Kahramanmaras, Turquía. AFP.
El balance del terremoto que sacudió hace una semana Turquía y Siria ascendió ayer lunes a más de 35.000 muertos y ante las escasas perspectivas de encontrar supervivientes los esfuerzos se orientan ahora a ayudar a los cientos de miles de personas que se quedaron sin hogar.
Pero, aunque cada vez es más difícil, todavía se hallan personas vivas entre las montañas de cascotes de ciudades que quedaron destruidas tras el temblor de magnitud 7,8 del 6 de febrero. Ayer lunes, un niño de 12 años fue rescatado en la provincia de Hatay, 182 horas después del terremoto, informaron los medios turcos.
El balance confirmado es de 35.331 muertos, 31.643 en Turquía y 3.688 en Siria, lo que convierte a este cataclismo en el quinto más mortífero desde el inicio del siglo XXI. En Siria, un país ya devastado por más de una década de guerra, se teme que estas cifras sean muy superiores.
El presidente sirio, Bashar al Asad, pidió el lunes ayuda internacional para “la reconstrucción de las infraestructuras” destruidas por el sismo en el país, donde la ONU estima que más de cinco millones de personas se quedaron sin casa. Asad hizo este llamado tras un encuentro con el jefe de emergencias de la ONU, Martin Griffiths, que ayer lunes estuvo en Damasco y Alepo.
Griffiths tiene que presentar una evaluación de la situación en una reunión a puerta cerrada del Consejo de Seguridad de la ONU, convocada por Suiza y Brasil, a cargo del expediente humanitario. El pasado fin de semana, este responsable de la ONU ya denunció el fracaso del envío de ayuda para Siria.