelerada y progresiva depreciación. Ese no fue el caso de nuestro país, que goza de fundamentos macroeconómicos sólidos. Con el descubrimiento de la vacuna, la incertidumbre internacional se fue disipando y la aversión al riesgo comenzó a mermar, propiciando un retorno del capital a los mercados emergentes. Esta reversión reciente motivó a la depreciación del dólar y la apreciación de las monedas de la región. Esta situación está implicando una normalización del tipo de cambio, situación muy conveniente para los distintos mercados.

-¿Cuál es su evaluación de este 2020 y qué perspectivas se tienen para el 2021?

-El 2020 fue un año de 3 fases: un rápido crecimiento en enero y febrero, seguido de un período de caída e incerteza, para ingresar a una fase posterior de recuperación, propiciada por la coordinación de las políticas contracíclicas. Esta capacidad de restablecimiento le permitió al Banco Central del Paraguay avizorar una retracción del -1% para el 2020, siendo una de las menores caídas de las Américas. Para el 2021, estimamos un crecimiento del 4%, compatible con las proyecciones de organismos internacionales. Pero insisto en que debemos centrarnos en las reformas estructurales que permitan restablecer el crecimiento potencial de mediano plazo, así como en impulsar la creación de nuevos motores económicos para volver más resiliente a nuestra economía y ofrecer mayores oportunidades a las personas.

-¿Aparecerán nuevos motores económicos en los próximos años?

-Todo apunta a que el 2021 será el inicio de la creación de 2 turbinas económicos: el sector forestal y el sector de la carne porcina. Para ejemplificar, el sector cerdo exporta aproximadamente US$ 11 millones. Creo que este sector tiene un potencial de exportación entre 300 a 500 millones para los próximos 5 años. Sin duda, ambas turbinas significarán un antes y después para las fincas rurales.

-¿El peso del PIB seguirá sobre los hombros de la agricultura y ganadería?

-Respondo viendo la otra cara de la moneda. Paraguay tiene el potencial de crear una nueva era de Itaipú, por medio de la inversión del capital privado en energías renovables, como la energía solar, eólica, así como en pequeñas y medianas centrales hidroeléctricas. Uruguay realizó la transformación de su matriz energética en 5 años. Paraguay puede dar ese gran salto, lo que significará nuevas industrias, nuevos servicios, nuevas cadenas productivas. Lastimosamente Itaipú es una gallina de huevos de oro que nos impide ver el inmenso potencial de generación de energía que tenemos. Itaipú no es el todo, es apenas el principio. El capital privado tiene que ser el nuevo actor de la era de energías renovables.

-¿Esta pandemia está dejando más pobres a los paraguayos

-Las cicatrices van a permanecer, no solo aquí, sino en todos los países, y justamente por eso debemos avanzar con mayor rapidez en la aprobación de las reformas estructurales y enfocarnos en una agenda de diversificación acelerada, atrayendo a empresas de alto contenido tecnológico, que permitan mayor encadenamiento productivo y que generen mano de obra.

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