¿Existen posibilidades reales de que Miguel Prieto pueda llegar a la Presidencia de la República? Evaluando la respuesta en tiempo actual: ninguna. En este punto aparecerán las objeciones parvularias como, por ejemplo: “¿Entonces, por qué le persiguen?”.
Y se contestarán a sí mismos: “Porque le tienen miedo”. Nadie, sin embargo, examinó el informe de la Contraloría General de la República, por el cual solicitó al Poder Ejecutivo la intervención de la comuna de Ciudad del Este (artículo 165 de la Constitución Nacional).
Por ahí deberíamos empezar a desenredar la madeja de este paisaje donde abundan las opiniones, pero no las refutaciones al trabajo del ente contralor. Ninguno de sus adherentes, repito, escudriñó tal documento. Tampoco yo lo haré, porque mis observaciones se reducen exclusivamente a la proyección política mirando las elecciones generales de 2028.
El procedimiento se ajusta a lo que establece nuestra ley fundamental, pues, entre las causales para adoptar dicha medida se puede leer en el apartado 3 del artículo precedentemente citado: “Por grave irregularidad en la ejecución del presupuesto o en la administración de sus bienes, previo dictamen de la Contraloría General de la República”. En la misma situación se encuentra el intendente de la ciudad de Asunción, Óscar Rodríguez, de extracción colorada.
La intervención no podrá prolongarse por más de 90 días. La destitución solo podrá vehiculizarse por mayoría absoluta de la Cámara de Diputados.
Para que Miguel Prieto tenga chances ciertas de acceder al Palacio de López precisará, indefectiblemente, articular un proyecto que involucre al Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA), tal como lo hizo Fernando Lugo en 2008. Sin embargo, no creo, sinceramente, que el partido político más antiguo de nuestro país renuncie a liderar el proceso. Sobre todo, después de la desagradable experiencia con el exobispo de San Pedro.
Miguel Prieto es lo más parecido a Kattya González en sus enviones electorales. Y me animo a arriesgar que tendrá el mismo desenlace. Rebobinemos. El 8 de marzo de 2022, la entonces diputada lanza su candidatura a la Presidencia de la República, por el Partido Encuentro Nacional (PEN), con el lema “Renace Paraguay”.
Tenía como aliado al movimiento Yo Creo, del intendente Miguel Prieto. Precisamente en la capital del departamento de Alto Paraná oficializa su proyecto el 19 de marzo de ese mismo año, en el Anfiteatro del Lago de la República.
Finalmente, sus pretensiones sucumbieron ante el cerrado cerco de la Concertación Nacional que presentaba a Efraín Alegre en su tercera aparición como aspirante al sillón de López. Con el consabido resultado de la derrota.
Hay que resaltar que la campaña de Kattya González comenzó mucho antes. Ya hacia finales de 2020. No me considero un profeta de lo obvio ni oráculo del día después, porque fundamento mis hipótesis en la observación rigurosa del comportamiento humano en sus repeticiones y consecuencias.
Escribía el viernes 13 de noviembre de 2020: “La diputada Kattya González, quien actualmente aspira posicionarse para la Presidencia de la República mirando el 2023, solo tiene como sustento, por ahora, las luces y las portadas de los medios.
Dentro de la vieja escuela de la propaganda política el discurso ampuloso y grandilocuente posee el atractivo de la novedad o la curiosidad, sin arraigo en el tiempo”. Aquí va lo que creo que le sucederá a Prieto: “Las candidaturas sin proyección real suelen tener una presencia pasajera en los medios. Sobre todo, si no logran consolidarse en la preferencia ciudadana. La política de exhibición, como lo denominan algunos analistas, difícilmente se desplace hacia una política de decisión”.
Miguel Prieto está muy distanciado de la capacidad argumentativa de Kattya, cuando ella se decide a pronunciar un discurso en serio, lejos del lenguaje panfletario del cual también suele abusar.
Mucho menos es comparable con Paraguayo Cubas, porque Payo venía de una larga lucha gremial en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Asunción, como militante del sector contestatario del Partido Colorado.
En su tiempo, entre los estudiantes, fue uno de los oradores más lúcidos e inteligentes. Incursionó en las movilizaciones populares, hasta que un día decide intentar la aventura presidencial, adoptando poses histriónicas –rayando la locura–, que yo sospecho fue bien meditado. Despertó la atención de una juventud desinteresada por la política y sumó detrás a una larga legión de descontentos con la clase dirigente. No percibo en Prieto esos atributos.
El PLRA, insisto, no aceptará ningún otro candidato que no sea el propio. Si Miguel Prieto decide presentarse como una tercera opción, ocurrirá lo que también ya dije: “Terminará siendo funcional al partido que pretende derrotar”.
En este país, decía el querido Kostia, a nadie se le niega un poema y un cigarrillo. Y, tampoco, una opinión, agrego yo. Esta es la mía. Buen provecho.