Moscú, Rusia. AFP.
El presidente ruso Vladimir Putin fue reelecto holgadamente para un quinto mandato con 87 % de los votos, según resultados preliminares divulgados ayer domingo, en unas elecciones en las que no se permitió ninguna oposición real. Esta cifra, obtenida a partir de un sondeo del instituto oficial Vtsiom, fue anunciado por la televisión estatal.
Y, según la comisión electoral rusa, el jefe del Kremlin obtuvo 87,97 % de los votos tras el recuento de los sufragios en 24 % de los colegios electorales. El expresidente y número dos del Consejo de Seguridad ruso, Dmitri Medvedev, aplaudió la “rotunda victoria” de Putin.
“Rusia eligió”, declaró la jefa de la Comisión Electoral, Ella Pamfilova, que anunció que la participación alcanzó la cifra récord del 74,22 %. El Kremlin declaró a los medios rusos que Putin había sido informado de estos resultados preliminares.
Putin, un exagente de la KGB de 71 años, se mantiene en el poder desde el último día de 1999. De completar un nuevo periodo, habría permanecido en el poder más que cualquier otro líder ruso desde Catalina la Grande, en el siglo XVIII. No tenía opositores reales en los comicios, después de excluir a dos candidatos contrarios al conflicto en Ucrania. El equipo del opositor ruso Alexéi Navalni, fallecido en prisión, denunció un resultado que no tenía “ningún vínculo con la realidad”.
La ofensiva en Ucrania, lanzada por Putin en febrero de 2022 y sin final a la vista a pesar de decenas de miles de muertos, fue el telón de fondo de la votación, especialmente con un repunte de los ataques contra territorio ruso esta semana. El Kremlin presentó las elecciones como una oportunidad para que los rusos expresen su apoyo a la ofensiva en Ucrania.
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Putin dice que atentado fue obra de islamistas
Moscú, Rusia. AFP.
Vladimir Putin reconoció que el atentado del viernes cerca de Moscú, reivindicado por el grupo yihadista Estado Islámico (EI), fue cometido por “islamistas radicales”, pero insinuó de nuevo que podrían tener relación con Ucrania. Kiev y los occidentales han negado tajantemente cualquier relación entre las autoridades ucranianas y los autores del ataque que, según un nuevo balance del lunes, dejó al menos 139 muertos.
Más de dos años después de su ofensiva a gran escala contra Kiev, Putin dijo de nuevo que el ataque podría tener algo que ver con Ucrania y sus partidarios.
“Sabemos que este crimen fue cometido por islamistas radicales con una ideología contra la que el mundo islámico ha estado luchando durante siglos”, dijo en una reunión del Gobierno retransmitida en televisión, relacionando por primea vez el ataque con los islamistas.
“Sabemos quién cometió esta atrocidad contra Rusia y su gente. Lo que nos interesa es el patrocinador”, agregó, pidiendo una investigación “profesional”. “Es importante responder a la pregunta de ¿por qué los terroristas, después de su crimen, intentaron irse a Ucrania? ¿Quién los esperaba allí? Aquellos que apoyan al régimen de Kiev no quieren ser cómplices del terror y partidarios del terrorismo, pero surgen muchas preguntas”, afirmó.
“De inmediato nos preguntamos, ¿quién se beneficia de esto? Esta atrocidad puede ser un nuevo vínculo con quienes, desde 2014, han estado luchando contra nuestro país a través del régimen neonazi en Kiev”, aseguró, retomando su discurso de que la ofensiva en Ucrania tiene como objetivo derrocar a un supuesto régimen neonazi.
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Putin aparece en público tras reelección y afirma que Rusia no se dejará “intimidar”
El presidente Vladimir Putin celebró el lunes ante una multitud en la plaza Roja el “retorno” a Rusia de los territorios ucranianos anexados, al día siguiente de su triunfo en unas elecciones presidenciales consideradas ilegítimas por las potencias occidentales.
Putin, de 71 años, fue reelegido con 87,28% de los votos para un quinto mandato, en unos comicios de tres días sin un candidato opositor con opciones reales y que se celebraron también en zonas de Ucrania ocupadas por las fuerzas rusas.
La comisión electoral rusa y el Kremlin elogiaron la victoria “récord” de Putin, un resultado forjado a base de reprimir a la oposición y presentado como una prueba de la unión nacional tras la ofensiva en Ucrania.
“Mano a mano saldremos adelante y esto nos hará más fuertes (...)¡Viva Rusia!”, dijo Putin ante una multitud que asistió a un concierto en la plaza Roja de Moscú, coincidiendo con el 10º aniversario de la anexión de la península ucraniana de Crimea.
Putin apareció junto a los tres candidatos que concurrieron contra él en los comicios, después de recibirlos en una reunión en el Kremlin en la que todos lo felicitaron.
Los otros tres candidatos obtuvieron 4,31%, 3,85% y 3,20% respectivamente, según resultados que no incluyen los votos en el extranjero.
Todos los principales opositores de Putin están muertos, en prisión o en el exilio. Los comicios tuvieron lugar un mes después de que el principal detractor de Putin, Alexéi Navalni, muriera en prisión.
Es un resultado “excepcional” y la “confirmación elocuente del apoyo del pueblo” ruso al presidente, afirmó el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov.
Putin, en el poder desde hace casi un cuarto de siglo, logró 10 puntos más que en 2018.
Vladimir Putin “es la base de nuestro país”, estimó Viktoria, de 23 años, empleada en una empresa estatal que se dirigía al concierto en la plaza Roja.
Elena, economista de 64 años, dijo que no le sorprendió el resultado “porque cualquier ciudadano que respete a nuestro país votó por Putin”.
Rusia no se dejará “intimidar”
Tras su victoria el domingo por la noche, Putin declaró que este resultado muestra una Rusia que no se dejará “intimidar” por sus adversarios. En su discurso, se felicitó por la “consolidación política interna”, dos años después de la ofensiva contra Ucrania y de las sanciones occidentales contra el país.
“No importa quién o cuánto quieran intimidarnos, no importa quién o cuánto quieran aplastarnos”, dijo. “No ha funcionado ahora y no funcionará en el futuro”.
Durante toda la semana se produjeron bombardeos e incursiones de milicianos ucranianos en suelo ruso para intentar perturbar los comicios.
Putin, que podrá volver a presentarse en 2030 y seguir en el poder hasta 2036, rindió homenaje a los soldados que combaten en Ucrania y que protegen “los territorios históricos de Rusia”.
En su opinión, las fuerzas rusas, desde que tomaron el control de la localidad de Avdiivka, en el este de Ucrania, a mediados de febrero, tienen “toda la iniciativa” en el frente.
La oposición logró, sin embargo, expresarse simbólicamente, respondiendo al llamado de la viuda de Navalni. Yulia Navalnaya, que prometió seguir con la causa de su marido y llamó a sus seguidores a ir a votar el domingo al mediodía. Navalnaya votó en la embajada rusa en Berlín, donde vive exiliada con sus hijos.
En otras embajadas rusas, también se formaron largas filas al mediodía. Decenas de miles de rusos se han exiliado en el extranjero desde el inicio de la ofensiva contra Ucrania por miedo a la represión o a ser reclutados por el ejército.
En el cementerio donde fue enterrado Navalni, en la capital rusa, decenas de personas depositaron flores y papeletas con el nombre del opositor escrito.
Fuente: AFP
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En Rusia incitan a protestas masivas contra Putin, en última jornada electoral
Opositores rusos llamaron a protestar masivamente este domingo en los centros de votación, en el tercer y último día de las elecciones presidenciales que apuntan a reelegir triunfalmente al presidente Vladimir Putin con Ucrania como telón de fondo.
Los tres días de votación estuvieron marcados por un aumento en los bombardeos mortales ucranianos y una serie de incursiones de milicias pro ucranianas en territorio ruso. También hubo actos de protesta, con una ola de arrestos de rusos acusados de verter colorante en las urnas electorales o de ataques incendiarios.
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Antes de su muerte en febrero en una prisión en el Ártico, el líder opositor Alexéi Navalni había llamado a los rusos a protestar este domingo.
Su viuda, Yulia Navalnaya, reiteró el llamado antes de las elecciones, y pidió a los manifestantes acudir a los centros electorales a la misma hora, al mediodía (09:00 GMT), para saturar los centros de votación y escribir “Navalni” en las papeletas o votar por cualquier otro candidato que no sea Putin.
La disidencia pública ha sido duramente castigada en Rusia desde el inicio de la ofensiva contra Ucrania, iniciada el 24 de febrero de 2022, y las autoridades han advertido contra las protestas electorales.
Un joven de Moscú dijo a AFP que participaría de la protesta a las 12:00 (09:00 GMT), “solo para ver rostros jóvenes de apoyo (...), sentir algo de apoyo a mi alrededor y ver la luz en este túnel oscuro”.
El hombre, que no reveló su nombre por motivos de seguridad, dijo esperar que la manifestación demuestre a las autoridades “que hay gente en este país contra el conflicto (y) contra el régimen”.
Récord en el poder
Putin, un ex agente de la KGB de 71 años, se mantiene en el poder desde el último día de 1999 y espera extender su mando hasta al menos 2030. De completar un nuevo período, habría permanecido en el poder más que cualquier otro líder ruso desde Catalina la Grande, en el siglo XVIII.
No tiene opositores reales en los comicios, después de excluir a dos candidatos contrarios al conflicto en Ucrania. El Kremlin presentó las elecciones como una oportunidad para que los rusos expresen su apoyo a la ofensiva en Ucrania.
Putin admitió el jueves en un mensaje preelectoral que Rusia atraviesa un “período difícil”.
“Debemos continuar unidos y con confianza en nosotros mismos”, expresó, al calificar las elecciones como una forma de que los rusos manifiesten “sus sentimientos patrióticos”.
La votación concluirá en Kaliningrado, la zona más occidental de Rusia, a las 18:00 GMT, y se espera que poco después se anuncien los resultados de encuestas al pie de urna.
En la Plaza Roja de Moscú se celebrará un concierto el lunes para conmemorar el décimo aniversario de la anexión rusa de la península de Crimea, un evento que deberá servir como celebración de la victoria de Putin.
Crítica
Ucrania ha calificado las elecciones como ilegítimas y como una “farsa”, y su ministerio de Relaciones Exteriores ha llamado a sus aliados occidentales a no reconocer los resultados.
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, así como más de 50 países miembros, criticaron a Moscú por realizar la votación en las partes de Ucrania ocupadas por Rusia. Guterres afirmó que “el intento de anexión ilegal” de esas regiones “no tiene validez” bajo el derecho internacional.
Antes de la elección, la prensa estatal rusa exaltó los recientes avances en el frente y presentó el conflicto como una lucha de sobrevivencia contra los ataques occidentales.
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Moscú ha buscado avanzar en el frente ante las divisiones en Occidente sobre el apoyo militar a Ucrania, que enfrenta una escasez de municiones, aunque Kiev asegura que de momento ha logrado detener los avances rusos.
Un ataque de misiles rusos contra la ciudad portuaria ucraniana de Odesa dejó 21 muertos el viernes, incluyendo rescatistas que atendían un ataque previo, una acción que el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, calificó como “infame”.
En el lado ruso, el ejército ha informado de numerosos intentos de grupos pro ucranianos de ingresar a Rusia.
El domingo, las autoridades regionales de Krasnodar reportaron un incendio en una refinería tras un ataque ucraniano con drones.
El Ministerio de Defensa ruso informó del derribo de 35 drones entre la noche del sábado y la mañana del domingo en ocho regiones del país, incluida Moscú.
El gobernador de la región de Belgorod decretó el sábado el cierre de centros comerciales y escuelas durante dos días en la ciudad principal de Belgorod y los distritos vecinos después de los ataques recientes.
Fuente: AFP
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De Oppenheimer, Einstein, Francisco, Putin, Stoltenberg, la bomba, la guerra y la paz
¿Puede y/o debe decir o abogar por algo que no sea la paz un líder religioso, aunque sea también un jefe de Estado? ¿Puede y/o debe decir o abogar por algo que no sea la guerra un funcionario político y administrativo de una alianza militar?
- Por Ricardo Rivas
- Periodista X: @RtrivasRivas
- Fotos: Gentileza / AFP
En 1991 llegué a Berlín. Dieciocho meses antes había caído la medianera que partía en dos aquella ciudad. Los debates aturdían. ¿Para qué lado cayeron los escombros? ¿Desde qué lugar llegó el impulso final? Los relatos conspiranoicos se multiplicaban. El canciller Helmut Köll rápidamente decidió la reunificación de Alemania sin atender a quienes lo objetaban por razones económicas y financieras. La capital alemana todavía estaba en Bonn.
En el lugar donde desde agosto de 1961 estuvo emplazado “checkpoint charlie” entre 1945 y 1990, quienes parecían ser exsoldados del otrora poderosísimo Ejército Rojo, allí mismo vendían completas o en parte la indumentaria con la que se constituían sus uniformes. Capotes, botones, jinetas de grado. Todo estaba en venta.
Caminar por los pocos espacios libres en medio de cientos de visitantes que andaban por allí obligaba a la lentitud. La mayor demanda en aquel lejano mes de abril eran los ushanka (sombrero de piel con orejeras) grises con la estrella roja incrustada al frente de los que se despojaban quienes aseguraban ser militares desmovilizados y no tener para comer.
Algunos, unos pocos –muy pocos– también ofrecían uniformes norteamericanos, británicos y hasta algunos cascos franceses. Todo para mirar. Todo para ofrecer. Todo para comprar. Todo para llevar como recuerdos de una época que se significaba como el inicio del pacifismo real.
Parado exactamente debajo de las majestuosas Puertas de Brandeburgo los contrastes visuales eran intensos. A un lado las construcciones modélicas de una sociedad capitalista renana –sin exagerados lujos consumistas– pujante, en movimiento intenso y con colores vivos en todas partes. Al otro lado, enormes bloques con apartamentos pintados en la gama de los grises, con las calles casi vacías y las plazas públicas desiertas. El movimiento era escaso. Escenarios bien distintos, por cierto.
Estuve allí solo un par de días. Con un nutrido grupo de compañeros becarios con los que estudiábamos y nos formábamos sobre el proceso de reunificación viajamos unos 610 kilómetros hacia el sudeste para instalarnos en Koblenz (Coblenza), cortada al medio por el Rin en el punto exacto en que confluye con el Mosela, rodeada de viñedos.
BIPOLARIDAD EXTREMA
Corazón del estado federado de Renania-Palatinato, nos explicaron que esa belleza natural en tiempos de bipolaridad extrema era el espacio en donde –según las hipótesis de conflicto políticas y militares– podrían haber llegado cargados de muerte los misiles de corto alcance de las tropas del Pacto de Varsovia que nunca fueron (afortunadamente) disparados.
Allí supimos que miles de soldados alemanes en algunos casos subordinados a la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte), con motivo de la disolución de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), fueron desmovilizados. No eran profesionales de ninguna otra especialidad que la de hacer la guerra.
En Koblenz se vivía en paz “después de casi 40 años de preocuparnos por ser el campo de batalla inmediato de una posible guerra nuclear”, nos dijeron grupos de residentes. En los hoteles en donde nos alojábamos también lo hacían militares que se formaban en la protección del medioambiente. El Estado alemán intentaba reciclarlos para reinsertarlos en la sociedad civil pacificada.
Regresar a Berlín fue diferente. Sabíamos mucho más sobre los efectos políticos y sociales del fin de la Segunda Guerra Mundial, sobre el devenir de la Guerra Fría y pensábamos en las posibilidades reales de la paz, que no imaginábamos ni veíamos con claridad.
Recuerdo que por esos días llegué hasta el punto medio del puente Glienicke, con el que se cruza el río Havel, para viajar desde Berlín hacia Postdam y allí detuve mi andar. En silencio miré hacia ambos lados de esa construcción a la que Steven Spielberg, cuando finalizaba 2015, llamó el Puente de los Espías. No había puestos de vigilancia ni reflectores. Tampoco alambres con púas, soldados soviéticos ni de la NATO armados hasta los dientes. Se circulaba sin limitaciones. Sin peligros.
Durante casi una hora caminé de regreso al punto de encuentro muy cercano al que fuera el búnker donde Adolf Hitler y su estado mayor se convencieron de la derrota y entraron en pánico por la llegada del Ejército ruso hasta el escondite del dictador genocida.
“DISUASIÓN”
En aquella caminata silenciosa creí comprender (e imaginé, como los habitantes de Koblenz) que los líderes de entonces planificaban y construían por y para la paz. Pensé que el modelo geopolítico de posguerra para disuadir y persuadir a partir de la exhibición obscena de los arsenales nucleares que las partes poseían para convencer al adversario de la inviabilidad de una guerra atómica que destruiría a la humanidad se había derrumbado para siempre. ¿Soñé demás cuando tenía 40 años? Tal vez, sí. ¿Se iniciaban los tiempos de la multipolaridad? Quizás.
Alguna vez Albert Einstein sostuvo que “el tiempo no puede definirse en términos absolutos” porque “es relativo” y, en consecuencia, “se estira y se encoge”. Mucho de lo que tiene que ver con Einstein llega desde la historia. Nació el 14 de marzo de 1879 en Alemania, desde donde partió cuando vislumbró que comenzaba la persecución de los judíos que devendría en exterminio. Pero, como él mismo lo probó y explicó, esos larguísimos 145 años que corren desde su nacimiento son poco relevantes.
“En nuestro lenguaje terrestre, una hora nuestra puede ser un siglo en otro planeta y viceversa (porque) no hay un tictac audible en todo el mundo”. Es palabra de Albert Einstein. Sin vueltas, el padre de la teoría de la relatividad general (1915) enseñó a quien quisiera aprenderlo que “el pasado, el presente y el futuro son solo una ilusión”.
Pero en el tránsito de esa ilusión con frecuencia está agazapada la tragedia. Categorizar así la temporalidad y hasta la propia ilusión es ilusorio. Para nada sorprendente que así se exprese un físico, si se quiere. La física –ciencia categorizada como “dura”– desde alguna perspectiva también puede presentarse ante la persona lega como sutil. Y hasta poética como para algunas personas lo es pensar en la infinitud, en el universo, en los misteriosos agujeros negros o en el big bang, por mencionar solo algunos ejemplos caprichosos.
ESPÍRITU POÉTICO
Al parecer, Einstein pensaba así. De hecho, en el fin de una tarde cualquiera cuando se iniciaban los años 70 en el siglo pasado, sentados en torno de una mesa de mármol del inmortal Café Tortoni en el 825 de la avenida Mayo de Buenos Aires, al parecer inaugurado no muy lejos de allí en el 1858, un viejo colega periodista cuyo nombre prefiero preservar –también escritor, guionista cinematográfico, dramaturgo– y viajero incorregible con el que supe compartir algunos años de vida y aprendizajes antes de llegar a mi treintena, sostuvo que “la física y las matemáticas se constituyen además con el espíritu poético que siempre encierran las investigaciones científicas”.
Recuerdo que su palabra –aunque en tono bajo– asemejaba una homilía. Sin que nadie pudiera comprobarlo fehacientemente, sostenía que aquella percepción, cuando estaba cerca de finalizar el mes de marzo en 1925, la había escuchado del mismísimo Albert Einstein. Desde su muy buena memoria, aquel viejo amigo y sabio colega dejó caer en el seno mismo de su acotado auditorio el detalle preciso de que el ingeniero Jorge Duclout, un académico francés radicado en la Argentina poco antes de que finalizara el siglo XIX, “fue quien invitó a Einstein para que visitara este país y quien lo recibió en el puerto junto con una multitud”.
Con un lento trago de coñac desató nuestra ansiedad por saber más. “Le encantaba al alemán (así categorizó al científico visitante) venir al Tortoni y sostener tertulias con otros académicos, siempre acompañado de Duclot”, agregó. Detalló luego con algo de nostalgia que él “era un pibe de apenas 18 años cuando el genio estuvo aquí”. Precisó que cuando el uruguayo Máximo Sáenz entrevistó al físico para (el diario) Crítica en una casona de Belgrano –mi pueblo natal en Buenos Aires, unos 1.160 kilómetros al sur de mi querida Asunción– “lo escuché sorprendido cuando reflexivamente vinculó la física con la poesía”.
Ninguno de los presentes se atrevió a responder ni confrontar aquellos recuerdos puestos en común. Esta noche de viernes emerge como diferente de muchas otras. De hecho, este encuentro parece haber trocado en una cofradía de devotos de la paz con el deseo –y la esperanza profunda– de impulsar y alcanzar el fin de todas las violencias.
Sentado en la vieja mecedora descorché un Pinot Noir Romanée-St-Vivant Marey - Monge del 1995. ¡Fiesta en los copones! Alguna vez, muchos años atrás, mientras recorría la campiña de la región de Côte de Nuits en Borgoña, cerca de Lyon y de la frontera con Suiza, me hice de tres botellas que celosamente mantuve en guarda hasta hoy. Brindamos por la vida. Un breve silencio nos envuelve después de hacerlo.
PERSONAJE
“¡Arrasó ‘Oppenheimer’!”, dijo DG con indisimulado orgullo. La veterana profesora con un Whatsapp aventuró que sería la producción más reconocida. “Enorme ganadora con siete Óscar”, añadió. “¡Qué personaje Oppenheimer. Inventar la bomba que destruyó Hiroshima y Nagasaki y pretender después exhortar al Gobierno norteamericano para que no la use o la use poco... ingenuo o inocente!”, expresó AF en tono de crítica.
Tanto Oppenheimer como Einstein, las dos producciones en las que convergen biografías y creaciones en algunos casos bien fundadas, dan cuenta además de climas epocales. De profundos debates sociales. De pugnas ideológicas. De batallas políticas y personales. De sospechas, sospechados y sospechosos. De amor y desamor. De la libertad y la falta de ella. De pobreza y riquezas. De autoritarios, autoritarismos, desempleos, derrumbes económicos, hambrunas, armamentismo, racismo. Nada queda afuera si a esas atrocidades les añadimos rearmes, expansionismos y los desafortunados resurgimientos de múltiples voluntades supremacistas y fundamentalismos cuyos líderes sustentan sobre falsos discursos religiosos.
El norte europeo sangra. El presidente Vlamidir Putin advierte amenazante a Europa y a la NATO. “Tienen que entender que nosotros también tenemos armas que pueden atacar objetivos en su territorio”; que disponemos de armamento “para golpear a los países occidentales” y hace referencia clara a la eventual utilización del arsenal nuclear ruso que dispone de sistemas “capaces de destruir a la civilización”. El miércoles último fue más allá sin metáforas ni eufemismos: “Rusia está dispuesta a utilizar armas nucleares si existe una amenaza”.
El papa Francisco semanas atrás hizo suyas las palabras de la encíclica Pacem in Terris (1963), en la que Juan XXIII, el pontífice de entonces, consignó que “la posesión de armas atómicas es inmoral” porque “no se excluye que un acontecimiento imprevisible ponga en marcha el aparato de la guerra”. ¿Qué es lo que no se entiende? ¿De esto mismo hablaba Oppenheimer cuando procuraba concienciar a los líderes norteamericanos sobre el peligro que supone disponer de la bomba que él mismo creó? Tal vez. Pero nada lo detuvo en el desarrollo de ese sistema de armas que incineró a quienes habitaban Hiroshima y Nagasaki “para terminar con la guerra”.
La utilización bélica de la Bomba H (como se la llamó popularmente por algunos años) que inventó le pesó por el resto de sus días. “Ahora me he convertido en muerte, el destructor de mundos”, pronunció alguna vez después de las masacres en Japón. La ganadora de siete Óscar relata que Robert Oppenheimer se opuso a un mayor desarrollo nuclear y, por esa intención fue acusado de comunista e investigado por ello. Genio y sospechoso de traición.
En 1963, pese a aquellas acusaciones más cercanas a los códigos de la vanidad de sus Salieris que a su ideología, Oppenheimer fue rehabilitado políticamente por el presidente Lyndon Johnson, quien en 1963 lo galardonó con el premio Enrico Fermi.
Por su parte, Einstein, según cuenta la producción de Netflix, al parecer también se arrepintió de haber enviado una carta al presidente norteamericano Franklin Delano Roosevelt el 2 de agosto de 1939 instándolo a prestar atención a los desarrollos nucleares de los científicos nazis para enriquecer el uranio. Tenía la convicción de haber acelerado el proceso de investigación y desarrollo que la historia conoce como Proyecto Manhattan. Einstein sentía culpa por “la bomba”.
LA GUERRA Y LA PAZ
Tal vez por ello el papa Francisco destaca por su fortaleza a quien en la guerra “tiene el valor de la bandera blanca y negociar” porque “negociar es una palabra valiente” y sostiene que “no (hay) que avergonzarse de negociar antes de que las cosas empeoren”. ¿Puede y/o debe decir o abogar por algo que no sea la paz un líder religioso, aunque sea también un jefe de Estado?
“Ucrania necesita armas, no banderas blancas”, respondió casi de inmediato Jens Stoltenberg, secretario general de la OTAN, quien agregó que “si queremos una solución pacífica duradera negociada, la forma de llegar a ella es proporcionar apoyo militar a Ucrania”. ¿Puede y/o debe decir o abogar por algo que no sea la guerra un funcionario político y administrativo designado por un conjunto de 29 países convergentes en una alianza militar?
La madrugada del sábado comienza a clarear. Los silencios son varios y superpuestos. JT, historiador y académico, escuchó más de lo que habló. “Ningún hombre es tan tonto como para desear la guerra y no la paz; pues en la paz los hijos llevan a sus padres a la tumba, en la guerra son los padres quienes llevan a los hijos a la tumba. Es palabra del griego Heródoto de Halicarnaso, al que muchos consideran como el padre de la historia occidental”, dijo con estudiado tono doctoral y su nariz casi apoyada sobre la pantalla del smartphone.
La presbicia no perdona después de los 50. “Cómo construir la paz es complejo, por cierto. Pero, si de arsenales nucleares se trata, me quedo con la respuesta de Einstein a Oppenheimer: ‘Ahora es tu turno de lidiar con las consecuencias de tu logro’”, dijo DG.