Según el último pronóstico de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) sobre la producción mundial de cereales, se prevé que esta disminuya en un 1,4 %, equivalente a unas 38,9 millones de toneladas en términos interanuales. Esta reducción será provocada por las persistentes condiciones de sequía en los países del hemisferio norte, refirieron.
Mencionaron que la producción global europea y americana, que estaba cifrada en 2.774 millones de toneladas en 2022, se rebajó en 17,2 millones de toneladas respecto al informe anterior publicado en el mes de julio.
La mayor parte de la disminución prevista guarda relación con la producción de maíz en la Unión Europea, donde estiman que las condiciones atmosféricas excepcionalmente calurosas y secas imperantes desde finales de la primavera harían descender los rendimientos en un 16%.
Del mismo modo, las perspectivas acerca de la producción de maíz en los EEUU se redujeron de forma moderada, fundamentalmente a causa de los estados climáticos desfavorables en la región del Medio Oeste, sostuvieron.
“Los déficits de precipitaciones también impactaron en las previsiones de los rendimientos de la cebada, lo que explica en gran medida la reducción de los pronósticos acerca de la producción mundial del cereal”, agregaron. También recalcaron que en el caso de Argentina y Ucrania se sigue previendo que la producción de maíz disminuya un 38% en términos interanuales.
A raíz de la baja en la producción mundial de cereales pronosticada para este año, la organización afirmó que las expectativas sobre las reservas al cierre de las campañas de 2023 también disminuyen en 9,3 millones de toneladas desde julio, es decir, un 2,1% menos que los niveles esperados.
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Alto Paraná: mayor área de soja
En el primer trabajo de análisis geoespacial de área sembrada de maíz y soja zafriña 2025 de la Cámara Paraguaya de Exportadores y Comercializadores de Cereales y Oleaginosas (Capeco) se reveló que Alto Paraná es la región con mayor cantidad de hectáreas cubiertas en el país para ambos cultivos.
Según el relevamiento, se registraron 874.885 hectáreas cubiertas del cereal y 541.289 hectáreas de la oleaginosa. Se obtuvieron datos cercanos a la superficie sembrada en el periodo de entre zafra de esta campaña, totalizando de esta manera unas 1,4 millones de hectáreas que fueron cubiertas.
COBERTURAS
En cuanto a soja, Alto Paraná presentó una cobertura de 251.213 hectáreas, seguido de Itapúa que registró 110.703 hectáreas, Caaguazú 55.212 hectáreas, y Canindeyú llegó a las 44.864 hectáreas. También sembraron soja de segunda zafra los departamentos de Caazapá con 42.561 hectáreas y San Pedro con 15.527 hectáreas.
Sobre el maíz, el informe señaló que se sembraron en Alto Paraná 287.011 hectáreas, en segundo lugar estuvo Canindeyú con 227.522 hectáreas, seguido por Caaguazú con 129.656 hectáreas e Itapúa con 108.643 hectáreas.
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Alto Paraná es la región con mayor área sembrada de soja y maíz zafriña
En el primer trabajo de análisis geoespacial de área sembrada de maíz y soja zafriña 2025 de la Cámara Paraguaya de Exportadores y Comercializadores de Cereales y Oleaginosas (Capeco) se reveló que Alto Paraná es la región con mayor cantidad de hectáreas cubiertas en el país para ambos cultivos.
Según el relevamiento, se registraron 874.885 hectáreas cubiertas del cereal y 541.289 hectáreas de la oleaginosa. Se obtuvieron datos cercanos a la superficie sembrada en el periodo de entre zafra de esta campaña, totalizando de esta manera unas 1,4 millones de hectáreas que fueron cubiertas.
En cuanto a soja:
- Alto Paraná presentó una cobertura de 251.213 hectáreas
- seguido de Itapúa que registró 110.703 hectáreas
- Caaguazú 55.212 hectáreas
- Canindeyú llegó a las 44.864 hectáreas
También sembraron soja de segunda zafra los departamentos de:
- Caazapá con 42.561 hectáreas
- San Pedro con 15.527 hectáreas
- Amambay 13.383 hectáreas
- Misiones 6.120 hectáreas
- Guairá 1.600 hectáreas
- Paraguarí con 106 hectáreas
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Maíz
Sobre el maíz, el informe señaló que se sembraron
- en Alto Paraná 287.011 hectáreas
- en segundo lugar estuvo Canindeyú con 227.522 hectáreas
- Caaguazú con 129.656 hectáreas
- Itapúa con 108.643 hectáreas.
También sumaron áreas destinadas al maíz los departamentos de:
- San Pedro con 50.449 hectáreas
- Caazapá 41.732 hectáreas
- Amambay 21.594 hectáreas
- Misiones 5.422 hectáreas
- Guairá 2.045 hectáreas
- Concepción con 811 hectáreas dedicadas al cereal
Desde el gremio señalaron que el objetivo es elaborar mediciones de los principales cultivos desarrollados en el país para fortalecer la disponibilidad de información de la agricultura paraguaya. “El propósito de este informe es sumar datos precisos que puedan ayudar a la toma de decisiones de los productores y miembros de la cadena de valor agropecuaria”, aseguraron.
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Siete claves para reducir la brecha entre el cultivo tecnificado y tradicional
Por Willian Legal
En un país sumamente productivo como Paraguay, es fundamental hablar de tecnología en el sector agrario. La mayoría asocia el concepto de tecnología con herramientas de última generación o dispositivos sofisticados como la robótica. Sin embargo, también forman parte de la tecnología los manejos productivos, el conocimiento sobre el manejo del suelo y del cultivo.
En una nueva entrega de Ellos saben de La Nación/Nación Media, el presidente del Instituto Paraguayo de Tecnología Agraria (IPTA), Édgar Esteche, explicó que el país se encuentra en una zona agroecológica particular, lo que implica que las tecnologías aplicadas deben ser validadas y ajustadas a estas condiciones.
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Mencionó que las proyecciones muestran que en los próximos 25 años se logrará más progreso que en los últimos 10.000 años. Esto implica pensar estratégicamente en el rol del país dentro de ese escenario. Parte del enfoque debe centrarse en reducir la brecha entre los productores altamente tecnificados y aquellos que aún dependen de herramientas rudimentarias.
1- Transferencia de tecnología
El IPTA es el ente encargado de la investigación, desarrollo de tecnología, innovación, transferencia y difusión. Trabaja sobre cuatro pilares: agricultura, pecuaria, forestal y agricultura familiar. La misión institucional es la generación, rescate, adaptación y validación de tecnologías agrarias, así como el manejo de recursos genéticos.
Se busca desarrollar variedades y prácticas de manejo que se adapten a las condiciones del país. La transferencia de tecnología implica enseñar a los productores a utilizar la tecnología en su cultivo. Por ello, es fundamental que los sistemas de producción se vuelvan mucho más amigables con el ambiente.
2- Agricultura sostenible
Hablamos de una agricultura resiliente y más sostenible. La sostenibilidad contempla tres enfoques: económico, social y ambiental. Anteriormente, el productor se adaptaba a lo que el clima le ofrecía en ese momento. Sin embargo, con los nuevos conceptos en el sector agrario, proponemos una agricultura sostenible, lo que significa tener la oportunidad de construir el futuro y definir cómo se quiere producir en los próximos años.
3- El manejo del suelo
Paraguay cuenta con suelos inmensamente ricos, pero también muy degradados. Es necesario empezar una corrección del suelo, lo que implica su manejo adecuado, el uso de abonos verdes, la labranza mínima y dejar de lado el uso de la rastra.
Se debe avanzar hacia la siembra directa, como ya lo hace el gran productor. El pequeño y mediano productor también debe enfocarse en este modelo, lo que les permitirá ser más resiliente y adaptarse con mayor rapidez a los cambios climáticos.
4- El manejo del agua
Al hablar de cambios climáticos, también se debe hablar del agua. Aunque el pequeño productor fue muy golpeado por la sequía reciente, el país está rodeado de grandes ríos que ofrecen oportunidades. Solo el 18 % de la superficie cultivable en el mundo se produce bajo sistema de riego, pero esa superficie aporta el 45 % de los alimentos.
Paraguay y la región tienen acceso al 38 % de la disponibilidad de agua, lo que representa un potencial enorme, y para ello se deben aplicar prácticas responsables de manejo del recurso hídrico.
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5- Biotecnología
La biotecnología es clave para el desarrollo del país. Es fundamental avanzar en el desarrollo de tecnologías en laboratorio que permitan obtener materiales genéticos resistentes y accesibles para los productores. Son herramientas que no se pueden dejar de desarrollar.
6- Digitalización
La digitalización y la modernización son procesos importantes. La asistencia técnica, la gestión, los pronósticos, la predicción, el uso de sensores remotos y la agricultura de precisión son factores clave. Hoy todos los productores tienen un celular. Se deben utilizar esas plataformas para que ellos puedan acceder a sensores remotos, manejar microcuentas, predecir fenómenos climáticos, saber cuándo habrá lluvias, excesos hídricos o altas temperaturas.
El acceso a drones y sistemas más sofisticados permite una aplicación más eficiente y la posibilidad de reducir costos. Si bien son herramientas disponibles, la eficiencia aumenta con agricultura de precisión. Estos avances pueden alcanzarse con la digitalización y la modernización de los procesos productivos.
7- Capacitación
La capacitación es esencial. En los próximos años, se generará más conocimiento del que se creó en toda la historia de la agricultura. Es indispensable formar nuevas generaciones en tecnología, incluyendo herramientas como la edición genética o la edición CRISPR, que permiten desarrollar materiales genéticos con características adaptadas a las necesidades del productor: variedades resistentes, adaptadas a estrés hídrico y climático, como exceso o falta de agua y altas temperaturas.
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UGP destaca tres aspectos clave a tener en cuenta para el fortalecimiento agrícola
La agricultura sigue siendo uno de los pilares del desarrollo económico y social de nuestro país, pero su fortalecimiento requiere mucho más que trabajo diario en el campo, explican desde la Unión de Gremios de la Producción (UGP), agregando que este trabajo demanda preparación, información precisa, sostenibilidad en las prácticas y políticas públicas efectivas que respondan a la realidad rural.
Cada uno de estos elementos actúa como un engranaje para que la producción agrícola pueda sostenerse, crecer y generar oportunidades para miles de familias campesinas, expresó el Ing. Héctor Cristaldo, presidente de la UGP.
Manejo de información
Para quienes buscan trabajar en el campo, Cristaldo explicó que es fundamental cultivar la vocación, adquirir conocimientos y mantener la perseverancia. Sostuvo que trabajar en el sector agrícola requiere de una buena planificación complementada con un manejo correcto de las variables que hacen a la productividad.
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“Teniendo en cuenta el comportamiento cíclico, con años buenos, regulares y malos, es clave gestionar información sobre el clima y el mercado para realizar un análisis adecuado y manejar los riesgos”, precisó. Además, dijo que para evaluar la rentabilidad se recomienda analizar los resultados en períodos de cinco años y no centrarse únicamente en el resultado de un solo ciclo.
Políticas públicas
La agricultura reúne a un sector que necesita mejorar su calidad de vida, y las políticas públicas deberían enfocarse en incluir plenamente en la economía real y en las cadenas de valor, señaló Cristaldo. “No se puede seguir teniendo como paradigma el mboriahu ryguatã (pobre, pero sin hambre)”, enfatizó.
Estas políticas deben abordar el déficit de infraestructura rural, como caminos, sistemas de riego, acceso a electricidad, agua y conectividad digital, facilitar el acceso al crédito y financiamiento diferenciado, además de promover la educación, capacitación y asistencia técnica gratuita para los pequeños productores.
Sostenibilidad
La modernización de la agricultura es lo que permite mantener la competitividad sin comprometer los recursos naturales. Cristaldo mencionó que este proceso comenzó en los años 80 con la mecanización y tecnificación, continuó en los 90 con la siembra directa y se consolidó en los 2000 con la introducción de variedades mejoradas genéticamente.
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Finalmente, expuso que el productor agrícola tiene un compromiso inquebrantable con las buenas prácticas en sus fincas, porque de ello depende la conservación de sus principales recursos para garantizar el consumo propio y la generación de ingresos.