Unos 100 mil manifestantes, reunidos frente a la Puerta de Brandeburgo y el Reichstag, el edificio de la Cámara de Diputados, llevaban banderas con los colores amarillo y azul claro de la bandera ucraniana, constató la AFP.
“Berlín a 670 km de la línea del frente”, “Stop the killer”, “No a la Tercera Guerra Mundial”, figuraban en las pancartas de los manifestantes que masivamente respondieron al llamado de la comunidad ucraniana residente en Alemania.
“Mi madre está (refugiada) en un sótano (...), mi padre en la casa, en un primer piso en un barrio del norte de Kiev”, dice a la AFP una de las participantes, Valeria Moiseeva, ucraniana de 35 años, embarazada. “Pienso que es importante que Alemania se comprometa por la democracia en Europa y es también nuestra responsabilidad”, aseguró por su lado Hans Georg Kieler, de 49 años.
Desde el jueves se celebran todos los días manifestaciones en la capital alemana, especialmente frente a la imponente embajada de Rusia, construida en la avenida Unter den Linden, una de las grandes arterias que llevan a la Puerta de Brandeburgo. Alemania alberga más de 300.000 personas de origen o nacionalidad ucraniana en su territorio, así como una gran diáspora rusa, especialmente en Berlín.
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La marca de Lívio
- Por Toni Roberto
- tonirobertogodoy@gmail.com
Con motivo de la muestra “Huellas de Lívio Abramo”, que se inauguró el pasado viernes en el Centro Cultural de la Embajada del Brasil, Instituto Guimaraes Rosa, en el barrio Ciudad Nueva, Toni Roberto hace la primera parte de los recuerdos de aquella institución que primeramente se llamara Misión Cultural Brasileña y que formara a tantos paraguayos en la modernidad, en una nueva manera de pensar.
Se abre la puerta y entro al histórico “setentoso” consultorio del Dr. Amado Gill Pessagno, en Pa’i Pérez y Cerro Corá. Me siento, en la pared un dibujo arquitectónico de la casa familiar del Dr. Gill, en la esquina de México y Rca. de Colombia, del estilo de los que le llevaba a Lívio a mostrar qué hacía con regla y escalímetro. Al instante me vinieron a la mente sus palabras, cortas y concretas: “Capitán, rompa todo eso y empiece de nuevo, cree su propia línea”.
Inconcientemente, sin saberlo, estaba asistiendo a una experiencia de la modernidad de parte de uno de los padres del arte moderno latinoamericano, cuñado de uno de los tres creadores de nada más y nada menos que la ciudad de Brasilia. Estaba marcando en mí huellas que serían imborrables para siempre.
La tinta convertida en gubia me lleva a marcar a fuego la cartulina. Quien escribe estas líneas siempre iba contra la corriente y la dispersión hacía que en plenas clases de grabado tome una hoja empezando a dibujar como si fuera que estuviese grabando la madera. Corría el año 1980 y había llegado a aquel oráculo sagrado de la modernidad paraguaya de la calle Eligio Ayala esquina Irrazábal, antiguamente llamada calle Santa Fe, en la ”planta baja” del barrio Ciudad Nueva.
La experiencia de haber decidido ir a los 14 años por cuenta propia a aquella vieja casona del fondo de lo que fuera la residencia de Anselmita Heyn marcó a fuego las huellas de mi pensamiento, una vieja casa devenida en taller de arte, unos simples tablones de madera, unas austeras sillas y unos focos colgantes unidos por unos cables era todo lo que se necesitaba para aprender a entender la nueva manera de educar.
Las viejas convenciones que traía de las clases de arte del colegio, el punto de fuga perfecto para el rancho perfecto, habían quedado atrás y la mirada del mundo había cambiado no solo para mí, sino para una pléyade de personas, muchas de ellas nacidas a principios del siglo pasado. La variopinta asistencia enriquecía la escena y se convertía en la misma clase, siguiendo el pensamiento del maestro, que decía: “Yo no quiero dar técnicas de dibujo ni de grabado, vengo antes que nada a formar seres humanos que aporten a la sociedad desde donde les toque, si salen artistas o no, ese ya es otro tema”.
1972
En la nómina de alumnos exponentes del año 1972 que se exhibe en un viejo catálogo podemos encontrar a personas venidas de las más variadas disciplinas y de diferentes edades; desde Blanquita Martínez, una hacendosa ama de casa de la calle Montevideo que se convirtió en una crítica de arte oral; pasando por Mabel Valdovinos, una hermosa mujer llegada desde el Chaco argentino que se enamoró de un joven ingeniero paraguayo, que luego llegó a ser figura clave en el dibujo paraguayo desde mediados de los años 70; pasando por Marta Barudi, una señorita que estudiaba psicología en la Católica y que fuera parte de los movimientos sociales de finales de los años 60; Cristina Osnaghi, una reina de belleza; Nelly Bareiro, una antigua funcionaria de Naciones Unidas.
En algunos casos madres e hijas, como Carmen Dora Pérez y su hija Greta o Margarita Sánchez Minella, a quien Lívio le había conocido en las pintatas de la calle Palma siendo ella lustrabotas y otros que con el correr de la década y la siguiente consolidaron su obra como Lucio Aquino, Alberto Méndez, Viviana Ocampos o Rubén Milessi.
Llegaron los primeros años 80 y todavía recuerdo las huellas de Lívio en cada pensamiento, en la manera de analizar los temas, en la manera de dibujar. En aquellos años, la riqueza también se daba por la diversidad de concurrencia, muchos de los que empezaron en los años 70 se convirtieron en una especie de ayudantes naturales del maestro y los alumnos seguíamos llegando.
Un destacado ingeniero como Luis Fernando Meyer, los hermanos Fátima y Carlos Martini, Alejandra García, connotados abogados como el Dr. Alejandro Herrera, señoras de la alta sociedad de la época como Pomposa Leoz, Marta Brugada. Siguiendo con Genara, una señora en situación de calle que era alumna y el maestro la ayudaba, hasta mozalbetes que tuvieron la suerte de llegar casi al final de la vida de Lívio, entre finales de los 80 y principios de los 90, como Martita y Marquitos Benítez, Karina Adam o la hoy destacada arquitecta Mate Filippini. Todos, siempre tratados con la misma atención, desde el más pobre hasta el más rico.
Estoy seguro de que todos los que están y los que ya no estarían soñando un viaje en la vieja combi azul del maestro, preparados, como una gran familia, a recorrer las muestras, algún café o simplemente un paseo por Asunción, capitaneado por el jefe del viaje, Lívio Abramo, su inseparable Dora Guimaraes, su adelantada alumna Edith Jiménez y las otras mujeres de la epopeya del arte y el pensamiento moderno paraguayo.
Todo empezó con la primera visita de Abramo desde Sao Paulo a la Madre de Ciudades allá por 1956 y terminó sus días en estas tierras en 1992, en la ciudad donde dejó la mitad de su vida, la mitad de su pensamiento la mitad de su obra, la mitad de su corazón, instalados para siempre entre rojos chivatos y azules jacarandás en alguna esquina, en algún rincón de la ciudad que tanto amó.
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Multitud de fieles asiste a misa del papa Francisco en Venecia
El papa Francisco presidió este domingo una misa multitudinaria en Venecia en la que advirtió del impacto del turismo para el medioambiente, en su primer viaje en siete meses debido a su delicado estado de salud.
El papa de 87 años mostró un buen semblante y cumplió con una agenda cargada, unas semanas después de sufrir un episodio de fatiga que generó preocupación durante la Semana Santa.
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Tras visitar una cárcel de mujeres, el jesuita argentino llegó a la plaza de San Marcos de Venecia a bordo de una embarcación que navegó por el Gran Canal escoltada por una multitud de gondoleros.
Jorge Bergoglio hizo referencia a la “encantadora belleza” de la ciudad y enumeró “los numerosos problemas que la amenazan”, entre ellos el cambio climático, “la fragilidad de su patrimonio cultural” y el turismo de masas.
“Venecia está unida a las aguas sobre las que se asienta y, sin el cuidado y la protección de este entorno natural, podría incluso dejar de existir”, advirtió el argentino en su homilía.
La visita del papa coincide con la reciente entrada en vigor en Venecia de una tasa de entrada de 5 euros (5,35 dólares) para los turistas que visiten la ciudad por un día, con el objetivo de proteger a esta localidad patrimonio de la Unesco.
Como invitado, Francisco no tendrá que pagar pero los peregrinos no residentes sí estarán sujetos a la tasa.
Mujeres privadas de libertad
En la mañana el papa aterrizó directamente en un helicóptero en el patio de una cárcel para mujeres situada en la isla de la Giudecca. La prisión alberga una exposición de obras de arte promovida por el Vaticano, en el marco del la 60ª Bienal de Arte Contemporáneo de Venecia.
Francisco saludó, una por una, a las cerca de 80 reclusas, al personal administrativo y penitenciario y a los voluntarios.
En este antiguo convento para mujeres, convertido ahora en una prisión para reclusas con largas condenas, el papa afirmó que “la cárcel es una dura realidad, y problemas como el hacinamiento, la falta de instalaciones y recursos, y los incidentes violentos generan mucho sufrimiento”.
Pero destacó que la prisión, “también puede convertirse en un lugar de renacimiento”. “¡Ánimo, y adelante! No se rindan”, dijo el pontífice tras recibir regalos elaborados por las presas.
Lejos de los focos y las multitudes, la exposición en la cárcel organizada por la Santa Sede es una de las más destacadas de la Bienal artística y ofrece a los visitantes una experiencia inmersiva y desconcertante, en la que las obras de arte conviven con un alambre de espino.
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Chiara Parisi, comisaria de la exposición, destacó “el asombro” y “la esperanza” de las reclusas por esta visita.
Jorge Bergoglio habló con los artistas que participaron en la exposición, reunidos en la prisión, y destacó el papel del arte en la lucha contra “el racismo, la xenofobia, la desigualdad y el desequilibrio ecológico”.
Fuente: AFP
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Habilitan “Cháke bicho” en el MuCi
Se trata de una oportunidad para descubrir el gran mundo de la entomología.
“Cháke bicho” es la nueva exhibición interactiva diseñada por MuCi, el futuro Museo de Ciencias del Paraguay, que se encuentra disponible en su espacio TatakuaLab, en el Complejo Textilia, abierto para todo el público.
Esta muestra invita a descubrir el gran mundo de la entomología, en el que los insectos autóctonos del país se convierten en los protagonistas del espacio. Durante estos meses, los visitantes podrán ver fotografías de gran tamaño de distintos insectos, con el fin de apreciar su importancia desde una nueva perspectiva, permitiendo mirarlos más de cerca.
“Cháke bicho” es la primera exhibición diseñada por completo por el equipo MuCi, en alianza con el Museo Nacional de Historia Natural del Paraguay (MNHNP), con fotografías de Henry Maillet.
Esta exhibición es el resultado de un proceso de prototipado abierto realizado durante enero y febrero en el TatakuaLab, donde los visitantes dejaron sus opiniones e impresiones sobre la futura exhibición.
El público puede acceder a la muestra de martes a domingos, en distintos horarios: de 10:00 a 17:00 los martes y miércoles (con preferencia a grupos escolares y universitarios); y de jueves a domingo, el espacio está abierto de 14:00 a 20:00.
Las entradas, disponibles en la web muci.org/entradas, tienen un precio de G. 20.000, mientras que en puerta cuestan G. 25.000.
Esta muestra invita a descubrir el gran mundo de la entomología, en el que los insectos autóctonos del país se convierten en los protagonistas del espacio.