Armando Giménez Larrosa

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Para el 2022 todo parecía pintar, hacia noviembre del 2021, un año de recuperación, antes de presentarse con gran magnitud la sequía y las bajantes de los ríos. El Producto Interno Bruto (PIB) cerró el año pasado (cifra preliminar) en 5,0%, según el Banco Central del Paraguay (BCP), mientras que se preveía un nuevo ejercicio económico con una tendencia de mayor expansión. Sin embargo, el arranque del 2022 se dio en una coyuntura crítica, donde la sequía azotó fuertemente a la producción, poniendo en dudas incluso la expansión económica para el final del periodo.

El próximo mes se darán a conocer en su mayoría las correcciones de pronósticos de crecimiento para este año, tanto de consultoras, como de entidades internacionales y regionales. Todo apunta a una corrección a la baja, debido a los inconvenientes que ya se están presentando en el mercado. Algunas estimaciones mensuales ya se ajustaron a la baja, incluso prevén un crecimiento negativo.

El economista y exministro de Hacienda, César Barreto, indicó recientemente que la menor producción de granos podría impactar en el 5% del PIB, por menores ingresos de divisas al país. Dijo además que el régimen climático de la niña afectó al cultivo y producción de la soja, que debía desarrollarse en los meses de enero y febrero, pero la sequía está afectando dicho proceso.

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Por otro lado, desde la Unión de Gremios de la Producción (UGP) incluso ya hablan de una pérdida de hasta US$ 3.600 millones, lo que se acerca a casi al 10% del PIB total del Paraguay (US$ 42.826 millones en 2020). Al inicio de la siembra de la soja, en setiembre pasado, el escenario actual propiciado por la sequía era impensado y se pronosticaba una cosecha de 10,5 millones de toneladas de soja.

Sin embargo, la ausencia de lluvias importantes se extendió más de lo habitual. Si bien la campaña continúa, la expectativa de cosecha cayó estrepitosamente a 4 millones de toneladas, y según la Cámara Paraguaya de Exportadores y Comercializadores de Cereales y Oleaginosas (Capeco), este número también podría ser inferior.

Impacto de la sequía

Édgar Mayeregger, coordinador de la Unidad de Gestión de Riesgos del Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG), comentó sobre el impacto que tiene la sequía en la economía, en base a los datos relevados por el ministerio recientemente. En ese marco, comentó que se ve que en la producción en varios rubros el efecto negativo fue bastante fuerte, especialmente en la soja, donde se observa una merma de casi el 60%.

Aclaró que puntualmente puede que hayan parcelas donde las pérdidas fueron menores e incluso mayores a lo referido. Los otros rubros de la agricultura familiar tuvieron diferentes efectos negativos, como en el maíz, mandioca, donde las pérdidas van desde el 30% hasta el 80%, incluso en algunos casos el 100%.

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“Las zonas del centro-sur de la región oriental y partes del sur del norte de la región oriental fueron las que más efectos negativos registraron, donde las lluvias favorecieron solo en partes al sector norte, en sésamos y en otros rubros”, afirmó.

Mayor de lo esperado

Por su parte, el analista económico Amilcar Ferreira comentó sobre el efecto negativo respecto a la caída de la producción sojera, destacando que generará una pérdida del 60%, aparentemente más fuerte de lo estimado. “Este menor ingreso de divisas tendrá su efecto directo en el tipo de cambio, que tiende a subir más de lo estimado, y eso incidirá en los precios, en una mayor inflación”, acotó.

Sobre ese punto, aclaró que el BCP tiene suficientes reservas para poder intervenir con inyecciones en el mercado, para tratar de mantener estable el tipo de cambio. “En este primer semestre la situación económica estará dura, y tenemos que mirar con cuidado a la economía familiar”, afirmó.

Las expectativas de los agentes sobre la evolución del PIB son de 3,0% para el 2022 y 4,0% para el 2023. Foto: Gentileza.

Héctor Cristaldo, titular de la UGP, señaló que el peor escenario era la sequía del 2012, con una muy baja producción. Hoy incluso el escenario está crítico para el campo, porque soja, maní y mandioca están por los suelos, en cuanto a rendimientos.

“Provocan tres problemas difíciles de afrontar. Solo la refinanciación ya está encaminada, pero el nivel de producción no cubre los costos operativos, y se perderán capitales fuertes en torno a US$ 900 millones. El otro es el incumplimiento de los contratos. Dependemos del Gobierno para que faciliten las condiciones para poder sembrar en setiembre”, acotó.

Año 2023, en la mira

En ese sentido, aclaró que si no se cosecha bien en setiembre, el 2023 será un año perdido, y eso continuará arrastrando hasta el 2024, por el año eleccionario, entre otros factores que afectarán a toda la economía. “Si no hay una armonización, se puede perder el año 2024 también, por lo que es complicado el escenario, si es que no se hacen bien las cosas”, afirmó.

Por su parte, el presidente de la Asociación Rural del Paraguay (ARP), Pedro Galli, agregó que tras el efecto en la economía por el factor climático externo inédito, mientras no se tenga interferencias externas, sobre todo del ambiente político, Paraguay tendrá condiciones de “zafar” si es que “La Niña” afloja, se tendrán las condiciones para salir adelante.


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