En su vivienda, y con elementos residuales, exhibe sus ingenios.
Por Adriana Zacarías
Siegfried Konther vive en San Lorenzo, donde fabrica motores artesanales y tiene una pequeña represa hidroeléctrica hecha de productos reciclados. “El primer motor rotativo más sencillo del mundo”, es el apelativo otorgado a un invento que cuenta con patente verificada.
La hidroeléctrica está hecha con restos de tubo de desagüe, rueda de bici, goma de mochila y pedazos de bomba de agua de lavarropa. Las luces LED rompen las olas y crean el efecto de la fuerza que gira para generar energía.
Para considerar una patente auténtica y denominarlo por consiguiente “motor más sencillo del mundo”, Konther mencionó que las muestras de los planos fueron enviados a Brasil, Argentina y Estados Unidos.
“Son prototipos para usar, están hecho rústicamente. Hace 40 años andamos con estas cosas. La pequeña hidroeléctrica es didáctica. Hay dos motores patentados, este es el primer motor rotativo patentado en el año 1975. No te dan la patente si hay otro igual, deben comprobar que es auténtico”, señaló.
“En la primera exposición del 85 participamos. Queremos hacer también energía eólica. La idea es que se entienda el principio y mostrar cómo funciona a los niños. Este motor no necesita volante de inercia, no necesita distribuidos porque el propio motor lo gira. Aparte está diseñado para trabajar y que sea barato, no coche de lujo”, comentó Konther, quien trabajó mucho tiempo como marino.