Este miércoles, la organización PRO Desarrollo y la Consultora Mentu presentaron el informe anual sobre economía subterránea en Paraguay. Los datos revelan que, en 2024, la economía paralela en el país representó el 35,1 % del producto interno bruto (PIB), un equivalente a USD 15.000 millones.

El economista y director de Mentu, Hugo Royg, fue quien desglosó el informe. Expuso que pese a algunos avances en formalización y esfuerzos institucionales, la economía subterránea en Paraguay se mantiene elevada y continúa impactando negativamente en el desarrollo, la igualdad y la competitividad del país.

Precisó que este segmento incluye, tanto actividades informales como ilícitas, desde emprendimientos sin registros tributarios hasta redes de contrabando o lavado de dinero. Se trata de un conjunto de dinámicas que escapan al control del Estado, distorsionan los mercados, afectan la calidad del empleo y debilitan la institucionalidad democrática.

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El estudio utiliza el modelo econométrico MIMIC, que vincula la informalidad con factores como la pobreza, el desempleo, el autoempleo, la corrupción y el uso intensivo de efectivo. Los datos muestran que Paraguay cuenta con altos niveles en todos estos indicadores. Uno de ellos refiere que la informalidad laboral se mantiene por encima del 66 %, y el autoempleo alcanza el 42,5 %, “señal de precariedad en el acceso a trabajos formales”.

Así también, la desigualdad de ingresos es abrumadora: el 10 % más pobre de la población accede a un ingreso mensual promedio de apenas G. 392.000, mientras que el decil más alto supera los G. 2.800.000. Se estima que 6 de cada 10 trabajadores paraguayos son informales, y casi dos tercios de las micro, pequeñas y medianas empresas (Mipymes) no están registradas formalmente.

Los datos muestran que Paraguay cuenta con altos niveles en todos estos indicadores. Foto: Néstor Soto

Región

La presentación revela que, en comparación con otros países de la región, Paraguay se ubica entre los que tienen mayor proporción de economía subterránea. Está por encima de Argentina, Brasil, Chile, México o Uruguay, tanto en porcentaje del PIB como en impacto sobre el desarrollo humano; también advierte que existe una correlación directa entre economía subterránea y crimen organizado, lo que refuerza la necesidad de acciones coordinadas a nivel regional.

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Aunque el porcentaje de informalidad disminuye levemente, en términos absolutos el volumen de la economía informal sigue creciendo, porque la economía en su conjunto también lo hace. Es decir, hay más actividad, y dentro de ella, también más informalidad. Esa es una preocupación clave”, dijo al respecto Hugo Royg.

Para finalizar, Hugo Royg expresó que reducir la economía subterránea no es solo una cuestión fiscal, sino que se trata de construir un país más justo, competitivo y resiliente. “El desafío es compartido por el sector público, privado y la sociedad civil”, aseveró.

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