De los cambios que la pandemia trajo a nuestras vidas, posiblemente el más importante sea la valoración por las llamadas comidas saludables, “léase alimentos sin demasiados carbohidratos y con más fibras y proteínas”, tal como lo describe en sus páginas de redes sociales el emprendimiento gastronómico La Nata Pícara y Santo Palato, una fusión gastronómica que presenta un menú variado, sano y rico, que hace honor al antiguo, pero vigente refrán de que “la comida entra por la vista”.

Así les acercamos una nueva propuesta del especial de Emprendedores LN, que esperamos pueda gustar y servir, por un lado, para animarse a conocer el estilo de alimentación saludable paleo y, por el otro, a conocer la experiencia de vida de dos emprendedoras, Ale y Nata, que sin duda no perdieron la convicción de que “se puede” más allá de las adversidades.

María Alejandra Viola Cacavelos, con 32 años cumplidos recientemente, madre de dos niños, Agus (6) y Kike (3), y una niña de solo un año, Rebeca (”la cautivante”, en idioma hebreo), es una de las cabezas de la fusión de estas dos empresas y conoce perfectamente los estragos que puede causar una situación de emergencia sanitaria.

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Ale y su esposo Adolfo, propietarios de Santo Palato. Foto: Gentileza.

¿Qué más puedo pedir?

“Ale”, para su familia, amigos y compañeros de trabajo, publicó en sus redes sociales en enero del año pasado que ella, siendo diabética y estando embarazada, pudo vencer al COVID-19, pero además lo lograron su padre, con problemas cardíacos; su madre, uno de sus hijos y su hermano. “¿Qué más puedo pedir?”, se preguntaba la joven periodista de sonrisa contagiosa, quien tuvo que dejar su lugar de trabajo en un importante grupo de medios de comunicación del país para enfocarse plenamente en el emprendimiento familiar en plena pandemia.

Y sorprendentemente, cuando el planeta entero se enfrentó a la oscuridad sin tener certeza de la existencia de una luz al final del túnel, para su negocio la situación resultó totalmente opuesta, aunque para eso Ale y Adolfo, su esposo y chef, tuvieron que hacer realidad algunos de los términos que se hicieron fuerte a partir del “modo COVID de vivir”: reinventarse e innovar.

La pandemia, un trampolín

“A diferencia del público en general, la pandemia para nosotros fue un trampolín, nos dio la posibilidad de innovar como nunca porque el negocio, así como estaba, corría el riesgo de perder su rentabilidad y nos pusimos a idear cosas”, relató.

Vivir la adversidad en carne propia es siempre un punto de inflexión en la vida de cada persona, y Ale es una convencida de que la creatividad fluye mucho más en esos “momentos vulnerables”, como ella grafica a los tiempos difíciles que les tocó pasar.

“Como cualquier negocio de comida rápida, hacíamos pizzas, pero se nos ocurrió hacer pizzas congeladas y eso hizo que el negocio repunte de manera sorprendente tras pasar muy mal los primeros días de la pandemia”, dijo, en referencia a la idéntica situación de grandes negocios o pequeños emprendimientos alrededor de un mundo que se puso de rodillas ante un virus.

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La pandemia fue un trampolín para los emprendimientos, porque les dio la posibilidad de innovar como nunca. Foto: Gentileza.

Hora de decisiones

Pero para llegar a ese momento tuvieron que atravesar situaciones verdaderamente complicadas. Ella periodista, él economista, ambos desarrollando su profesión en sus respectivos lugares de trabajo, dejaron a su emprendimiento en manos de extraños, algo que estuvo a punto de hundir todos sus sueños.

Era hora de tomar la más dura decisión, uno de los dos tendría que abandonar lo que amaba hacer para dedicarse enteramente al emprendimiento que comenzaba a morir. Aunque intente ocultarlo, se le nota la expresión de tristeza cuando recuerda que tuvo que tomar una de las decisiones más dolorosas de su vida: dejar el periodismo para dedicarse en cuerpo y alma, mañana, siesta, tarde y noche a salvar lo que habían creado de la nada, y lo salvó.

“Hicimos una inversión muy grande y no teníamos respaldo para asumir los compromisos que habíamos contraído y de pronto estábamos inmersos en esta situación desconocida por todos, fue un balde de agua helada”, expresó al recordar los primeros días de la pandemia.

Posicionando a Santo Palato

Pero pasó lo peor de la pandemia y el negocio se fortaleció a través del esfuerzo y la innovación. “Logramos posicionarnos como marca en el mercado. Santo Palato era una empresa unipersonal, pero desde hace alrededor de un mes se constituyó en una SRL que apunta a mejorar la calidad gastronómica que ofrece a sus clientes”, comentó Ale, comparando el antiguo servicio, similar a los demás emprendimientos de comida rápida.

Como legado de la pandemia, la gente cada vez busca cuidarse más y de nuevo utilizaron ese impulso y se volcaron de pleno al público que gusta comer sano, pero con ese plus que los diferencia: un menú “que llena la vista”.

“Los clientes optan por nuestros platos, no solo por una cuestión de salud, sino por la estética, porque la gente quiere y busca verse bien, pero eso se logra con una vida saludable y, en este punto, es fundamental la dieta saludable. Uno se puede matar en el gimnasio o haciendo ejercicios en el parque, pero si no se cuida con la comida, no se va a ningún lado”, sostuvo.

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María Alejandra Viola Cacavelos, periodista, esposa, madre de dos niños, Agus (6), Kike (3) y una niña de solo un año, Rebeca, es una de las cabezas de la fusión de estas dos empresas. Foto: Gentileza.

Fusionarse para crecer

Luego de siete años de iniciado el emprendimiento, Santo Palato se fusionó con otro, La Nata Pícara. “Nuestro negocio gastronómico ofrece comida de calidad, comida gourmet, no la comida del día a día, por lo que nuestros clientes no van a encontrar algo que lo pueden hacer en sus casas”, aclaró.

Para el almuerzo recepcionan pedidos y lo entregan vía delivery mientras se sigue proyectando la atención en horario nocturno. “Por la noche vamos a tener un cambio porque tenemos nuestra propia línea de hamburguesas caseras, próximamente tendremos la línea de hamburguesas veganas, las pizzas de carbón activado (que destaca por sus propiedades purificantes y desintoxicantes), panes caseros, quesos y así seguimos apostando y haciendo inversiones para poder crecer; además, la cocina exige seguir creando y creando para no estancarse”, contó, al tiempo de agregar que tener productos veganos, sin gluten o keto, ya no es novedad ciertamente.

La gran demanda de “comida saludable” está obligando incluso a marcas reconocidas de comidas tradicionales a prestar atención a este segmento que ya venía creciendo, pero que recibió el gran impulso de una situación impensada y hasta hace dos años, totalmente desconocida en el mundo.

La fusión de ambos emprendimientos permitió estas viandas saludables que invitan a adoptar un estilo paleo. Foto: Gentileza.

Delicias que entran por la vista

Mientras hacemos un recorrido por la carta del menú de La Nata Pícara-Santo Palato comprobamos, gracias a un guiso de garbanzos, con aroma de pimentón y azafrán, que efectivamente aquella persona quien dijo que la comida entra por la vista tenía toda la razón del mundo.

Basta un llamado o bien un mensaje vía WhatsApp al (0991) 208-116 para que una o varias de las opciones del menú lleguen hasta su domicilio o lugar de trabajo, desde la avenida Ygatimí, a metros de Montevideo, en el centro de Asunción, desde donde estos emprendedores reinventaron el modo sano de comer de una manera muy cautivante.

Pasión por la gastronomía

También conoceremos más a fondo a la socia de Ale, Natalia Heisele, quien toda su vida fue apasionada de la cocina y de la nutrición, a más de que tuvo que luchar con un sobrepeso, por lo que se puso a investigar y a experimentar. En eso, ella entendió que debía ir más allá y tomó la decisión de formarse en el Instituto Le Cordon Bleu de Perú, comentó.

La emprendedora amplió acerca de cómo arrancó un emprendimiento saludable, con la elaboración de quesos vegetales bajo la marca La Nata Pícara, que se puede encontrar también en puntos de venta gourmet. “Luego de entrenarme, me tomé la audacia de ingresar a este campo de la gastronomía y la alimentación saludable, y mi consigna es ganar en nutrición, pero no perder en sabor, esa es mi pasión”, indicó Natalia.

Los quesos son totalmente vegetales, hechos de castaña de cajú y macadamias, únicos en el mercado con las propiedades físicas de un queso; es decir, se pueden rallar, gratinar y derretir, que fue como comenzó el emprendimiento. Ya a partir de ahí, las personas empezaron a conocer el producto y cada vez tuvo más pedidos, y de esa forma se empezó a forjar lo que hoy es La Nata Pícara, con propuestas únicas para aprender a comer sano.

Natalia Heisele, chef capacitada en el Instituto Le Cordon Bleu de Perú y creadora de quesos vegetales La Nata Pícara. Foto: Gentileza.

Un mimo diario

En este sentido, se adentró a lo que fue la fusión con Santo Palato, a cuyos platos calificó de una experiencia gastronómica, algo como un stop o “mimo diario” que uno puede darse. Lo particular también de estas viandas saludables es que tienen un costo similar al de un combo de comidas rápidas, pero con ingredientes de máxima calidad y cocinados por un chef entrenado por Le Cordon Bleu.

Las características nutricionales óptimas para el estilo que uno prefiere, ya sea vegano o paleo, que es el estilo que proponen porque invita a recuperar la vida saludable y que gozan de un máximo de sabor que te dejará con ganas de probar estos platos sin lugar a dudas son las referentes en este emprendimiento.

“Lo que yo veo es que la mayor parte de las personas se aburren y se desaniman cuando empiezan un estilo de alimentación saludable porque la comida les parece insípida y como hay que ponerle garra, un poco de ganas, muchos se dan por vencidos”, añadió Natalia. Para despedirse, quiso compartir con La Nación - Nación Media que su profesión y sus aficiones a la comida rica y sana, además de los conocimientos adquiridos y la propia experiencia de elaboración de quesos vegetales, le permitieron dictar cursos, clases y talleres de alimentación, de cocina y estilo saludable, precisó.

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