Carbis Bay, Reino Unido. AFP.

Los líderes del G7 debatieron ayer sábado, segundo día de su cumbre en Inglaterra, sobre grandes desafíos internacionales, encabezados por la prevención de futuras pandemias, la preocupación ante la influencia rusa y un plan de infraestructuras para rivalizar con China.

El primer viaje internacional del presidente estadounidense Joe Biden busca unir a sus aliados frente a los retos que plantean Pekín y Moscú y sus activas diplomacias, ya sea en el plano económico o de las vacunas.

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Por iniciativa de Biden, el G7 lanzó un plan mundial de infraestructuras que invertirá cientos de miles de millones de dólares en “países de renta baja y media”, buscando contrarrestar un proyecto chino denominado “Nuevas rutas de la seda”, que consiste en grandes obras destinadas a reforzar su influencia internacional. Aunque “los distintos socios del G7 tendrán orientaciones geográficas diferentes”, el proyecto “tendrá un alcance global, desde América Latina y el Caribe hasta África y el Pacífico”, aseguró la Casa Blanca.

Bautizado como “Reconstruir el mundo mejor”, debe ayudar a esos países a recuperarse de la pandemia, centrándose en el clima, la salud, el desarrollo digital y la lucha contra la desigualdad. Sin embargo, la Casa Blanca aseguró que no quiere poner el foco en Pekín. “No se trata de empujar a los países a elegir entre Estados Unidos y China. Se trata de proponer otra visión y otro enfoque”, afirmó un alto responsable estadounidense.

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