En una nueva entrega de Emprendedores LN, presentamos una nueva propuesta para los lectores, esta vez, abocada al rubro de la belleza y la estética, una pasión milenaria instaurada probablemente por la última reina del antiguo Egipto, Cleopatra en los 69 a.C.
El rubro, actualmente muy valorado tanto por mujeres y hombres que buscan sentirse mejor, se renueva y reinventa constantemente, tal y como lo hizo y lo seguirá haciendo nuestra emprendedora de la semana, Liz Bordón, quien con mucho esmero se convirtió en la Doctora Cabello y miembro del equipo de la Fábrica de Rubios Paraguay.
Ella propició una charla amena con La Nación sobre su proceso de formación y todo lo que la llevó a dedicarse hoy a lo que ama y le brinda satisfacción: educadora en técnica de Fit Cosmetic Internacional Brasil y Paraguay, y especialista en rubios, en tricología & cosmética.
La base, una buena formación
“Emprender en peluquería realmente no es algo fácil, porque lo primero que debemos hacer para montar un salón es tener una buena formación, que nos permita no solo tener mucha experiencia, sino también dar a conocer nuestro propio estilo y marca personal”, inició la conversación.
Aseguró que no basta con tener una peluquería propia, pues también es necesaria la formación en otros servicios afines como el maquillaje, pintura de uñas, a más de tener que ser todo en uno; la jefa, la contadora, la CM y mucho más.
Montar su propio salón le llevó muchos años, persiguiendo el tan ansiado estado de independencia y de empezar a trabajar por sus ideales y sueños. Si bien estudió desde muy joven, no pudo ejercer rápido la profesión, contó. Todo comenzó en un pequeño salón alquilado cerca de su casa, pero cuyos ingresos no lograban cubrir ni el mismo alquiler.
Decepcionada, tuvo que mudar sus muebles a su propia casa, en lo que era su sala de 4x4 con un ventanal que daba la entrada de aire al salón, un ventilador de techo, un espejo, un lava cabezas y sus elementos principales, como el secador, cepillo, peines y planchita.
Así, poco a poco y atravesando por varias situaciones, como ponerse a trabajar en otros rubros a la par, entre ellos la elaboración de alimentos, sumado a las tareas de la casa, el cuidado y la educación de sus dos hijos, logró salir adelante.
Brinda capacitación
Actualmente, atiende a sus clientes, realiza capacitaciones en colorimetría y asiste a colegas con sus conocimientos, además de seguir una post graduación en Colorimetría Avanzada con una profesional de la Técnica Master de Brasil.
Liz recalcó que todas las técnicas y los cursos que realiza para afianzar sus conocimientos son netamente con profesionales extranjeros, también contó que sigue cursos online como Tricología Capilar, que es una rama de la medicina que compete ampliamente a los coloristas, la química cosmética, la física y fisiología capilar.
Así, brinda un servicio personalizado, con cita agendada en su salón, que sigue en su casa, en la Zona Norte de Fernando de la Mora. Los cursos de capacitación los brinda en el mismo lugar, los días lunes y martes, mientras que los demás días los dedica a sus clientes.
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Básicamente, los servicios que realiza a los clientes se enfocan en brindar soluciones capilares, al ser colorista profesional, realiza correcciones de color, mechas, cubrimientos de canas, diseños de mechas personalizadas, tratamientos de precoloración y postcolor, con cronogramas personalizados para tratamientos en casa.
Todo esto, con base en un previo diagnóstico capilar antes de cualquier servicio, que es una evaluación minuciosa de la fibra para conocer la resistencia y elasticidad, pues constantemente trabaja con productos químicos, teniendo pleno conocimiento de las acciones y reacciones que puedan dar en todos los procedimientos que realiza, subrayó.
Los costos de los servicios son presupuestados de acuerdo a las necesidades del cabello o los tratamientos que se deban realizar tanto pre y post coloración, aclaró.
Adaptarse a la pandemia
Sin duda, la pandemia influyó en cierta medida en el rubro, afectándola también, pero gracias a la peluquería pudo salir a flote con algunos ahorros hasta que se normalizó el confinamiento.
Destacó que gracias a las capacitaciones pudo enseñar también a los peluqueros en el área de colorimetría desde el 2019, una especialización que requiere mucho conocimiento técnico y teórico que no todos los emprendedores del área pueden hacer en forma profesional, pues requiere de mucha disciplina y también implica una inversión extra.
Durante la pandemia tuvo que parar los cursos, pues estos requieren de asistencia presencial porque se desarrollan clases teóricas magistrales y prácticas. A medida que fueron eliminándose las restricciones pudo seguir, pero siempre en cantidades limitadas de alumnos y con los cuidados que corresponden al protocolo que exige el Ministerio de Salud.
Respecto a la rentabilidad del rubro, aseveró que la peluquería es factible ya que tiene un abanico de opciones que se puede explotar, por ejemplo, además de los servicios de coloración, brinda capacitaciones grupales y personalizadas, por lo que no se puede quejar, siendo que el negocio es una fuente de ingreso para su familia y una ayuda para lograr sus objetivos.
Más sobre la emprendedora
Liz es la mayor de nueve hermanos, proviene de una familia humilde que empezó de abajo. Dice ser la hija artista y creativa de la familia, siempre tratando de dar el ejemplo a sus hermanos, de hecho, tiene un hermano estilista, dijo.
Está casada con Osvaldo Flores y es madre de 2 varones, uno de 18 años, quien ya está siguiendo sus pasos adentrándose en la profesión, y otro de 10 años.
“Mi proyecto es seguir capacitándome, fomentar mi empleabilidad en tecnologías, y mi propio desarrollo como profesional educadora. Y mi meta es llegar a ser la mejor colorista del país, lograr que marcas internacionales se fijen en mis trabajos, en mi capacidad y en mis conocimientos”, remarcó Liz.
Pasos para el éxito
En base a su experiencia de más de 13 años en el segmento, Liz puede definir los pasos a seguir para tener éxito en el negocio: tener buena formación y disciplina, experiencia, montaje de mobiliario, conocer cómo funciona un salón, cumplir protocolos hoy día en pandemia, ofrecer calidad y por supuesto, trabajar la marca personal, dijo a La Nación.
A la vez, quiso instar a los emprendedores que no tiren la toalla fácilmente, ya que nada se puede lograr sin quemar etapas y aprender de los errores, que son el impulso a seguir y más de eso, amar lo que hacen y ejercer de manera apasionada.
“El camino al éxito no está libre de piedras, así que está permitido también los tropiezos, pero hay que levantarse cada día para poder construir nuestro castillo y cumplir nuestros sueños, haciendo lo que verdaderamente nos apasiona y lo que amamos”, se despidió.