La Secretaría Nacional de Turismo (Senatur) y el Ministerio de Salud Pública continúan realizando inspecciones sobre el correcto uso y aplicación de los protocolos de bioseguridad en los establecimientos turísticos.
Durante esta semana, los controles se realizaron en unos 20 establecimientos turísticos del departamento de Paraguarí, con el fin de constatar el cumplimiento de las medidas acordes al nuevo modo seguro de vivir.
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La comitiva estuvo encabezada por el Dr. Gustavo Ortiz, asesor técnico de la Dirección General de Planificación y Evaluación del Ministerio de Salud, quien visitó las ciudades de Yaguarón, Pirayú, Paraguarí, Carapeguá, Caapucú, Escobar, Acahay y Quiindy, del noveno departamento.
Estas verificaciones buscan garantizar una estadía segura de los visitantes en las instalaciones, bajo el cumplimiento estricto de las medidas de bioseguridad. Cabe señalar que las inspecciones se realizan aleatoriamente a establecimientos de los 17 departamentos del territorio nacional, inscriptos en el Registro Nacional de Turismo (Registur).
Tres Kandú, habilitado
En la semana, la Senatur dio a conocer la resolución 303/2021 por la cual se ordena el levantamiento del cese temporal de la presentación de la actividad de prestadores de servicios turísticos inscriptos provisoriamente en el Registur, en la categoría Turismo de Naturaleza, modalidad “Turismo Aventura”, en el departamento del Guairá.
El prestador de servicios turísticos de la localidad de Eugenio A. Garay, departamento de Guairá, con habilitación mediante, es el Tres Kandú, propiedad de Naturaleza Pura SA. El mismo ha cumplido con las adecuaciones pertinentes solicitadas por el experto en Turismo de Aventura, con el fin de brindar la máxima seguridad a los viajeros que llegan hasta el sitio.
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Viaje y seis quedan al margen
Con plantel disminuido en relación al primer semestre, Cerro Porteño sigue sus tareas de pretemporada. Este domingo por la tarde, el plantel y cuerpo técnico viajan hasta Minga Guazú para encarar la parte más fuerte de pretemporada en el Complejo Internacional del Este (CID), donde se buscará cerrar un partido amistoso con Deportivo Recoleta.
El entrenador argentino Diego Martínez tomó la decisión de no considerar a media docena de futbolistas, a quienes del club debe buscar salida; caso contrario, deberán seguir activando con el grupo principal.
Los afectados con la medida del entrenador son los futbolistas paraguayos Bruno Valdez, Alan Núñez, Derlis Rodríguez y Daniel Rivas; además del argentino Alan Soñora y el brasileño Francisco da Costa.
La continuidad del ofensivo argentino Sergio Araújo está en revisión, ya que debe ser sometido a una cirugía de la rodilla, que demandará con un tiempo prolongado de recuperación.
CARENCIAS
Cerro Porteño precisa incorporar laterales (por izquierda y derecha), al menos un armador, extremo derecho y goleador. Hay negociaciones locales y en el exterior, pero todo está sujeto a las gestiones para levantar la sanción de FIFA, que imposibilita al Ciclón realizar fichajes hasta pagar una deuda importante al Bolívar boliviano.
EN LA MIRA
Se menciona que por el lateral izquierdo Daniel Rivas hay interés de un club de Emiratos Árabes. Entretanto, el defensor Rodrigo Melgarejo está para renovar su vínculo en plena etapa de recuperación de una grave lesión de rodilla, que lo llevó a cirugía al finales de 2024.
SANCIÓN DE FIFA ESTÁ FIRME
La sanción de FIFA sobre Cerro Porteño sigue firme, por lo que el Ciclón no puede contratar jugadores hasta cancelar la deuda que mantiene con el Bolívar boliviano por el fichaje en 2024 del delantero brasileño Francisco da Costa, quien actualmente no será considerado por el entrenador Diego Martínez.
La deuda ronda 600 mil dólares, monto que la entidad azulgrana debe abonar en su totalidad para recibir habilitación de FIFA para realizar incorporaciones de cara al segundo semestre del 2025.
Da Costa llegó hace un año procedente del Bolívar, había sido utilizado regularmente por el entrenador español Manolo Jiménez y posteriormente por Carlos Jara Saguier.
Sin embargo, a principios de este año sufrió muchas lesiones y perdió la consideración del entrenador Diego Martínez.
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Cerro Vera, una de las grandes vistas del paisaje paraguayo
- Jorge Zárate
- jorge.zarate@nacionmedia.com
- Fotos: Jorge Jara
Para llegar al mirador del cerro Vera de Acahay, departamento de Paraguarí, se recorren senderos de bella vegetación, entre la que se destacan los caraguatás de gran tamaño, las flores silvestres, el aire de gran pureza. Recorriendo el área se pueden avistar los cerros vecinos, los campos preparados para cultivos, mirar la vida desde sus 348 metros de altura. Aquí un acercamiento a sus paisajes y características geológicas en la mirada de una especialista.
Los yryvu hu despliegan su plumaje negro, brillantes al sol. Parecen custodiar el paisaje imponente, el mbokajaty que se despliega en el valle y se trepa a los cerros; el camino de piedra y tierra colorada que se ve como un sendero desde la altura.
Trepar, subir la montaña, desde que el hombre es tal, tiene efectos terapéuticos, ayuda a valorar esfuerzo y consecución. Cuando se corona una cima, algo cambia para bien.
Ubicado a 130 kilómetros de Asunción, se encuentra en la compañía Pintos, de Acahay, y es uno de los espacios preferidos por jóvenes aventureros y viajeros que buscan adentrarse en el paisaje nacional.
Esta situación puede verificarse en las redes sociales, donde en pequeños videítos la gente se filma subiendo el cerro, acampando, en caminatas en familia, inclusive escalando, practicando montañismo.
ACCESO
Desde la capital se puede llegar a velocidad promedio en dos horas y media hasta el punto de entrada, que está sobre la ruta PY-18, en el tramo que une Acahay con La Colmena. El ingreso está indicado por un pequeño cartel que dice “Cerro Vera-Rubio Ñu”, aunque para más precisión se puede buscar en internet como “Entrada al cerro Vera” y obtener la guía de navegación y el mapa que lleva hasta el sitio.
Una vez allí, hay dos maneras de acceder. Se puede ir con vehículo familiar hasta un estacionamiento y después seguir la travesía a pie o, si se dispone de un 4 x 4, avanzar en un camino algo difícil que acerca hasta el mirador.
LA INMENSIDAD
Las rocas, la formación del cerro tienen una historia especial. Dice la geóloga Ingrid Godoy: “La verdad que es muy impresionante, siempre sorprende y hay cosas nuevas que nos dan una visión de lo pequeños que somos y de lo mucho que tenemos que aprender de lo impresionante que es la naturaleza”.
Lo hace mientras explica los pilancones, una formación especial que se avista en el mirador del cerro, suerte de pequeñas piletas que acumulan agua de lluvia y, al verlas desde cierta distancia, asemejan un rostro, una máscara.
“Es un ejemplo muy bueno de la fuerza de la naturaleza, del transcurrir del tiempo, porque eso se va formando por granitos de arena que se quedan en un hueco en la roca y con el paso del tiempo con ayuda del agua y del viento van puliendo la roca hasta formar oquedades que posteriormente forman estas piletas naturales”, indica.
VEGETACIÓN
Las piedras tienen unas manchas muy particulares. “Son un tipo de alga llamadas líquenes que se forman en ambientes de aire puro, ya que no podemos encontrar en ambientes con aire contaminado. Entonces, eso ya es una característica de cierto tipo de lugares nada más y la vegetación también. Como estas son rocas que acumulan agua, entonces de a poquito las algas mismas van a ir evolucionando y dando origen a esta vegetación que vemos acá”.
También el verde hace su trabajo en la elevación. “La vegetación forma otro tipo de erosión, que es la meteorización biológica. Así se dice cuando las plantas mismas se van enraizando, van rompiendo la roca y formando de repente un poco de suelo también sobre los cerros”, comenta.
Allí desde el mirador se pueden apreciar dos formaciones erigidas en vertical que se escindieron del cerro Vera por obra de la erosión. “Estos son unos inselberg o iceberg de roca”, cuenta Godoy. “Aquí cerca tenemos el cerro Pa’û, donde por la erosión se fue construyendo ese paso que lo identifica, pero en este caso las formaciones quedaron un poco más alejadas”, dice.
Sobre ellos y entre las grietas vuelan y se posan los yryvu con gran señorío, se les admira la perspectiva, que apenas podemos imitar con el vuelo del drone con las imágenes de esas paredes de areniscas con cuarzos que el sol pone a brillar y que le dieron nombre a este bello cerro Vera.
UNA PRESENCIA DE MILLONES DE AÑOS
El cerro Vera está formado por areniscas del Ordovícico, característica del bloque Cordillerita y para adquirir su forma actual fueron necesarias erosiones tectónicas, fluviales y también eólicas, cuenta la geóloga Ingrid Godoy, de Geopetram E.A.S.
“Fue formado por erosión estructural, por el evento que dio origen al rift de Asunción”, una acumulación importante de sedimentos que ocurrió en el Mesozoico, hace 60-65 millones de años aproximadamente. Aunque las rocas “sobre las que estamos parados tienen una formación de entre 440 y 480 millones de años aproximadamente”, explica.
“A este tipo de estructura se le llama tepuy, una clase de meseta especialmente abrupta, con paredes verticales y cimas relativamente planas y es parecida a la del monte Roraima en Venezuela. La diferencia es que allá tiene rocas precámbricas, pero acá en el cerro Vera lo que tenemos son rocas de edad ordovícica”.
SEDIMENTACIÓN
Las areniscas ordovícicas, rocas sedimentarias, se forman en ambientes marinos a través de la acumulación y compactación de sedimentos arenosos, que luego son cementados. “O alguna vez estuvieron bajo el mar y se elevaron o la erosión fue cavando los valles”, cuenta la especialista.
El Ordovícico es el segundo sistema y período del Paleozoico en la escala temporal geológica. Sucede al Cámbrico y antecede al Silúrico. Comenzó hace unos 487 millones de años y terminó hace unos 443 millones de años. Debe su nombre a la tribu celta de los ordovicos, que vivieron en el centro y norte de Gales, lugar donde el geólogo inglés Charles Lapworth identificó este sistema en 1879.
Sigue contando Godoy que el cerro Vera está compuesto de “areniscas feldespáticas que tienen mucho mineral de feldespato, son mayormente cuarzosas de óxido de sílice, pero también tienen mucho contenido de feldespato, que es lo que le da una coloración anaranjada y también podemos encontrar de repente zonas arcillosas, capas de areniscas intercaladas con arcilla. Minerales más duros como hierro en estas formaciones no hay”.
Apunta que a pesar de ello “pueden tener algunas concreciones de hierro, de manganeso, pero a nivel superficial, no como parte de la composición de la roca”.
El cerro Vera vendría a ser una “colita” de las formaciones que se aprecian en Cordillera: “Es como una continuación hacia el sur de lo que es la cordillera. En algún momento capaz estuvieron unidos, pero por los eventos estructurales, ya sean fallas o fracturas, se separaron”, sostiene.
ALTO INTERÉS TURÍSTICO
Todavía está pendiente la declaración de reserva natural y de interés turístico del cerro Vera desde su acceso hasta la cima, que facilitaría el acceso al sitio. Hubo acciones en este sentido desde la intendencia de La Colmena, iniciativas a nivel departamental en Paraguarí, pero también se busca interesar a los legisladores nacionales para avanzar en este tema.
La declaración de monumento natural sería una forma de proteger la vegetación y la fauna del lugar, una calidad que ya tiene el cerro Acahay, lo que daría más herramientas al Ministerio del Ambiente y Desarrollo Sostenible (Mades) para custodiar el lugar.
Unas decenas de hectáreas del cerro son de propiedad privada y en algún momento se llegó a prohibir el acceso a visitantes, situación que hoy en día no se da.
Vale recordar que el Código Civil Paraguayo, en su artículo 1898, indica: “Son bienes del dominio público del Estado:
a) las bahías, puertos y ancladeros; b) los ríos y todas las aguas que corren por sus cauces naturales, y estos mismos cauces; así como las aguas subterráneas c) las playas de los ríos, entendidas por playas las extensiones de tierras que las aguas bañan y desocupan en las crecidas ordinarias y no en ocasiones extraordinarias; d) los lagos navegables y sus álveos; y e) los caminos, canales, puentes y todas las obras públicas construidas para utilidad común de los habitantes. Los bienes del dominio público del Estado son inalienables, imprescriptibles e inembargables”.
Como se lee, el mismo no incorpora a los cerros, por lo que debería darse un tratamiento legislativo especial para garantizar el disfrute público del lugar de manera sostenible y respetuosa con el entorno.
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“La interconexión ha generado nuevas formas de sufrimiento psíquico”
- Jimmi Peralta
- Fotos: Mariana Díaz/Archivo
La geopsiquiatría como un campo emergente de estudios y nuevo enfoque de salud mental profundiza su mirada respecto a la influencia del entorno cercano y global en la psiquis de las personas. En este diálogo con El Gran Domingo de La Nación, el Dr. Julio Torales habla sobre esta novedad académica, su alcance, campo de acción y estudios existentes.
La reconfiguración del plano geopolítico global, la digitalización, el cambio climático y la pandemia, entre otros fenómenos que pueden ser mundiales o locales, pero de interrelación planetaria, sin dudas marcan huellas en la condición psíquica de las personas. En procura de desarrollar una mayor comprensión de esa situación, surge un nuevo enfoque médico que ya viene desarrollando estudios al respecto: la geopsiquiatría.
En contraposición al síntoma del momento que experimenta el sujeto individual, surge una forma de comprender la salud psíquica que pone el acento en la condición social del ser humano y parte de un enfoque holístico.
En este contexto, el médico psiquiatra paraguayo Julio Torales fue electo senior fellow del Instituto Internacional de Geopsiquiatría (International Institute of Geopsychiatry), con sede en Suiza, y nombrado director del Centro Colaborativo en Geopsiquatría en Paraguay.
Actualmente, Torales es profesor titular de Psiquiatría y líder del Grupo de Investigación sobre Epidemiología de los Trastornos Mentales, Psicopatología y Neurociencias de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Asunción (FCM-UNA). Además, es coordinador del Centro de Investigaciones Médicas de la Universidad Sudamericana e investigador de la Universidad de Los Lagos (Chile).
–¿Cuál es la definición de la geopsiquiatría?
–La geopsiquiatría es una subdisciplina emergente de la psiquiatría que estudia las interacciones entre los factores geográficos, sociopolíticos, económicos y ambientales y su influencia en la salud mental de las poblaciones. Se trata de un enfoque integrador que reconoce cómo el entorno, el territorio y los procesos históricos afectan el bienestar psíquico individual y colectivo.
URGENCIA
–¿Cuál es la necesidad a la que viene a asistir?
–La geopsiquiatría surge para responder a una necesidad urgente: comprender y abordar los determinantes contextuales de la salud mental que han sido tradicionalmente subestimados. En un mundo marcado por desigualdades estructurales, crisis humanitarias, migraciones forzadas y colapsos ecológicos. Esta disciplina busca ofrecer marcos de análisis y acción sensibles a la realidad geopolítica de cada territorio.
–¿Existen otras especialidades o disciplinas que trabajen el factor social dentro de la psiquiatría?
–Sí. La psiquiatría social, la psiquiatría transcultural y la psiquiatría comunitaria son disciplinas que han abordado aspectos sociales, culturales y contextuales. Sin embargo, la geopsiquiatría se diferencia por su énfasis en los determinantes geopolíticos y ambientales globales, proponiendo una lectura más amplia y situada de los fenómenos mentales.
–¿Qué tipos de patologías se enmarcan en el ámbito de competencia específica de la geopsiquiatría?, ¿su labor se centra más en lo estadístico?
–La geopsiquiatría no se limita a una categoría diagnóstica específica, pero suele enfocarse en trastornos vinculados al contexto, como el estrés postraumático, la ansiedad climática, la depresión asociada a crisis humanitarias o las psicosis en contextos de violencia estructural. Más que limitarse al análisis estadístico, busca interpretar los datos a la luz de las realidades sociales, políticas y ambientales en las que se inscriben.
–¿La interconexión virtual y real del mundo globalizado visualiza y/o genera nuevos problemas mentales?
–Ambas cosas. Por un lado, la interconexión ha permitido visibilizar condiciones mentales antes silenciadas o estigmatizadas. Pero también ha generado nuevas formas de sufrimiento psíquico: adicción a las redes, ansiedad informativa, dismorfia corporal digital, aislamiento paradójico, entre otras. La vida en red ha transformado los modos de vincularnos con efectos directos sobre la salud mental.
PUNTO DE INFLEXIÓN
–¿Qué peso tienen en estos nuevos escenarios la virtualidad y la pandemia?
–La pandemia de covid-19 fue un punto de inflexión. Aceleró procesos de digitalización y puso en evidencia la fragilidad de los sistemas de salud mental a nivel global. La virtualidad se volvió una herramienta clave para sostener vínculos, pero también potenció el aislamiento, la fatiga psíquica y la desigualdad en el acceso a recursos digitales, sobre todo en contextos de vulnerabilidad.
–¿Existen antecedentes de estudios y análisis anteriores que se hayan clasificado dentro del análisis de la geopsiquiatría?
–Sí, aunque no con ese nombre. Durante la Guerra Fría se investigaron los efectos del miedo nuclear y tras el 11-S se estudió el impacto del terrorismo y la securitización en la salud mental colectiva. La geopsiquiatría retoma estas experiencias para construir un marco conceptual más sistemático y global capaz de integrar esas realidades al análisis contemporáneo.
–¿Qué tipo de acciones globales podrían impulsarse en el marco de las necesidades que plantea el nuevo panorama de la salud mental en el mundo?
–Se necesitan políticas públicas globales que integren la salud mental como componente esencial del desarrollo sostenible. Esto incluye el fortalecimiento de sistemas comunitarios de atención, la capacitación de profesionales en enfoques contextuales, la investigación transnacional de determinantes psicosociales y la inclusión de la salud mental en agendas climáticas, migratorias y de derechos humanos.
MISIÓN
–¿Qué es el Instituto Internacional de Geopsiquiatría? ¿Cuáles son sus funciones y qué trabajo desarrollará usted allí?
–El Instituto Internacional de Geopsiquiatría fue creado en 2025 bajo el auspicio del Grupo de Interés Especial en Geopsiquiatría de la Asociación Mundial de Psiquiatría. Su misión es promover la investigación, la formación académica y la incidencia política en torno a la relación entre geopolítica y salud mental. Como senior fellow y director del Centro Colaborativo en Paraguay, me corresponde impulsar estudios regionales, fortalecer capacidades locales y contribuir al desarrollo de marcos teóricos y prácticos que reflejen las realidades de América Latina en el contexto global.
–¿En qué sentido la problemática del subdiagnóstico, la escasez de profesionales y los prejuicios sociales que postergan las consultas menguan el avance en este tipo de aristas investigativas emergentes?
–Estas problemáticas no solo dificultan el acceso a atención oportuna, sino que también limitan la capacidad de los sistemas de salud para generar datos representativos y contextualizados. El subdiagnóstico oculta la verdadera magnitud del sufrimiento psíquico en las poblaciones; la escasez de profesionales impide establecer redes de investigación clínica sólidas y el estigma social retrasa tanto la consulta como la participación en estudios. Esto repercute directamente en la producción de evidencia científica que permita desarrollar políticas sensibles al contexto geográfico y sociocultural. La geopsiquiatría, al enfocarse en los determinantes estructurales y globales de la salud mental, pone de relieve la urgencia de superar estas barreras para avanzar hacia una comprensión más completa y justa del sufrimiento psicológico en cada territorio.
DESARROLLO DE LA GEOPSIQUIATRÍA EN PARAGUAY
Profesionales paraguayos publicaron en el International Journal of Social Psychiatry un estudio que analizó, por primera vez en el país, la relación entre condiciones meteorológicas extremas y las consultas psiquiátricas de urgencia.
Utilizando un diseño case-crossover, el estudio evidenció que el calor extremo y la baja humedad relativa se asocian con un incremento significativo de consultas por episodios bipolares, trastornos de la conducta alimentaria y depresión.
En contraste, se observó una disminución en las consultas por esquizofrenia. Además, se constató que cada 1 % menos de humedad relativa aumentaba en 11 % el riesgo de consulta, lo que subraya la vulnerabilidad de ciertos cuadros ante condiciones climáticas adversas.
Otro trabajo recientemente publicado, esta vez en la revista Geopsychiatry, consistió en la primera encuesta global sobre la incorporación de la geopsiquiatría en la formación de médicos residentes en psiquiatría. Participaron 401 profesionales de más de 20 países. Los resultados muestran que, si bien la familiaridad con la disciplina aún es baja (4,2 %), más del 60 % considera muy importante incluirla en los programas formativos. Este estudio también identificó las principales barreras institucionales, como la falta de docentes capacitados y de materiales educativos específicos.
Actualmente Paraguay lidera un estudio multinacional sobre los efectos del cambio climático y fenómenos meteorológicos extremos en la salud mental de la población general.
Esta investigación se encuentra en fase de recolección de datos en los cinco continentes, en colaboración con centros académicos de América, Europa, África, Asia y Oceanía.
Está en fase de diseño final un nuevo estudio que evaluará la relación entre la exposición a partículas finas en suspensión (material particulado PM2.5) y la aparición o intensificación de síntomas comunes de enfermedades mentales.
Esta línea de investigación apunta a profundizar el entendimiento del impacto de la contaminación ambiental en el bienestar psicológico, un aspecto cada vez más relevante en contextos urbanos y vulnerables.
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Quiindy: solicitan ayuda para la bebé Milagros, abandonada en un camino vecinal
Mientras cruzaba por una zona descampada, una mujer escuchó el llanto de un bebé y, tras seguir el sonido, se encontró con una recién nacida envuelta en una pequeña manta. Este hecho se registró en la compañía Potrero de la localidad de San Roque González de Santa Cruz, en el departamento de Paraguarí.
La pequeña fue nombrada Milagros y continúa internada. El director del Hospital de Quiindy, el doctor Pablo Acosta, comentó que necesitan de la solidaridad de las personas para los pañales y alimentos de la pequeña.
La bebé fue rápidamente auxiliada por los vecinos, quienes la trasladaron al Hospital de Quiindy, donde la ingresaron de urgencia para los chequeos necesarios, teniendo en cuenta que había estado expuesta a la humedad y las bajas temperaturas.
Según el informe médico, la pequeña habría nacido solo hacía unas horas cuando fue hallada y aún tenía parte de su cordón umbilical y restos de placenta. La misma se encuentra estable y saludable en líneas generales.
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Los médicos estiman que habría cumplido las 38 semanas de gestación cuando se dio su nacimiento y que la madre habría tenido un desarrollo normal del embarazo, atendiendo que la bebé pesa 3.300 y no presenta ninguna dificultad para respirar ni tragar.
“La pequeña está estable; hasta el momento presenta un estado de salud óptimo, buenos reflejos y capacidad de succión normal. Le estamos sometiendo a un tratamiento de luminoterapia atendiendo las condiciones en que fue hallada y aguardamos los resultados de los análisis complementarios para descartar cualquier cosa”, explicó el director del centro asistencial, en conversación con Telefuturo.