• POR ANGELO PALACIOS, @angelopalacios, www.angelopalacios.com  - Economía por la UNA, maestría en Banca por la UCNW de Gran Bretaña y Negocios en Henley Business School 

Hoy, Domingo de Pascua, considero un momento ideal para compartir con los lectores enseñanzas de siglos sobre temas sociales y económicos para momentos sobre los que ahora nos tocan vivir.

Sabiduría acumulada de más de 2.000 años. Sin olvidar a ninguna escuela de economía, esta institución milenaria ha conocido de cerca todos los gobiernos y sistemas políticos del mundo desde el año cero. Así, una de las cosas que siempre me pregunté fue si era posible lograr juntar estas dos cosas, aparentemente tan contrapuestas: fe y economía. Acompáñenme en este repaso de características milenarias. Año 1931, luego de la Gran Depresión, Pío XI escribió: “En tan grave lucha de pareceres, mientras por una y otra parte ardía la controversia, y no siempre pacíficamente, volvamos al depósito sagrado de toda verdad”. En aquel momento “algunos impulsados por los malos consejos deseaban la revolución total”.

Actualmente, en el mundo y en Paraguay esto mismo está en riesgo de ocurrir, ante los efectos económicos que ya hemos hablando, en particular la necesidad de vivir el día a día, y la dificultad de todos los países del mundo de atender con rapidez tantas necesidades, vemos que ni el libre mercado, ni el estado ampliado están pudiendo con el efecto económico y social de esta pandemia.

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Algunos más arriesgados ya están sutilmente insinuando que el modelo de China Popular de un Estado omnipresente, ha logrado contener la pandemia en su país, indicando que no existe otro camino que utilizar la fuerza y violando las libertades individuales. Es todo muy sutil pero de fuerte contenido ideológico. La Doctrina Social de la Iglesia, se puede resumir en una simple recomendación: El Gobierno debe ser justo con los más necesitados económicamente, pero también justo con los empresarios que generan la riqueza y los empleos.

JUSTICIA SOCIAL: ¿CAPITALISMO O SOCIALISMO?

En la Encíclica “Divini Redemptoris” de 1937 sobre el socialismo extremo y sobre la doctrina social cristiana, Pío XI ha tenido la valentía de criticar en forma sistemática el comunismo, al cual lo definió como “intrínsecamente malo”, por atentar contra lo más sagrado de la naturaleza humana: La Libertad. La paz es siempre fruto de la justicia. La justicia es dar a cada uno lo suyo, ni más, ni menos. Esto aplica a Organismos del Estado, Sistemas Financieros, Empresas, Familias e Individuos.

Este NO es el momento de que se pueda permitir a nadie tomar ventajas económicas por encima de lo que corresponde. Si los que tienen espaldas más anchas caen en esta tentación de aprovecharse, esto puede terminar con consecuencias sociales no deseadas por nadie. Existe el punto medio entre el capitalismo y el socialismo. En estos momentos el libre mercado como lo conocíamos no está pudiendo atender estas necesidades extremas y por ello países occidentales de economía de mercado, como Alemania y Estados Unidos ya han anunciado apoyo estatal ilimitado, no hay que extrañarse por ello. Actualmente se trata de salvar vidas y dar alimento a cada habitante de cada nación.

El rol del estado es precisamente para estos momentos de incertidumbre económica, el apoyo debe ser tanto para bancos, empresarios y clases más vulnerables en forma directa, no hay excepciones. En emergencias se pueden cometer errores, pero si el espíritu de justicia está presente, debemos apoyar. Repito: La paz social se forja con la justicia y la solidaridad. Sobre el modelo de cascada de solidaridad ya he escrito al inicio de esta crisis, explicando por qué es fundamental que todo empiece con Organismos del Estado, luego Sistema Financiero, luego Empresarios con mejores espaldas económicas y que todo llegue a los más vulnerables ya en forma urgente “https://angelopalacios.com/2020/03/29/ c o v i d - 1 9 - e s - t i empo-de-solidar idad-real-liderar-con-el-ejemplo-desde-el-gobierno-public-lanacionpy/”https:// angelopalacios.com/2020/03/29/ covid-19-es-tiempo-de-sol i d a r id ad- r e a l - l ide rar-con-el-ejemplo-desde-el-gobierno-public-lanacionpy/.

Es el momento de ser solidarios, aunque no se sea cristiano ni creyente en nada, quizá hasta por el propio interés de que no exista una explosión social, que finalmente y de todas maneras llegue a la mente de algunos políticos la necesidad de pensar en la confiscación de bienes como alternativa. El comunismo que coarta libertades se nutre en las injusticias de los sectores más pudientes. Dice la Encíclica: “La persona humana no puede y no debe ser instrumentalizada por las estructuras sociales, económicas y políticas, porque todo hombre posee la libertad de orientarse hacia su fin último”.

Un paradigma a cambiar en estos tiempos es lo referente al funcionamiento de las empresas que miraban normalmente solo el valor futuro, o la teoría del “valor agregado futuro”, no el valor acumulado anterior. Es muy difícil, pero no imposible que un empresario diga “voy a compartir con mis empleados lo que ya gané gracias a ellos” y “les mantendré el empleo aunque sea usando mis reservas” o “Entidades Financieras que continúen ansiosas en mantener sus márgenes durante el 2020”.

Técnicamente hablando no pasa nada grave si este año se decide empatar. El mundo está intentando sobrevivir, no ganar dinero. Es el momento de ser solidarios. La lista de personas ya desempleadas informadas por el Ministerio del Trabajo y las Agencias de Desempleo en el mundo son una muestra de esta actual falta de solidaridad que está alcanzando niveles peligrosos. Se entiende en algunas empresas sin reservas y endeudadas, pero hay muchas que no lo están y que tienen capacidad de aguantar y no despedir. Recomiendo leer la Encíclica “Laborem Excercens” de Juan Pablo II http://www.vatican.va/content/john-paul-ii/ es/encyclicals/documents/ hf_jp-ii_enc_14091981_laborem-exercens.html. También, en el año 1891 como respuesta a la Revolución Industrial y la situación de la clase obrera y los riesgos de la Doctrina Marxista, el Papa León XIII escribió la Encíclica “Rerum Novarum” “http://www.vatican. va/content/leo-xiii/es/encyclicals/documents/hf_l-xiii_ enc_15051891_rerum-novarum.html”http://www.vatican. va/content/leo-xiii/es/encyclicals/documents/hf_l-xiii_ enc_15051891_rerum-novarum.html, donde textualmente dice: “Debe ser respetada la condición humana, que no se puede igualar en la sociedad civil lo alto con lo bajo. Los socialistas lo pretenden, es verdad, pero todo es vana tentativa contra la naturaleza de las cosas. No son iguales los talentos de todos, ni la habilidad, ni la salud, ni lo son las fuerzas; y de la inevitable diferencia de estas cosas brota espontáneamente la diferencia de fortuna”. En otras palabras, no tiene nada de malo ser rico, el problema es la falta de generosidad con esa riqueza, al menos si fue una fortuna lícitamente ganada. De lo contrario, aplica lo mencionado anteriormente.

La Encíclica “Rerum Novarum” habla sobre el derecho de los débiles, la dignidad de los pobres y las obligaciones de los ricos. “Por ello se puede hablar de pecado personal y social: todo pecado es personal bajo un aspecto; pero bajo otro aspecto, todo pecado es social, en cuanto tiene también consecuencias sociales”. En particular, la avaricia desmedida que produce sufrimientos y muertes físicas.

La Encíclica de Pío XI confirma el principio que el salario debe ser proporcionado no solo a las necesidades del trabajador, sino también a las de su familia. El Estado, en las relaciones con el sector privado, debe aplicar el principio de subsidiaridad, principio que se convertirá en un elemento permanente de la doctrina social. La Encíclica rechaza el liberalismo entendido como ilimitada competencia entre las fuerzas económicas, a la vez que reafirma el valor de la propiedad privada, insistiendo en su función social. Pío XI no dejó de hacer oír su voz contra los regímenes totalitarios que se afianzaron en Europa durante su pontificado. La relación entre Dios y el hombre se refleja en la dimensión relacional y social de la naturaleza humana. El hombre, en efecto, no es un ser solitario, ya que “por su íntima naturaleza, es un ser social, y no puede vivir ni desplegar sus cualidades, sin relacionarse con los demás”. Por ello, todo lo referente a “distanciamiento social” debe mantenerse con el tiempo más limitado posible y solo mientras dure ese momento sanitario, porque atenta contra el otro factor innato a nuestra naturaleza humana.

El ser humano tiene en sus genes la búsqueda permanente de la felicidad, su plenitud. En esa búsqueda, y ante la aparición indefectible del sufrimiento en la vida, del tipo que sea (afectivo, económico, de salud), busca alternativas de solución. Estas son las clásicas promesas de TODAS las compañías electorales, de todos los partidos, de todo el mundo. El capitalismo, en su versión extrema, se nutre y alimenta de lo que se conoce como “avaricia” o “afán insaciable de dinero”. Buscando constante y permanentemente lograr más bajos impuestos, tener un libre mercado extremo, y argumentando que “el que no tiene es porque no trabaja”, siendo inclusive muy despectivos en su forma de trato. Este error de la avaricia sin límites genera mucho sufrimiento en los más débiles, económicamente hablando.

El socialismo, en su versión extrema, se nutre y alimenta de lo que se conoce como “envidia extrema”, algunos lo llaman “resentimiento social fuerte”, que se expresa generalmente con mucha ira y con un discurso de odio extremo, el cual está “perfectamente justificado” con el sofisma de la “justicia social mal entendida”, lo cual lleva al uso de la fuerza, y lleva a acciones “políticas” que buscan con lindos nombres “vengar”, fomentando la pereza y la ilusión de un paraíso comunista, el cual ya está demostrado por la historia que no existe. Esta tendencia genera sistemas económicos que hacen achicar a las empresas, aumentando el desempleo, la pobreza masiva y un círculo vicioso que hay que evitar.

El factor común en ambos sistemas económicos capitalismo y socialismo –en su versión extrema– es lo que denominamos “soberbia ciega y afán de dinero”, reflejada en la falta total de diálogo en la forma de encarar la búsqueda de soluciones. Todos estos vocablos nombrados entre comillas son conocidos como los errores capitales de la humanidad (originalmente conocidos como “pecados” capitales). Solo el punto medio entre ambos sistemas ayudará a lograr un consenso que beneficie realmente a la población de un país y no solo a los líderes extremos de izquierda o derecha que usan sus discursos buscando solo el poder por el poder. Existen virtudes que se oponen a estas tendencias ya mencionadas, y son las que sin duda lograrán un verdadero progreso económico, sin los extremos capitalistas o socialistas.

DESTINO UNIVERSAL DE LOS BIENES. PRINCIPIO DE LA SUBSIDIARIDAD

Es fundamental blindarnos de los extremos, tanto de derecha como de izquierda, que tanto daño está haciendo. Hemos visto en forma más fuerte en algunos países y ahora una tendencia similar avanzando en otros países las consecuencias de castigar o tener mal concepto de los empresarios o banqueros solo porque “tienen más dinero”, siendo esto de por sí ya un motivo de condena social. Ellos pueden ahora liderar con el ejemplo, compartiendo antes que se les reclame. El concepto del “Destino universal de los bienes” dice que la propiedad privada, adquirida por el trabajo, o recibida de otro por herencia o por regalo, tiene la función original de que la misma debe estar al servicio de todos. La propiedad de un bien hace de su dueño un administrador a fin de hacerlo fructificar y comunicar sus beneficios a otros, sobre todo a sus más cercanos.

En otras palabras, y en forma urgente, los paraguayos que hoy están mejor económicamente deben saber que sus bienes “aun cuando son poseídos legítimamente, conservan desde su origen un destino universal” o en otras palabras, son para compartirlo en la medida que se pueda por voluntad propia o a través de impuestos razonables, ya que “toda forma de acumulación indebida no es justa”, y además genera el caldo de cultivo para que se predique el mensaje de odio al rico por parte del socialismo extremo que ya tanto daño ha hecho en el mundo. Similarmente los paraguayos que hoy no están bien económicamente deben saber que la violencia y la imposición no son el camino correcto.

Es difícil soportar las injusticias de los más pudientes económicamente hablando, que no tienen el don de la generosidad, por ende, aquí es donde el rol del Estado debe actuar para mitigarlo vía impuestos, gastos, subsidios e inversiones que apunten a generar más empleo y en casos extremos dar una ayuda directa. Esto es excepcional, porque nunca se debe fomentar la pereza y la vagancia desde el Estado.

El liberalismo económico extremo tampoco funciona, porque el ser humano no es naturalmente generoso, sino que está intrínsecamente movido por la avaricia, poniendo su esperanza y seguridad en acumular solo para sí o para su familia o sus seres queridos o compañeros de ideología, lo cual le parece naturalmente justo por habérselo “ganado” o haber recibido algo que es de ellos y que “no tienen por qué compartir”. Para nuestros lectores gobernantes, debemos ayudar a esta mejor distribución con impuestos razonables y acompañados de un gasto de inversiones y sociales aún mucho más justos en estos tiempos de pandemia.

El bienestar, tanto de los pobres como de los ricos, viene realmente por el lado de su libertad integral, lo cual incluye libertad frente a los bienes. Estos conflictos han existido desde siempre y se han solucionado en base a una buena negociación, en cuyo sentido, el Estado debe cumplir el rol de un buen padre de familia que busca ayudar a encontrar el punto de equilibrio entre sus hijos, algunos de los cuales han tenido más suerte o más capacidades para construir sus patrimonios, mientras que otros no han tenido esta suerte o capacidad de lograrlo.

Dice la Doctrina: “Los bienes de producción –materiales o inmateriales– como tierras o fábricas, profesiones o artes, requieren los cuidados de sus poseedores, para que su fecundidad aproveche al mayor número de personas. Los poseedores de bienes de uso y consumo deben usarlos con templanza reservando la mejor parte al huésped, al enfermo, al pobre. La autoridad política tiene el derecho y el deber de regular en función del bien común el ejercicio legítimo del derecho de propiedad”. “Piénsese, por ejemplo, en las situaciones donde es necesario que el Estado mismo promueva la economía, a causa de la imposibilidad de que la sociedad civil asuma autónomamente la iniciativa; piénsese también en las realidades de grave desequilibrio e injusticia social, en las que solo la intervención pública puede crear condiciones de mayor igualdad, de justicia y de paz. A la luz del principio de subsidiaridad, sin embargo, esta suplencia institucional no debe prolongarse y extenderse más allá de lo estrictamente necesario”.

Juan Pablo II: “Existen muchos hermanos necesitados que esperan ayuda, muchos oprimidos que esperan justicia, muchos desocupados que esperan trabajo, muchos pueblos que esperan respeto”. ¿Cómo es posible que, en nuestro tiempo, haya todavía quien se muere de hambre; quien carece de la asistencia médica más elemental; quien no tiene techo donde cobijarse? Los medios de producción “no pueden ser poseídos contra el trabajo, no pueden ser ni siquiera poseídos para poseer”.

Su posesión se vuelve ilegítima “cuando sirve para impedir el trabajo de los demás u obtener unas ganancias que no son fruto de la expansión global del trabajo y de la riqueza social, de la especulación y de la ruptura de la solidaridad en el mundo laboral”. “El bienestar económico de un país no se mide exclusivamente por la cantidad de bienes producidos, sino también teniendo en cuenta el modo en que son producidos y el grado de equidad en la distribución de la renta, que debería permitir a todos disponer de lo necesario para el desarrollo y el perfeccionamiento de la propia persona. Una justa distribución del rédito debe establecerse no solo en base a los criterios de justicia conmutativa, sino también de justicia social”.

“Los bienes, aun cuando son poseídos legítimamente, conservan siempre un destino universal. Toda forma de acumulación indebida es inmoral, porque se halla en abierta contradicción con el destino universal que Dios creador asignó a todos los bienes”. “Las riquezas realizan su función de servicio al hombre cuando son destinadas a producir beneficios para los demás y para la sociedad: “¿Cómo podríamos hacer el bien al prójimo –se pregunta Clemente de Alejandría– si nadie poseyese nada?”.

En la visión de San Juan Crisóstomo, las riquezas pertenecen a algunos para que estos puedan ganar méritos compartiéndolas con los demás. Las riquezas son un bien que viene de Dios: quien lo posee lo debe usar y hacer circular, de manera que también los necesitados puedan gozar de él; el mal se encuentra en el apego desordenado a las riquezas, en el deseo de acapararlas. San Basilio el Grande invita a los ricos a abrir las puertas de sus almacenes y exclama: “Un gran río se vierte, en mil canales, sobre el terreno fértil: así, por mil caminos, tú haces llegar la riqueza a las casas de los pobres”.

La riqueza, explica San Basilio, es como el agua que brota cada vez más pura de la fuente si se bebe de ella con frecuencia, mientras que se pudre si la fuente permanece inutilizada”. “El rico, dirá más tarde San Gregorio Magno, no es sino un administrador de lo que posee; dar lo necesario a quien carece de ello es una obra que hay que cumplir con humildad, porque los bienes no pertenecen a quien los distribuye. Quien tiene las riquezas solo para sí no es inocente; darlas a quien tiene necesidad significa pagar una deuda”.

El punto medio sobre el cual ya he comentado en otros artículos, está muy bien documentado en el siguiente: http:// www.vatican.va/roman_curia/ pontifical_councils/justpeace/ documents/rc_pc_justpeace_ doc_20060526_compendio-dott-soc_sp.html. Aristóteles dixit: “En el medio esta la virtud”. Felices Pascuas 2020. Fuerza y a cuidarse.

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