Afectados por la pandemia, el costo de vida, el desempleo y la crisis política, los nicaragüenses se muestran apáticos a las elecciones del próximo 7 de noviembre, en las que el presidente Daniel Ortega busca su cuarto mandato consecutivo, con sus rivales presos. A menos de un mes de la votación no se percibe un verdadero ambiente electoral. No hay pancartas de candidatos en las calles ni actividades proselitistas para estos comicios que la oposición califica de “farsa electoral”.

Apenas algunos puestos de ventas de camisetas estampadas con el rostro de Ortega. Hasta ahora ha habido un par de pequeños actos de dos candidatos desconocidos, que no representan ningún real desafío de oposición a Ortega. Las autoridades electorales prohibieron actividades de más de 200 personas para frenar la propagación del coronavirus. En cambio, en algunas zonas se ven largas filas, bajo el sol, para el turno de vacunación. Desde junio pasado, un total de 37 opositores, siete de ellos aspirantes presidenciales, han sido detenidos acusados de “traición” a la patria o lavado de dinero, bajo leyes aprobadas por el gobierno en diciembre.

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