Lima. Perú. AFP

Una carta póstuma en la que Alan García negó acusaciones de corrupción y rechazó some­terse a “injusticias y circos” marcó su funeral ayer en Lima, dos días después del suicidio del ex presidente acorralado por la Justicia en un caso vin­culado al escándalo de corrup­ción Odebrecht.

“He visto a otros desfilar espo­sados guardando su miserable existencia, pero Alan García no tiene por qué sufrir esas injusticias y circos”, escribió el ex mandatario en el mensaje dirigido a sus seis hijos, que leyó ayer en medio de sollo­zos su hija Luciana durante las exequias.

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“No hubo ni habrá cuentas, ni sobornos, ni riqueza. La his­toria tiene más valor que cual­quier riqueza material”, sen­tenció García.

García, de 69 años, quien estuvo obsesionado durante su prolífica y controvertida carrera política de cuatro déca­das por el lugar que ocuparía en la historia, escribió no estar dispuesto a soportar humilla­ciones en defensa de su honor.

“Le dejo a mis hijos la dignidad de mis decisiones; a mis com­pañeros, una señal de orgullo. Y mi cadáver como una mues­tra de mi desprecio hacia mis adversarios porque ya cum­plí la misión que me impuse”, reza uno de los párrafos más llamativos.“(El ex presidente) se victi­miza, culpa a los opositores de su situación, se inmola por el partido”, dijo sobre la carta el historiador Juan Luis Orrego a la radio RPP. Orrego señaló que el contenido de la carta le hacía recordar a la que dejó el ex presidente bra­sileño Getulio Vargas, quien se suicidó en 1954.

CREMADO

El cuerpo fue cremado al atardecer en una ceremonia privada luego de que su fami­lia rechazara un funeral de Estado, dos días después de su suicidio cuando iba a ser detenido por un caso ligado al escándalo de la constructora brasileña Odebrecht.

Las exequias del ex mandata­rio convocaron a miles de sim­patizantes al local partidario de la “Casa del Pueblo”, desde donde el féretro salió cargado a hombros luego de un fervoroso homenaje. Miles de personas caminaron junto al ataúd unos dos kilómetros por las calles de Lima rumbo a la histórica plaza San Martín.

GARCÍA Y ODEBRECHT

Antes de emitirse la orden de detención, Alan García había declarado que no se asilaría ni escondería, en tácita alusión al frustrado asilo que pidió a Uruguay en diciembre ante una inminente detención. Tampoco podía salir del país por una orden judicial. La jus­ticia había ordenado su deten­ción tras recoger nuevos ele­mentos que permitían a la Fiscalía acusarle de ser “jefe de una organización criminal”.

García estaba bajo la lupa de la justicia por supuestos sobornos pagados por Ode­brecht para obtener un con­trato de construcción para el metro de Lima. La fisca­lía recabó indicios a través de declaraciones judiciales de directivos de Odebre­cht desde Brasil de que el ex secretario de la presidencia de García, Luis Nava, recibió US$ 4,8 millones de Ode­brecht.

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