La epidemia de la COVID-19 golpeó a Paraguay justo cuando el país se embarcaba en una fuerte ruta de recuperación después de que el crecimiento se detuviera en el 2019. Es probable que la recesión glo­bal conduzca a una dismi­nución del PIB del 1,2% este 2020, de acuerdo a la esti­mación del Banco Mundial. Así, la economía paraguaya será la menos golpeada en la región, ya que las demás cae­rán entre 2% a 6% este año. “A partir de entonces, se espera que el crecimiento regrese a 4%, a medida que la econo­mía mundial se recupera. Esto está sujeto al riesgo a la baja de una normalización más lenta de lo esperado de los mercados mundiales. A su vez, se espera que la pobreza aumente en el 2020, y la des­igualdad de ingresos se man­tenga alta”, según explica.

Se prevé que el Producto Interno Bruto de la región de América Latina y el Caribe (excluyendo Venezuela) caiga 4,6% en el 2020, de acuerdo al informe. Para el 2021 se espera un retorno del cre­cimiento de 2,6%, revela­ron desde el Banco Mundial para la región. En Sudamé­rica, Paraguay es el de menor caída, mientras que los más golpeados serán Ecuador, Argentina y Brasil con 6%, 5,2% y 5%, respectivamente.

América Latina y el Caribe se encuentra solo en las eta­pas iniciales de la epidemia. Si bien todas las economías del G7 (foro de siete econo­mías muy industrializadas: Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón, Reino Unido y Estados Unidos) vieron sus primeros casos a fines de enero del 2020, las primeras muertes en la región ocurrie­ron casi dos meses después, a mediados de marzo.

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Muchas economías avanza­das ya se encuentran en fases avanzadas de la epidemia, y varias de ellas ya han logrado aplanar la curva. Por el con­trario, ningún país de Amé­rica Latina y el Caribe había sufrido más de 300 muertes al 7 de abril del 2020. Para entonces, el número medio de muertes en los países de la región era de tres.

Los efectos directos e indi­rectos de la epidemia de la COVID-19 podrían desen­cadenar recesiones graves. En un entorno de distancia­miento social, muchas empre­sas tienen un valor agregado negativo ya que el costo de los insumos excede la pro­ducción bruta. Las empresas no pueden vender sus bienes y servicios, pero aún tienen que pagar la factura salarial, pagar sus deudas, pagar ren­tas y pagar impuestos.

Muchos de ellos podrían cerrar sus negocios y despe­dir a sus trabajadores, lo que a su vez reducirá la demanda agregada. Mientras tanto, la caída de los precios de los pro­ductos básicos podría afectar las finanzas públicas, ya que las exportaciones de recursos naturales tienden a ser una fuente importante de ingre­sos del Gobierno, resalta el Banco Mundial.

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