- Ciudad del Vaticano, Santa Sede. AFP.
El cónclave para elegir al sucesor del papa Francisco comienza este miércoles en la majestuosa Capilla Sixtina, con la mirada del mundo fija en su pequeña chimenea a la espera de noticias en forma de humo. Abierto, incierto y sin claros favoritos, el proceso previsiblemente requerirá de más negociaciones y varias votaciones para que la fumata blanca anuncie el “Habemus papam”.
La jornada arrancó con una misa en la basílica de San Pedro del Vaticano oficiada por el decano del colegio cardenalicio, Giovanni Battista Re, que no participará en el cónclave porque tiene 91 años. Los cardenales entraron en procesión con el hábito coral para pedir ayuda divina en la crucial elección del futuro líder espiritual de 1.400 millones de católicos.
Los purpurados tienen prevista una nueva oración en la tarde en la Capilla Paulina del Palacio Apostólico, antes de dirigirse a la Sixtina para el cónclave, uno de los acontecimientos más secretos y misteriosos del mundo. En el primer día está prevista una sola votación, en la que no se espera que nadie obtenga la mayoría de dos tercios requerida para proclamar un nuevo pontífice.
89 votos
La Capilla Sixtina está lista para recibir a los 133 cardenales que participarán en la elección: varias hileras de mesones engalanados con telas marrones y rojas, sobre las cuales aparecen los nombres de cada elector. Frente a los magníficos frescos del Juicio Final que Miguel Ángel pintó en el siglo XV, los llamados “príncipes de la Iglesia” solo votarán “en presencia de Dios” bajo solemne silencio.
La elección del 267º papa requiere un mínimo de 89 votos. De no haber fumata blanca el miércoles, los cardenales votarán cuatro veces a partir del jueves: dos por la mañana y dos por la tarde. La Capilla Sixtina no será un espacio para discursos, debates y negociaciones que lleven a un nombre en el que estén de acuerdo los “bergoglistas”, devotos de Jorge Bergoglio, y el ala más conservadora que criticó mucho su pontificado reformista enfocado en los pobres.
Los intercambios se darán durante las comidas o reuniones en la residencia Santa Marta y otras dependencias vaticanas, donde los cardenales estarán aislados sin acceso a internet, celular, televisor o prensa. “Hay un ambiente de mucha familiaridad y fraternidad entre los cardenales”, dijo a la AFP el cardenal ecuatoriano Luis Gerardo Cabrera poco antes de trasladarse a su nuevo aposento.
“Eso facilita el encuentro y el diálogo”. Las elecciones de Benedicto XVI y Francisco tomaron dos días. La mayoría de los cardenales estima máximo tres; los más pesimistas, cinco. Los purpurados, en cualquier caso, juran mantener en secreto los detalles de todo el proceso. Francisco creó el 80% de los cardenales que participarán en el cónclave, el mayor y más internacional de la historia con prelados de 70 territorios.
“Extra omnes”
Dentro de la Capilla Sixtina, el italiano Pietro Parolin --el cardenal elector más antiguo según el orden de precedencia-- liderará a los cardenales en la invocación latina del Espíritu Santo: “Veni, Creator Spiritus”. Además de guardar secreto, los cardenales se comprometen a “servir fielmente” como papa si son elegidos.
Y al grito de “extra omnes” (todos fuera), las puertas se cierran y empieza la votación. Cada cardenal escribe el nombre de su candidato, dobla la papeleta y la coloca en un plato de plata, que se usa para depositarla en una urna ubicada frente al Juicio Final. Las papeletas se queman en una estufa: si no se llega a los dos tercios, se añade un químico para que el humo salga negro; si hay papa, la fumata es blanca.
Parolin figura entre los favoritos para relevar a Francisco, de quien fue su secretario de Estado por 12 años. El diario Il Messaggero incluye además en la “galaxia de papables” al italiano Pierbattista Pizzaballa, el húngaro Peter Erdo, el esrilanqués Malcolm Ranjith y al español Ángel Fernández Artime.
Los purpurados se reunieron casi a diario desde el deceso de Bergoglio el 21 de abril para conocerse y discutir temas cruciales para la Iglesia como las finanzas vaticanas, el escándalo de las agresiones sexuales, la unidad de la institución y el perfil del próximo papa.
A partir de las 15:00 (13:00 GMT) de hoy se cortarán las señales telefónicas en el interior del Vaticano para aislar a los purpurados de influencias externas.
Durante el cónclave, los “príncipes de la Iglesia” deben permanecer sin teléfono ni acceso a internet ni a medios de comunicación, y guardar secreto sobre todo lo relativo a la elección del nuevo sumo pontífice.
En la vecina plaza de San Pedro, miles de personas mirarán la chimenea instalada en el tejado de la Capilla Sixtina a la espera de vislumbrar el humo blanco, primera señal de la elección del 267.º papa. La elección de Benedicto XVI en 2005 y la de Francisco en 2013 tomaron dos días. Pero algunos esperan ahora que sea más largo, máxime cuando es el cónclave más internacional de la historia con cardenales procedentes de 70 países.
CANDIDATOS
La identidad del futuro pontífice es la gran incógnita en un cónclave que expertos anticipan abierto y sin claros favoritos, después de que el pontificado reformista del jesuita argentino despertara un fervor popular y una división en el seno de la Iglesia.
El cardenal y arzobispo de Argel, Jean-Paul Vesco, indicó que existen “al menos cinco o seis” personalidades que podrían ser elegidas, en una entrevista al diario italiano Corriere della Sera.
“Pero no hay ninguno que ‘aplaste’ a los demás, ninguno del que se pueda pensar: Será él”, dijo.
Ayer los cardenales participaron de su última reunión preparatoria que celebran casi a diario desde el deceso de Jorge Mario Bergoglio el 21 de abril y en las que abordan varias cuestiones sobre la Iglesia.
A su término, realizaron un llamado a la paz “en Ucrania, Oriente Medio y muchas otras partes del mundo”, en una declaración escrita. La víspera antes de morir, Francisco había llamado una vez más a poner fin a los conflictos. En las reuniones, los cardenales también conversaron sobre las finanzas vaticanas, el escándalo de las agresiones sexuales, la unidad de la Iglesia y el perfil del próximo papa, al tiempo que muchos aprovecharon para conocerse.