POR UNIÓN EUROPEA

¿Se imaginan caminar más de 1.000 km con sus hijos y una maleta con sus pertenencias? Esa es la maratoniana travesía que han realizado muchos refu­giados y migrantes venezola­nos que huyen de la crisis que sufre su país para llegar a un refugio seguro en otros países de América Latina y el Caribe.

Se trata de la segunda mayor crisis de desplazamiento for­zado de una población fuera de su país en el mundo, des­pués de la de Siria. Con más de 5,6 millones de personas afectadas, el éxodo venezo­lano equivale a la población de Dinamarca desplazándose al resto de la Unión Europea. Sin embargo, esta crisis pasa en gran medida desapercibida y apenas se informa de ella en el resto del mundo.

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La pandemia ha añadido aún más dificultades, aumen­tando los numerosos riesgos que corren las personas vene­zolanas al tratar de llegar a un lugar seguro. Las prolongadas medidas de confinamiento obstaculizan los esfuerzos de los refugiados y migrantes para encontrar trabajo. Las mujeres y las niñas, en parti­cular, están expuestas a ries­gos aún mayores de explota­ción y xenofobia. Y el impacto de la pandemia no solo afecta a los refugiados y los migrantes: en toda la región, las comuni­dades locales están sufriendo mucho.

A pesar de las dificultades que atraviesan en este momento, los países de América Latina y el Caribe han hecho frente a este reto silenciosa y gene­rosamente, atendiendo a las necesidades inmediatas y comprometiéndose a la inte­gración social y económica. Los países de acogida están haciendo todo lo que pueden por ofrecer a sus hermanas y hermanos venezolanos una vida digna. Algunos ya han otorgado a las personas des­plazadas un estatus legal para que puedan acceder a servicios de salud y educación, vivienda y trabajo formal. De manera crucial, durante la pandemia, muchos han sido incluidos en las campañas nacionales de vacunación contra el covid-19. Hemos visto iniciativas audaces y valientes para dar protección a millones de per­sonas que están en situación irregular. Sin embargo, estos esfuerzos están superando la capacidad de la región, y es necesaria la ayuda.

Mientras los países de aco­gida intentan asumir esta enorme responsabilidad, el apoyo internacional en esta crisis resulta insuficiente. El llamamiento de financiación de las Naciones Unidas del año pasado solo obtuvo la mitad de la cantidad precisa para apo­yar a los necesitados. La pan­demia del covid-19 ha atraído tanta atención y tantos recur­sos del mundo que ha eclip­sado esta crisis. La comunidad internacional debe hacer más.

No actuar sin demora podría poner en peligro la estabi­lidad regional. Además, un número elevado de refugia­dos y migrantes sin vacunar agravaría la severa crisis eco­nómica y de salud pública de la región.

Si establecemos colectiva­mente las condiciones adecua­das, esta crisis podría conver­tirse en una oportunidad. Los venezolanos aportan habilida­des, conocimientos y un espí­ritu emprendedor que puede ayudar a impulsar la recupe­ración económica de la región tras la crisis del covid-19.

Por ello, Canadá, siguiendo los pasos de la Conferencia de 2020 organizada por España y la Unión Europea, acoge el 17 de junio una conferencia vir­tual internacional de donan­tes de alto nivel en solidaridad con los refugiados y migran­tes venezolanos, en colabora­ción con la Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur) y la Organización Interna­cional para las Migraciones (OIM). Queremos visibilizar el impacto que está teniendo esta crisis y la carga que están asumiendo principalmente los países de acogida de la región. Se trata nada menos que de generar un sentido de urgencia, para que gobiernos, organizaciones multilatera­les, instituciones financieras internacionales, sector pri­vado y sociedad civil demues­tren su solidaridad.

Ya es hora de que tanto los refugiados y migrantes vene­zolanos como sus comunida­des receptoras sepan que al mundo le importan.

Firmantes

Karina Gould, ministra de Desarrollo Internacional de Canadá.

Arancha González Laya, ministra de Asuntos Exterio­res, Unión Europea y Coope­ración de España.

Josep Borrell, alto represen­tante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad y vice­presidente de la Comisión Europea.

Eduardo Stein, representante Especial Conjunto de Acnur y OIM para los Refugiados y Migrantes Venezolanos.

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