El coordinador de Estrategias y Contenido del Grupo de Países Productores del Sur (GPS), Nelson Illescas, afirmó que es necesario reposicionar a América Latina como un actor estratégico en el sistema agroalimentario global, ante un escenario internacional marcado por transformaciones que hacen que el comercio agroalimentario atraviese una etapa de alta complejidad e incertidumbre.
Según planteó, el contexto internacional está marcado por cinco grandes tendencias: la fragmentación económica, la intensificación de la rivalidad entre Estados Unidos y China, el debilitamiento de instituciones multilaterales como la OMC y la ONU, la aparición de nuevos estándares ambientales que condicionan el acceso a los mercados y la persistencia de conflictos armados que alteran la agenda global.
Ante esta situación Illescas planteó que la región debe ser nuevamente reposicionada. “Lo que hace unos años parecían ser prioridades, hoy ya no lo son tanto. Eso implica repensar cuál es la estrategia de posicionamiento de nuestra región”, señaló en el marco de la Cumbre Agroglobal Sudamericana.
Según publicó la Unión de Gremios de la Producción (UGP), América Latina, con su fuerte perfil agroexportador, posee ventajas estratégicas en un mundo que busca asegurar fuentes confiables de alimentos, energía y minerales críticos.
En este contexto, indicaron que la agroindustria regional deja de ser parte del problema para convertirse en parte de la solución frente a los grandes desafíos globales: seguridad alimentaria, transición energética y desarrollo sostenible.
“El camino a transitar no está exento de obstáculos, pero también se abren oportunidades”, destacó Illescas. Entre ellas, el renovado interés por los recursos naturales y capacidades productivas de la región, así como el potencial para atraer inversiones y fortalecer alianzas con socios estratégicos.
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Para capitalizar estas oportunidades, el experto propone una estrategia de reposicionamiento basada en tres ejes complementarios. En primer lugar, la modernización y cooperación con países de Occidente, apostando a la actualización tecnológica y al fortalecimiento institucional.
En segundo lugar, plantear atraer inversiones desde países petroleros, interesados en diversificar su matriz económica. Y en tercer lugar, plantean apostar a la expansión comercial hacia Asia, un mercado dinámico y en crecimiento, con alta demanda de productos agroindustriales.
Illescas insistió en que el éxito de esta estrategia requiere una fuerte articulación público-privada, una diplomacia económica activa y una visión compartida entre los países de la región. “Estamos bien posicionados para construir una nueva geopolítica comercial y alimentaria, pero necesitamos avanzar con decisión”, concluyó.