- AFP
Prevost nació el 14 de setiembre de 1955 en Chicago, Estados Unidos, tiene 69 años y asistió a un seminario menor de la Orden de San Agustín en San Luis como novicio antes de graduarse en Matemáticas, en Filadelfia.
Políglota, estudió Derecho Canónico en Roma, donde también obtuvo un doctorado.
Se unió a los agustinos en Perú en 1985, para la primera de sus misiones en el país andino.
AL PERÚ, POR PRIMERA VEZ
Prevost llegó a Perú por primera vez como joven misionero agustino y años después partió desde el país andino como obispo rumbo al Vaticano, donde ayer se convirtió en el primer papa estadounidense, con el nombre de León XIV.
Desde el balcón de la basílica de San Pedro del Vaticano, el nuevo papa instó a “construir puentes” a través del “diálogo”, avanzando “sin miedo, unidos, dando la mano a Dios y dándonosla entre nosotros”.
“Dios nos ama, Dios os ama a todos, y el mal no prevalecerá”, afirmó en su primer discurso, en el que trató de unir y tranquilizar ante un mundo asolado por las guerras.
“MUCHO POR HACER”
Prevost ha pasado un tercio de su vida en Estados Unidos. El resto entre Europa y América Latina, una de las periferias del mundo de donde también era el argentino Jorge Mario Bergoglio.
El diario italiano La Repubblica lo llamó “el menos estadounidense de los estadounidenses” por la moderación de sus palabras.
La idea de un papa norteamericano estuvo por siglos descartada en Roma, ya fuera por la distancia (estaban tan lejos que normalmente llegaban tarde a los cónclaves) o por decisiones geopolíticas.
NACIONALIDAD PERUANA
Al regresar a Chicago, en 1999, fue nombrado prior provincial de los agustinos en esa región estadounidense y, posteriormente, prior general de la orden en todo el mundo.
Regresó a Perú en 2014, cuando Francisco lo designó administrador apostólico de la diócesis de Chiclayo.
Arzobispo emérito de Chiclayo, a unos 750 km al norte de Lima, Prevost obtuvo la nacionalidad peruana en 2015.
Dejó Perú para sumarse al Gobierno vaticano, donde dirigió el importante dicasterio para los obispos, que tiene la destacada función de aconsejar al papa sobre los nombramientos de los jerarcas de la Iglesia.
Tras la muerte de Francisco, Prevost dijo que aún quedaba “mucho por hacer” en la transformación de la Iglesia.
“NO PODEMOS PARAR”
“No podemos parar, no podemos retroceder. Tenemos que ver cómo el Espíritu Santo quiere que la Iglesia sea hoy y mañana, porque el mundo de hoy, en el que vive la Iglesia, no es el mismo que el mundo de hace 10 o 20 años”, dijo el mes pasado a Vatican News.
“El mensaje siempre es el mismo: proclamar a Jesucristo, proclamar el evangelio, pero la manera de llegar a las personas de hoy, los jóvenes, los pobres, los políticos, es diferente”, añadió.
Fue uno de los cardenales más cercanos a Francisco, cuyo pontificado generó resistencias dentro de los sectores más conservadores.
Pero al mismo tiempo, su sólida formación en Derecho Canónico tranquiliza en estos círculos que buscan un enfoque más centrado en la Teología.
ASÍ SE VIVIÓ LA FUMATA BLANCA QUE ANUNCIABA LA ELECCIÓN DE NUEVO PAPA
La señal esperada se elevó sobre la Ciudad del Vaticano el jueves 8 de mayo: una columna de humo blanco se dibujó en el cielo, confirmando que los cardenales congregados en la Capilla Sixtina habían alcanzado un consenso sobre el venidero guía espiritual de los mil 400 millones de católicos esparcidos por el mundo, sucesor del pontífice argentino Francisco.
La aparición de la anhelada fumata blanca desató una explosión de júbilo entre la multitud de creyentes y observadores congregados en la Plaza de San Pedro, cuyos aplausos y aclamaciones se fusionaron con el resonar festivo de las campanas de la basílica vaticana.