Shika, Japón. AFP.

Cientos de habitantes de la pequeña ciudad japonesa de Shika hacen fila frente a la alcaldía esperando recibir los seis litros de agua asignados a cada persona tras el potente terremoto que sacudió el país el día de Año Nuevo.

En total, unos 150 sismos sacudieron Japón entre el lunes por la tarde y el martes por la mañana. El más fuerte alcanzó una magnitud de 7,6, según a agencia meteorológica japonesa JMA.

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Los daños en la casa de Tsugumasa Mihara, una habitante de Shika, fueron leves: apenas unos platos rotos en el suelo de la cocina. Y a diferencia de muchos otros habitantes, tiene electricidad.

Pero el problema, explica, es el agua, ya que la red de agua potable de Shika, así como de muchas otras ciudades de la península de Noto, quedó dañada.

Muchos otros habitantes de la península corrieron con menos suerte. Varios edificios y casas se derrumbaron como consecuencia de las sacudidas.

El último balance provisional de víctimas publicado el martes era de 50 muertos. En Wajima, una ciudad costera a 60 km al norte de Shika, todo un barrio de casas de madera quedó destruido por las llamas.

En esta península rural encajonada entre las montañas y el mar, el acceso de los servicios de emergencia es difícil en todas partes debido a las carreteras dañadas, derrumbadas o bloqueadas por desprendimientos de tierra.

Una calma inusual reina en las calles de las ciudades visitadas por los periodistas de la AFP, que también vieron muchos vehículos atascados en grietas del asfalto.

Los habitantes también hacen fila frente a los supermercados para abastecerse, aunque algunos comercios están cerrados por falta de suministros. “Hoy estamos cerrados. Estamos evacuando”, reza un cartel a la entrada de uno de estos locales.

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