La inauguración del majestuoso edificio de Palmaroga Hotel representa un impulso al centro de Asunción, muchas veces olvidado por el sector público. El casco histórico de la ciudad tiene así un nuevo punto ineludible, un desarrollo del rubro hotelero que reverdece las esperanzas de que la zona sea punto de interés para extranjeros e incluso aquellos turistas de su propio país. Aprovechando la ocasión,hacemos un recorrido por destinos que son verdaderos tesoros, pero que a veces pasan absolutamente desapercibidos.

Este imponente edificio, restaurado a nuevo, cuenta con 118 años de historia. “Tras un exhaustivo análisis y, luego de más de dos años de búsqueda de un terreno significativo, optamos por el que albergó en su momento al Palacio de Justicia y a la Municipalidad de Asunción; un esplendoroso edificio neo­clásico de 1901.

Nuestro mayor deseo es que Palmaroga Hotel sirva de ejemplo para que otros proyectos se sumen a esta iniciativa de revitalización del Centro”, explicó Alex Lotaza, director del Grupo Barcelona.

Ahora, este edificio será uno de los nuevos puntos ineludibles en la ciudad, el Palmaroga Hotel. Esta nueva opción turística y de eventos, con una inversión mayor a los 12 millones de dóla­res, ha conseguido restaurar de forma única y ejemplar esta joya del patrimonio histórico y cultural del centro.

La Catedral Metropolitana de Asunción fue la primera diócesis del Río de la Plata, construida inicialmente de madera y barro con la recién fundada ciudad, se recuperó de un gran incendio y majestuosa desde su última reconstrucción observa desde hace casi 170 años los acontecimientos más importantes de la vida política del Paraguay.

Cada 15 de agosto es escenario del mayor festejo en la capital. Este sitio histórico sirvió para celebrar los acontecimientos más importantes de la historia moderna del Paraguay, como así también para observar hechos tan tristes como la matanza de jóvenes en las plazas frente a ella.

Por este tesoro de la ciudad han pasado las más altas autori­dades de la Iglesia Católica y en su interior guarda historias fascinantes que coinciden con los nombres de las calles sobre la que está ubicada la catedral: Independencia Nacional y El Paraguayo Independiente.

La Costanera de Asunción, bajo el nombre de José Asunción Flores –padre de la guarania–, bordea la bahía de la ciudad y conecta al centro con el acceso norte a la capital.

Un sueño largamente anhelado que se concretó esta década y sigue creciendo, se estima que una vez terminado el proyecto, toda la ciudad de Asunción contará con una costanera que se extenderá desde los límites con Lambaré hasta el Jardín Botánico conectando con otras obras viales.

Además de ser un mecanismo de tránsito rápido para los vehículos, se ha convertido en el lugar de esparcimiento por excelencia en el verano y gracias a la obra los asuncenos, de a poco, dejaron de darle la espalda al río.

De cara al río, uno de los lugares más emblemáticos de la ciudad de Asunción es la sede de Gobierno, el Palacio de López.

Es patrimonio material y cultural de la ciudad. Alguna vez bombardeada, hoy día el edificio no está abierto al público, pero en su interior residen las historias de guerra y paz del Paraguay, de progreso y de retroceso político y económico.

Construido entre 1857 y 1867, el palacio está construido con materiales de todo el país. Las piedras de Emboscada, de Altos; la madera de Yaguarón, el hierro de Ybycuí y los ladrillos de Tacumbú.

Ubicado entre Ayolas y O’Leary sobre Paraguayo Independiente, el Palacio de López va atestiguando el inexorable paso del tiempo y los cambios en Paraguay.

La cultura tiene un símbolo en el centro de Asunción y es Manzana de la Rivera. Un grupo de nueve casas con arquitectura del siglo XVIII que en su conjunto compone un punto ineludible en la ciudad.

En este lugar se puede apreciar el arte local con constantes exposiciones, hasta disfrutar de un momento de tranquilidad con la imponente vista al fondo de lo que se conoce como el Palacio de López, la principal sede de Gobierno en la República del Paraguay.

Este espacio, que depende de la Municipalidad de Asunción, ha alojado a grandes pensadores locales y allí se han originado diversas ideas mediante recordados y frecuentes encuentros culturales.

Antes sala de sesiones del Congreso Nacional y desde 1853 vinculado a las artes escénicas, un edificio histórico de Asunción: el Teatro Municipal.

El Teatro Municipal es uno de los puntos más importantes destinados a la cultura en la capital, históricamente respetado como el lugar al cual acudían los más destacados artistas locales e internacionales, hoy alberga gran parte de las obras que se presentan en la ciudad.

Ubicado sobre la calle Presidente Franco, hoy remozado y restaurado, lleva el nombre de Ignacio A. Pane, un docente, político y periodista con vasta trayectoria y presencia en el área de las ciencias políticas y sociales.

Parece una catedral europea, pero está ubicada en el centro de Asunción, es la Iglesia de la Encarnación, un templo abso­lutamente distinto a todo lo que se erige a su alrededor.

Ubicada en una de las colinas de la ciudad capital, la iglesia fue cambiando de sede cuando todavía era la Parroquia de la Encarnación en 1539, hasta llegar en 1889 a la esquina de Eduardo Víctor Haedo entre 14 de Mayo y Alberdi.

Si su arquitectura, de algún modo indefinida, luce imponente con su torre, galerías y campanario, su interior es aún más impresionante. Contiene una planta basilical y un altar mayor, la iluminación proviene de 41 ventanas y 7 puertas, se destaca un imponente antiguo órgano de tubos de viento.

La Iglesia de la Encarnación es así otro de los íconos de una capi­tal que oculta a la vista de todos absolutos tesoros del centro.

Mediando el siglo XIX, el gobierno de Carlos Antonio López inició el proyecto del ferrocarril en Asunción, que luego se convertiría en el medio de transporte más importante del país partiendo de la Estación Central del Ferrocarril, en la esquina de la Plaza Uruguaya, un punto que inicialmente se llamó Estación San Francisco.

Por más de 100 años el ferrocarril conectó a la capital con gran parte del sur del país, parando primero en Tablada, pasando por la estación Botánico para alejarse de Asunción llegando a Luque luego, recorriendo las zonas cercanas al Lago Ypacaraí y bajando hasta el Guairá, donde un Roa Bastos alguna vez se inspiró con su paso. El punto final en Paraguay era Encarnación, pero el puente sirvió para conectar a miles de compatriotas con Argentina yendo a Posadas.

Hoy día, del tren queda solo un recuerdo, pero vivo y palpable en la arquitectura de la estación ubicada en el centro de Asunción. El museo ferroviario instalado en su interior repasa una época dorada de viajes y movimientos en esta ciudad que quiere mantener intacta su historia.

El Panteón de los Héroes es un ícono del centro de Asunción, un destino imprescindible para propios y extraños, y con un importante valor arquitectónico, pero con aún mayor destaque como un recordatorio de nuestra historia como nación.

Originalmente, el edificio estaba destinado a convertirse en un oratorio para la Virgen de la Asunción, mediando 1863 se ordenó su construcción. Fue Francisco Solano López quien mandó erigirla en esa obligatoria parada que es Palma y Chile.

La obra pasó 73 años sin concluirse y el Paraguay sufrió, padeció y atravesó dos guerras devastadoras en ese período. En 1936 fue terminado el edificio y convertido a Panteón Nacional de los Héroes, donde hoy descansan los restos de quienes fueron los responsables de que esta tierra sea conocida como República del Paraguay.

Quizás pocos sepan que además de ser un sitio histórico para la patria es también el “Punto 0”; es decir, de allí se calculan las distancias de las rutas que unen a la capital con las demás ciudades del país.

Hace 208 años –entre la noche y madrugada del 14 y 15 de mayo de 1811–, el epicentro de nuestra futura libertad e identidad como paraguayos se gestaba en lo que hoy se conoce como La Casa de la Independencia. Este ícono de Asunción, convertido en museo, no solo es importante por su arquitectura de la época de las colonias españolas en América, sino porque marcó el destino de un pueblo, albergando para siempre un significado histórico para los que tienen al Paraguay como su patria.

Construida en 1772 por un arquitecto español, nadie se imaginaba que esa vivienda con paredes de adobe y techo de paja sería después el punto fundamental para la gesta independentista en Paraguay y repetida en la región, a medida que la Revolución Francesa seguía influenciando en el movimiento emancipador en el mundo entero.

Sin ese lugar, quizás la independencia hubiese tenido otro puesto comando, pero tarde o temprano se daría. Lo que sí es cierto es que allí se empezó a planear la libertad, tantas veces atacada y de la que hoy disfruta­mos viviendo en estas tierras.

Este hecho histórico en el centro de la “Madre de Ciu­dades” permitió a una nación aflorar, a una república existir y a un pueblo expresar su propia identidad. Allí radica el valor eterno del centro de Asunción.