- AFP
Lula recordó a un “ser humano superior”. Gabriel Boric lo despidió en silencio. Los presidentes de Brasil y Chile se unieron ayer al dolor de decenas de miles de uruguayos en el último adiós al exmandatario José “Pepe” Mujica en Montevideo.
Mujica murió el martes a los 89 años en su modesta finca en las afueras de Montevideo acompañado por su esposa, la exvicepresidenta Lucía Topolansky. La misma casa donde vivieron durante la presidencia del exguerrillero (2010-2015) y donde descansarán las cenizas del político.
La emoción ya palpable en el imponente Salón de los Pasos Perdidos del Palacio Legislativo donde Mujica fue velado desde el miércoles aumentó pasado el mediodía de ayer con la esperada llegada de Boric, primero, y Luiz Inácio Lula da Silva poco después.
Los dos mandatarios se abrazaron con su homólogo uruguayo Yamandú Orsi y con Topolansky, antes de acercarse al ataúd en silencio. Luego se sentaron en un espacio habilitado para las personalidades políticas y familiares de Mujica.
“Pepe Mujica es un ser humano superior, es una persona que intentó cambiar el mundo con la singularidad, la competencia política, con la capacidad de hablar sobre todo con la juventud”, dijo Lula en un emotivo mensaje.
Lula y Boric, aliados de la izquierda latinoamericana, estaban en Pekín participando del Foro Ministerial China-Celac cuando recibieron la noticia de la muerte de Mujica. Ninguno de los dos quiso faltar a la despedida de su amigo, a pesar del largo viaje.
Decenas de miles de uruguayos hicieron largas filas camino a la capilla ardiente. Algunos con flores en sus manos, otros con banderas en los hombros, simpatizantes de Mujica de todas las edades hacían su duelo. Unas 100.000 personas han pasado por el velatorio, según el conteo preliminar oficial. “No me voy, estoy llegando”, rezaba en la explanada del parlamento una bandera gigante del Movimiento de Participación Popular (MPP), agrupación política de Mujica y sector de la izquierda más votado en el país, de 3,4 millones de habitantes.