Conforme a datos presentados por PRO Desarrollo, la economía subterránea o informal le costó a Paraguay o dejó de ingresar al fisco más de USD 22 mil millones en 2022, lo cual representa 46 % del producto interno bruto (PIB), que a la vez aumentó más del 2 % ante el 2021, afectando a la distribución de los ingresos y a la pobreza del país.

Antes de avanzar, se explica que la economía subterránea se refiere a todas las actividades económicas que se llevan a cabo fuera de la regulación gubernamental y sin el pago de impuestos correspondientes. Pueden ser legales o ilegales, pero se llevan a cabo de forma oculta para evitar la detección por parte de las autoridades.

“Lo que pretendemos desde PRO Desarrollo con estos estudios y los datos que encontramos, es instalar la necesidad de que se tienen que repensar los esquemas del modelo actual, realizar ajustes entre el Gobierno y el sector privado a través de políticas públicas que generen condiciones”, expresó Hugo Royg durante la presentación.

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Los miembros de PRO Desarrollo compartieron con la prensa los datos recopilados de la economía subterránea, con el objetivo de instalar el debate de modo a propiciar las políticas públicas adecuadas. Foto: Christian Meza

Propiciar políticas públicas

Tales políticas públicas para una mayor formalización deben centrarse en el acceso al sistema tributario, es decir, que una mipyme pueda pagar impuestos, pero que a la vez sean redituados, así como la inclusión o acceso al sistema financiero, explicaron los representantes de PRO Desarrollo, integrado por actores del sector privado.

En cuanto al estudio desarrollado para medir la economía subterránea, indicaron que fueron empleados tres metodologías; por un lado, comparando todo con datos nacionales oficiales, como la cantidad de habitantes, cuántos trabajan y la cantidad de demanda de dinero versus los recursos vinculados a todas estas actividades, y comparando la liquidez del mercado con lo que precisarían los hogares con actividades formales.

También se utilizaron los ingresos tributarios, equiparando con el crecimiento del PIB y el consumo de energía eléctrica para cruzar tales datos, y como tercer componente la cantidad oficial del empleo formal comparado con las personas que dicen que trabajan formalmente.

Destacaron, a la vez, que la economía subterránea operan con billete o el efectivo, punto que también fue evidenciado a través de la realización de una encuesta en zonas vulnerables de Asunción y Área Metropolitana (Chacarita, Tacumbú, entre otros), en la que sondearon las actividades de microemprendedores, quienes en su mayoría manifestaron querer migrar a la formalidad por los beneficios que ello genera, dato que fue sorpresivo para PRO Desarrollo.

Lo que conlleva a las conclusiones de que “la formalidad no va a matar empresas”, pues los propios informales entienden de esta importancia, y que más bien se debe generar las condiciones y cambiar la estructura de costos para pasar a ser formales, pues la informalidad se produce por las propias restricciones del ecosistema real.

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La entidad PRO Desarrollo integra a una serie de empresas del sector privado formales que se adhieren a la necesidad de generar acciones para combatir la economía informal. Foto: Christian Meza

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