Washington, Estados Unidos. AFP.

Católico practicante, Joe Biden no duda en referirse a su fe para justificar su deseo de “curar” a un país profundamente dividido, pero sus convicciones religiosas podrían no ser suficientes para conseguir la unión sagrada en torno al presidente de Estados Unidos. Segundo mandatario católico de la historia del país, después de John F. Kennedy, Biden muestra su fe ya desde la muñeca, donde porta el rosario que llevaba su hijo Beau el día de su muerte, a consecuencia de un tumor cerebral, en el 2015.

El jueves, el flamante presidente arrancó su primera jornada en la Casa Blanca asistiendo a un oficio religioso virtual. Biden raramente falta a la misa dominical, celebrada en una pequeña iglesia, cuando se encuentra en su feudo de Wilmington, en Delaware. Orgulloso de sus raíces irlandesas, afirma que su fe está anclada en la tradición de la clase obrera, que preconiza la humildad y la verdad. Durante la campaña, evocó frecuentemente la religión, prometiendo librar una “batalla por el alma” de Estados Unidos tras los años de Trump. El miércoles prestó juramento con una mano puesta sobre la Biblia encuadernada en cuero que posee su familia desde hace 128 años.

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