En cualquier época quien tiene asignadas muchas funciones o responsabilidades puede y debe delegar, ya sea con carácter permanente o de forma puntual. Delegar significa ceder a alguien la responsabilidad y capacidad de decisión sobre una materia o función concreta.

Indudablemente, la delegación tiene ventajas para todas las partes: racionaliza y facilita el funcionamiento diario de la organización; el que lo delega podrá asumir nuevas responsabilidades o centrarse en otras tareas más prioritarias y/o urgentes dentro de la organización; el que recibe la delegación de responsabilidad se siente reconocido, motivado, aumentando su contrato emocional con la empresa, a la vez que le permite aumentar y desarrollar sus capacidades, dado que es innegable que es una buena ocasión de demostrar los talentos de cada uno y muchas veces en organizaciones verticalistas no se dan estas oportunidades.

Delegar, en sí mismo, un acto de:

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-Autoconocimiento, autoafirmación y humildad: No delego porque no sé, sino porque debo asumir otras tareas y responsabilidades. Delego porque lo importante no es que yo sepa hacer veinte mil cosas más que vos, sino porque así sabrás algunas más que antes o podrás demostrar que eres capaz de hacer otras cosas. Delego porque no soy el ombligo del mundo y porque lo importante es que el objetivo de la organización se alcance, lo haga quién lo haga. Y es aquí justamente en donde el trabajo participativo alcanza su máximo potencial.

-Responsabilidad: No sería posible efectuar una buena delegación de responsabilidad a ciegas ni con prisas. Lo contrario lleva a un fracaso absoluto, tanto para el delegante y el delegado como para la propia organización. He allí que requiere de una autorreflexión y evaluación previa para no tener resultados negativos.

Los siguientes aspectos deberían considerarse dentro del espectro de una delegación responsable y que pueda dar resultados positivos:

1- Inculcar en nuestro entorno la cultura de trabajo participativo en vez de la de los compartimientos estancos y la de las individualidades. Todo esto ya es cosa del siglo pasado y el que no se actualiza podría “estrellarse” a la vuelta de la esquina.

2- Conocer a nuestros colaboradores (tanto a nuestros pares como subordinados) para saber en quién podemos delegar cada responsabilidad. Esto requiere un trabajo previo y concienzudo para determinar fortalezas, debilidades, capacidades, aspiraciones y motivos.

3- Determinar con antelación las funciones que se van a delegar, de forma que no se creen problemas de descoordinación, de duplicidades o de escalafones. Sería conveniente también establecer previamente una política o criterios de delegación que sean conocidos por los miembros del equipo. Es por ello que la comunicación dentro de toda empresa debe ser dinámica y que alcance a toda la estructura de la organización.

4- Asumir que delegar significa otorgar “poder” respecto a la materia delegada. Si al final las decisiones relevantes las toma el de siempre, ¿para qué delegar? También debemos asumir que el que recibe delegación puede y tenga su propio estilo de hacer las cosas, que no precisamente debería por qué estar estandarizado dentro de la empresa.

5- Tener claro que delegar no es quitarme la responsabilidad de encima. Quien delega debe establecer claramente qué se espera de que recibe tal o cual delegación, cuando debe estar hecho el trabajo, si puede subdelegar o no… Debe prepararse adecuadamente a que lo va a recibir (si no lo estuviera ya) y prestarle todo el apoyo necesario. Es igualmente fundamental proporcionarle las herramientas necesarias para que pueda desarrollar esa función.

Por tanto, entre delegante y delegado debe crearse una comunicación fluida y permanente; hay que fomentar una relación de retroalimentación continuada y positiva.

6- El que delega mantiene la función de supervisión y coordinación de lo que está delegando y, por tanto, la responsabilidad por los resultados frente a la organización, los clientes siempre serán suyo. De allí la importancia de un seguimiento/monitoreo constante acerca de qué tan bien se están realizando las tareas que fueron delegadas.

7- Mantener en todo momento una actitud positiva y constructiva sobre la labor del que recibe tal o cual delegación estimulando así su compromiso con el proyecto total y con su crecimiento personal y profesional y darle una retroalimentación profesional y sincera acerca de cuan bien, regular o mal realizó las tareas que les han sido delegadas.

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