Austria. AFP.

Igor Talalai pasó tres meses de pesadilla en varios centros de “filtrado” en Ucrania tras ser detenido por las tropas rusas en la ciudad de Mariúpol. Este hombre de 25 años, aún traumatizado, relató su calvario ayer en una reunión en la sede de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) en Viena.

En marzo, ayudaba a los residentes a evacuar la ciudad portuaria de Mariúpol, sitiada por el ejército ruso, cuando fue detenido y trasladado al territorio separatista prorruso de Donetsk, en el este. “Fue extremadamente difícil”, dijo Igor Talalai, refiriéndose a las palizas que recibió y al hambre que le acosaba “constantemente”. Solo le daban unas cuantas cucharadas de gachas hervidas al día y un poco de caldo. También recuerda una celda de tres metros cuadrados donde vivía con otras 30 personas, obligados a permanecer de pie, y algunos torturados con electricidad.

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En un informe publicado a mediados de julio, la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) dijo estar “gravemente preocupada” por el trato que Moscú da a decenas de miles de ucranianos en estas instalaciones, que se calcula son unas 20.

El documento menciona “interrogatorios brutales” con registro de datos personales, “cacheos corporales humillantes” e incluso la desaparición de aquellos sospechosos de tener vínculos con las fuerzas ucranianas. Moscú insiste en que su único objetivo es permitir la “evacuación” de los civiles de las “zonas peligrosas”.

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