El déficit de lluvias que se registra actualmente en el suelo paraguayo durante este diciembre ocasionará una merma en cuanto a volúmenes en el sector agrícola. De acuerdo a las evaluaciones, se contabilizan pérdidas de al menos 300 a 400 kilos por hectárea de soja, totalizando alrededor de un millón de toneladas menos, reportaron representantes del rubro.

En ese sentido, los productores se encuentran moderadamente optimistas, pero también preocupados por la situación que ya está bastante generalizada, según indicó Hugo Pastore, director de la Cámara Paraguaya de Exportadores y Comercializadores de Cereales y Oleaginosas (Capeco) a La Nación/Nación Media.

El 2022 representó el año con la peor producción agrícola registrada en la historia de nuestro país debido a la sequía, puesto que los rendimientos promedio fueron de apenas 979 kilos por hectárea, frente a más de 2.000 kilos por hectárea que se produjeron en la zafra anterior, con un volumen total de 3.418.971 toneladas.

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“La campaña de soja se inició razonablemente bien con precipitaciones, noches frescas y amaneceres fríos y eso hizo que el cultivo se atrase en su desarrollo. Además ahora con las temperaturas muy altas y la falta de lluvias, necesitamos precipitaciones porque ya se resiente eso y en consecuencia afecta a los cultivos”, manifestó.

Áreas afectadas

Mencionó que las áreas que fueron afectadas primeramente corresponden al oeste de Canindeyú, el norte de Caaguazú y el sur de San Pedro, lugares que por las condiciones del suelo resintieron antes el estrés hídrico. “Algunas mermas ya van a haber, respecto al rendimiento potencial, los técnicos habían hecho un estudio de que serían de 300 a 400 kilos por hectárea en promedio general y eso será alrededor de un millón de toneladas pero tenemos que ir viendo cómo se desarrollan los próximos días”, expresó Pastore.

Si bien existen pronósticos de que en los primeros meses del 2023 retornarán las precipitaciones, las plantas podrían sufrir daños irreversibles de continuar la escasez. “Nosotros creemos que un cierto nivel de daño ya está habiendo, pero esperamos que eventualmente los cultivos puedan recuperarse”, añadió. Asimismo, recordó que con la merma del 70% de la producción esperada este fue un periodo de muchas dificultades, austeridad y sacrificio a pesar de que el maíz y la soja zafriña representaron un oxígeno gracias a la buena siembra.

En el caso de la soja zafriña 2022 fue producida en 459.339 hectáreas, unas 346.792 más que el 2021, cuando el área destinada a este cultivo llegó a las 122.544 hectáreas. En tanto, el maíz tuvo una producción general a nivel país en muy buenas condiciones, por lo que se espera un volumen de entre 5 y 5,5 millones de toneladas.

Se mantienen cautos

Desde la Unión de Gremios de la Producción (UGP), Héctor Cristaldo, acotó a La Nación/Nación Media que el panorama todavía no es crítico, pero que observan con cautela esta coyuntura. “Por lo menos ya no es el mismo escenario que el año pasado cuando ya era una catástrofe. Hay problemas pero todavía es superable. Si no llegan en los próximos días ya va a ser importante”, sostuvo.

La superficie destinada a la soja en esta zafra fue de 3.492.308 hectáreas, unas 209.323 menos que en la campaña del año anterior, puesto que en la del 2021-22 el área destinada a este cultivo fue de 3.300.000 hectáreas.

Según la Capeco, la expectativa inicial se situaba alrededor de los 10,3 millones de toneladas, pero actualmente bajaría a 9,3 millones de toneladas. Cristaldo prefirió no brindar números atendiendo que la escena es muy dinámica y cambiante. “Es mejor ser prudente y esperar a ver como avanzan los acontecimientos y si se consolida la lluvia tendremos un escenario y si no será más complicado. Estamos en una disyuntiva, pero ya no va a ser la cosecha ideal”, afirmó.

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