Señaló que hay muchas similitudes en cada rol y que ser mamá le enseñó a ser paciente, a no ser egoísta. Además le dio lecciones de vida al elegir entre lo urgente y lo importante.

En esta entrevista, Montserrat Aponte, gerente de Comercio Exterior y Corresponsalía del Banco Basa, contó su expe­riencia de vida como mamá y profesional. “Tengo tres hijos: la mayor de 18 años y dos varones, de nueve y seis años. Quiero que ellos sepan que soy incondicional, en las buenas y en las malas: para celebrar sus logros, acom­pañarlos en sus fracasos, y también para que vivan sus propios errores y siem­pre aprendan algo de eso”, expresó.

–¿Hace cuántos años tra­baja en el banco y hace cuánto es gerente?

–Soy gerente en Basa desde hace dos años y medio, aun­que trabajo en el sector financiero hace bastante tiempo, y las institucio­nes en las que me desarro­llé vieron crecer, además de mi carrera, a mis hijos: ellos nacieron y crecieron vién­dome en este mundo.

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Luego de un largo recorrido siendo mamá y gerenciando equipos, encuentro muchas similitudes en cada rol. Como mamá me toca ayudar a desa­rrollar las cualidades y poten­cialidades de cada uno de mis hijos, lo que se asemeja a gestionar personas en el ámbito profesional, apos­tar a su crecimiento y capa­cidades. Cuando hay proble­mas, fallas o caídas, hay que ser duro con el problema, pero suave con la persona. Ser exigente no es igual a ser intransigente, se logra mucho más de un equipo o con los hijos, fomentando un com­promiso mutuo. Si bien soy muy exigente, también soy muy protectora y esto genera confianza y respeto en una relación, laboral o familiar.

–¿Qué es lo que más le gusta de su profesión?

–El impacto positivo que puedo generar con mi gestión y trabajo, tanto en las perso­nas de mi equipo, como en mis clientes, y claramente en el banco mismo, me gusta ser parte del cambio, de la evolu­ción, hacer que las cosas suce­dan es algo que me apasiona.

Tomar conciencia de que con el esfuerzo diario, dedicación y constancia se logran enor­mes objetivos. Y, a su vez, esto puede ser un motor que genere el mismo entusiasmo, en otros me motiva a buscar siempre la mejor versión de mí misma como líder, o desde donde pueda aportar.

Para mí el trabajo deja de ser trabajo simplemente cuando las cosas van engranando, cuando un problema se con­vierte en solución, cuando podés tener claro el norte y sos capaz de que los otros también lo vean claramente; en ese punto se logra que los resultados converjan hacia un objetivo y tu profesión no solo sea un trabajo más.

–¿Y de ser mamá?

–Ser mamá es el mayor de los títulos que pude haber obte­nido, fui mamá muy joven y pronto me di cuenta cómo mi vida dio un giro total. Desde temprano se convir­tió en mi motor y es lo que me empuja hasta hoy para cumplir con el resto de mis roles en la sociedad.

Ser mamá me enseñó a ser paciente, a no ser egoísta, me dio lecciones de vida al elegir entre lo urgente y lo importante, me permitió aprender a errar y a buscar siempre en los aciertos y en las dificultades a la mejor versión de mí misma.

Aprendí que vale mucho más el ejemplo que un sermón, aprendí la importancia de la coherencia entre lo que digo y lo que hago, pero sobre todo me regaló la capacidad de disfrutar de cada momento como único.

Después de todos estos años llevando una vida laboral tan activa, muchas veces hasta criticada por mi mismo género, creo que si vuelvo el tiempo atrás hubiera elegido el mismo camino.

Me encanta ver los logros de mis hijos, gritar sus goles, llorar con las obras de teatro donde con un simple disfraz de árbol o león me muestran lo vulnerable que soy. Ser mamá es simplemente mágico.

Me siento comprometida con las personas que estoy formando y entregando a la vida, respetando sus tiem­pos, decisiones, guiándo­les, pero sobre todo, ase­gurándome que sean personas de bien.

–¿Cómo hace para mante­ner un equilibrio entre su vida familiar y laboral?

–Buscando mi propio equili­brio como persona. La mujer de hoy se exige demasiado, o nos exigen demasiado con la vida laboral, la casa, los chi­cos y las obligaciones del día a día. Cuando elegís una carrera laboral y cumplir con tu rol de madre, lo primero que hay que cuidar es a una misma. Las mujeres nos damos pocos permisos para cuidarnos, poco tiempo para nosotras mismas. Sin embargo, la armonía de la mujer es el cimiento funda­mental para el resto de los roles.

Esto supone un esfuerzo adi­cional: ser constantes, metó­dicas y ordenadas. Es fun­damental dedicar el tiempo necesario o más en las ocasio­nes que el trabajo lo demande, y así mismo, que el tiempo de la familia no se vea afectado nunca ni tampoco el tiempo para una misma.

Al final, parece un juego de malabaristas, pero tener un objetivo claro, una motivación sana y el apoyo de tu familia, al igual que la fe, realmente puede mover montañas.

–¿Es posible ejercer ambos roles sin descuidar uno de ellos?

–Totalmente, y estoy con­vencida que el orden y la dis­ciplina que cada una aplique a su vida son clave para hacer que estos roles convivan y se realicen de la mejor manera.

También estoy segura de que calidad es más impor­tante que cantidad. Andar corriendo me hace valorar como única esa pausa que hago para almorzar con mis hijos, llevarlos y buscarlos del colegio, o de alguna fiesta, me permite aprovechar ese momento para escucharlos y compartir de verdad.

Además, como mencioné, la similitud en los roles de mujer y gerente me exige también desarrollar en mi equipo la capacidad de cada uno como pieza clave dentro de la estructura; incentivar­los para que cada uno cumpla su rol y acompañarlos en su crecimiento. No hay nada más satisfactorio como cabeza de equipo que ver a tus colabora­dores superándose día a día.

–¿Qué cambios debe­rían darse al interior de las empresas para que las mujeres puedan alcanzar su máximo potencial pro­fesional y personal? ¿Para apoyarlas y reducir enfer­medades como el estrés laboral?

–El primer paso es que hom­bres y mujeres tomemos cons­ciencia de lo que significa hoy el posicionamiento de las mujeres en el ámbito laboral. Ellas son tan aptas para car­gos gerenciales como cual­quier hombre. La fuerza labo­ral femenina es enorme, creo que las mujeres tienen ciertas cualidades que los hombres no, ellas son tenaces, con una conducción más horizontal y una orientación más pro­funda hacia las personas, suelen lograr mayores com­promisos por la cercanía con la gente con la que trabajan. Tienen capacidad de adminis­trar varias cosas a la vez, pero se enfocan ciento por ciento en sus proyectos y desafíos.

El estrés laboral es un mal de hombres y mujeres, pero para las mujeres gerentes la presión por la competencia masculina es mayor, además de la presión ejercida justa­mente por la capacidad de rea­lizar varias tareas al mismo tiempo.

Algunas maneras de reducir esta presión pueden ser: ela­borar planes para eliminar las diferencias de género en las retribuciones salariales, desarrollar programas que garanticen a las mujeres la igualdad de condiciones en cuanto a formación, replicar a toda la organización aque­llas buenas prácticas imple­mentadas por mujeres líderes, ofrecer programas de coa­ching o mentoring con énfa­sis en género, y también algu­nas acciones puntuales que permitan flexibilizar tiem­pos que se necesiten para la familia por diferentes moti­vos durante el horario laboral, cuando sea posible, y sin que esto suponga una carga adi­cional de estrés para la cola­boradora.

–¿Qué oportunidades brinda el Banco Basa para el desarrollo de las mujeres?

–El Banco Basa ha acompa­ñado el crecimiento conti­nuo de la mujer en el ámbito laboral, dando lugar a un alto porcentaje de mujeres no solo en la plana geren­cial, si no en el porcentaje total del staff del banco. Las mujeres que cumplimos con roles gerenciales nos hemos posicionado liderando pro­yectos, comités, represen­tando a la institución en varios ámbitos, y ayudando a otras mujeres a potenciar sus habilidades y a crecer.

–¿Qué consejos daría a otras mujeres que enfren­tan el mismo desafío de acompañar a los hijos en su desarrollo y al mismo tiempo, ejercer un rol gerencial?

–¡Lo primero es no morir en el intento! Les digo que no tengan miedo a equivocarse y levantarse siempre. No hace falta posponerse como mujer, como profesional, o como madre, todos estos roles son posibles con con­vicción, con ganas, mucha disciplina y pasión por lo que una haga, que sería el otro consejo que les daría, bus­car algo que les apasione, que amen lo que hagan, que el trabajo realmente impacte de manera positiva en sus vidas y en su realización como profesionales.

También les diría que nunca dejen de opinar, de proponer, de cambiar las cosas, desafiar, confrontar conservando los modales; yo estoy convencida de que no hay nada más pode­roso que una mujer decidida.

Tener siempre presente que lo vital es la calidad y no la cantidad de tiempo que le dedicamos a nuestros hijos. Les digo que no sientan tanta culpa, ni por ausentarse de casa, ni por faltar a esa reu­nión tan importante por alguna causa familiar.

Hay que buscar el equilibrio siempre: una mujer realizada es la que forma a sus hijos en valores y, sobre todo, en el afecto, y al mismo tiempo ama lo que hace y lucha por conseguir sus objetivos.

Etiquetas: #Mamá y gerente

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