Desde el Banco Mundial explican que si bien el comercio internacional contribuye al cambio climático con los buques, camiones y aviones que trasladan mercaderías por todo el mundo cooperan con las emisiones de gases de efecto invernadero, el comercio es también una parte vital de la solución al cambio climático.
En ese sentido, señalan que cuando se produce una tormenta o una inundación, el comercio proporciona los suministros de emergencia, alimentos y medicamentos, y los bienes necesarios para reconstruir. A su vez, destacan que el comercio distribuye los servicios, las tecnologías y los bienes que pueden reducir las emisiones de carbono, como paneles solares y turbinas eólicas.
Un informe lanzado recientemente por la banca mundial, indica que los países de ingreso bajo y mediano son un componente central del nexo entre el comercio y el clima, también que sus emisiones anuales aumentaron más rápido que el promedio mundial durante el período 2010-18.
Empero, resaltan que sus economías son las más vulnerables a los efectos del cambio climático, y que muchos dependen en gran medida de la agricultura y el turismo, sectores afectados por el aumento de las temperaturas y el nivel del mar. Más aún, muchos cuentan con recursos limitados para adaptarse.
Por eso, proponen que la adopción de medidas gubernamentales de política comercial puede promover la agricultura sostenible fomentando la difusión de nuevas tecnologías que permitan aumentar los rendimientos, como nuevos tipos de fertilizantes y variedades de semillas resistentes al clima.
En ese marco, afirman que será importante reducir los aranceles sobre los alimentos y las barreras no arancelarias, como las normas sanitarias y fitosanitarias arbitrarias y los procedimientos fronterizos “engorrosos”. “También se deben bajar los aranceles sobre los bienes y servicios ambientales”, dicen.